Maia
Las cosas golpean el suelo estrellándose con tanta fuerza que terminan por quebrarse, por más que lucho contra el sentimiento de letrado no puedo. Me muevo y hablo, pero no soy yo quien lo hace.
—¡Cómo que no está ahí!—habla Lucifer a través de mí con genuino coraje.
—Nos mintió, ya buscamos la daga por toda la cabaña, estaba hecha un desastre cuando llegamos y no vimos ninguna señal de ella.
Sonrió internamente, sabía que Archer no caería en su trampa. Lucifer parece sentir mi alegría porque sé para erguido acomodando las arrugas inexistentes de su ropa.
—Traiganlos, a los dos, les enseñaré que nadie se burla de mí—declara con una voz que advierte peligro.
Mi sonrisa se borra de inmediato.
¿Qué vas a hacer?
Pregunto temiendo que les haga más daño.
No es lo que yo voy a hacer, es lo que tú harás, hija.
Mi cuerpo se sacude temiendo lo peor, no voy a permitir que me siga utilizando para seguir lastimando como lo hizo con el ángel. Me resistí lo mejor que pude, pero fue difícil controlar la fuerza de Lucifer sobre mí consciente, fue espantoso sentir como enterré la navaja en su espalda.
Me impresionó ver a Evelyn de nuevo, ahora entiendo que Lucifer también la manipulo para condenarme y atarme a él de está manera. Que no pudiera someterla de nuevo y que lo descubriera dentro de mí me hace mantener esa pequeña esperanza de que puede ayudarme a deshacerme de él.
Las puertas de su despacho se abren mostrando a dos hombres muertos en vida, mi corazón se estruja al verlos irreconocibles, estoy segura que los golpearon antes de venir para evitar que hicieran algo contra Lucifer.
Quiero correr hacia Archer, sanar sus heridas, ayudarlo a levantarse y escapar juntos, pero mi cuerpo permanece en su lugar bajo el mando del diablo.
—Maia—susurra mi demonio buscándome con desespero, logra verme a pesar de tener el ojo hinchado, se me rompe el corazón verlo arrastrarse por el suelo luchando por llegar hasta mí queriendo protegerme de los demonios.
No te acerque amor, aléjate, corre y salvate de mí…
—Mentiste—habla el diablo.
Niega con la cabeza sin ser capaz de emitir palabra.
—¿Sabes lo que pasa a los mentirosos como tú?—su ceño se frunce sin comprender porque digo esto. De un momento a otro mi pie golpea su rostro reventando su labio y rompiendo aún más su nariz.
No. Detente.
Digo luchando contra el poder de Lucifer.
—Esto es lo que pasa con traidores y basura como tu—me ignora volviendo a golpearlo.
Detente.
—No eres nada más que un intento de hombre, dejaste que me lastimaran y permitiste que me secuestraran.
Otro golpe. Archer se hace un ovillo en el suelo recibiendo mis golpes, dudo sean tan dolorosos como los golpes de las palabras que salen de mi boca.
—¿Creíste que te perdonaría todo lo que me hiciste y que me quedaría a tu lado?—Lucifer se ríe disfrutando torturarlo. —Yo nunca estaré con un asqueroso demonio como tu.
Es mentira, en mentira, yo te amo Archer, te amo…
Golpe.
Golpe.
Y otro golpe.
¡Basta! ¡No más! ¡No más!
Lo tortura y lastima a él al igual que a mí.
—Y tu—se gira hacia Julian cuando termina con mi demonio.—Eres una escoria, una mala copia de ángel, no puedes ni siquiera salvarte. ¿Y así pretendes detenerme?
Lo sostiene de sus alas dañadas, rápido entiendo sus intenciones.
No.
—No eres nada más que otra pieza de mi juego.
Me esfuerzo en apartar mi mano de mi amigo débil y herido. Por un fragmento de segundo veo como mi mano reacciona retrocediendo.
No puedes evitarlo Maia, soy mucho más fuerte que tu.
No lo voy a hacer, me niego a cortar sus alas.
Aquí el que manda soy yo.
Mis manos se aferran a una de sus alas, Lucifer estira de él con todas sus fuerzas, mi amigo se retuerce en el suelo sin tener la fuerza para defenderse. Veo el momento exacto en el que su ala se desprende de su espalda, el grito desgarrador de Julian eriza mi piel y pone mi cuerpo a temblar.
Lloro a pesar de que no sale ni una lágrima de mis ojos, lloro porque a pesar de suplicar y luchar en contra el poder de Lucifer no es suficiente para detenerlo de que vaya por su otra ala.
Archer como puede se levanta del suelo deteniéndome, mirándome con una furia que me estremece. Los demonios de Morningstar se acercan golpeando a Julian fuerte, por más que se resiste termina cayendo de rodillas al suelo.
Lucifer aprovecha la debilidad de Julian para terminar de arrancar su otra ala, salpicando sangre por todas partes, arroja su ala ahora gris y carente de vida al piso.