El ángel de la muerte: La Ascensión Del Diablo

Capítulo 30: La última cena

Evelyn

—¿Qué es esto, nuestra última cena?—se burla Archer, lo miro entornando los ojos.

—Sentate comigo Archie—le pide el pequeño Uli palmeando la silla a su lado.

No le gusta cuando yo le digo así para molestarlo, pero no puede decir nada cuando viene del pequeño hermano de Maia. Se sienta a su lado revolviendo su cabello.

—¿Cómo te sientes?—Julian aprieta mi mano sobre mi pierna.

—Estoy bien—fuerzo una sonrisa, besa mi mano angustiado, acaricio su rostro con mi mano libre.—Te amo.

Se acerca para hablarme más de cerca.

—Te prometo que después de esto te robaré para estar al fin los dos solos, en nuestra cabaña cerca de la playa, bañándonos en el mar…completamente desnudos.

Sonrío añorando que ese momento llegue.

—Seré yo quien te robe a ti, gusano.

Ríe.

—Soy todo tuyo, mi ángel tormentoso.

—Todo mío—lo beso suspirando de amor.

—¿Quién preparo todo esto?—habla Archer viendo los platos en medio de la mesa llenos de comida para servirnos.

—Yo—habla mi hermano Miguel.

—¿No estará envenenado cierto?

Mi hermano alza la ceja a su dirección.

—Por favor disfruten—nos invita a probar la cena que preparó.

Aunque organizamos esto para aligerar el ambiente, aún se percibe tenso, y no es para menos, mañana enfrentamos a Morningstar cara a cara hasta morir intentando deshacernos de él de una vez por todas. Aprovecho que terminan de cenar para levantarme de mi asiento. Necesito hablar con todos y creo que este es el momento indicado para hacerlo.

—Mañana iremos a la guerra con las pocas armas que aún nos quedan, y necesito hablar con ustedes de lo que debo hacer mañana.

No quiero arruinar el momento, pero mañana no habrá tiempo para explicarles o advertirles de lo que temo tendré que hacer, y necesito ponerlos sobre aviso si quiero lograrlo.

—Tengo que “dormir” a Morningstar y separarlo de Maia—tengo cuidado con mis palabras consciente del pequeño en la mesa que me mira con atención.

—¿Qué quieres decir?—me cuestiona Sara confundida.

—A que ambas almas deben abandonar el cuerpo de su hija.

—¡¿Qué!?—gritan sus padres.

—No estás diciendo lo que creo que estás diciendo—me enfrenta Archer incrédulo.

—Si—soy firme.—Mi padre está enterado de todo, él se ocupará de regresar a Maia.

—¿Por eso desapareciste?—cuestiona Miguel.

—¿Hablaste con él?—Ingrid me mira llena de ilusión.

—Sigue peleando junto a nuestros hermanos. Está enterado de lo que planeo hacer mañana. Nos va a ayudar. Me mandó un recado para ti Miguel, me dijo que él está enterado de todo.

Sonríe aliviado.

—Espera, si el plan es quitar a Morningstar del cuerpo de Maia eso significa que pasará al tuyo—aclara Julian recordando ese detalle.

Todos guardan silencio viéndome con tristeza, angustia y confusión.

—¿La marca? ¿Para eso era?—lágrimas se forman en los ojos de Sara.

—¿Mamá?—la llama el pequeño Uli.

—¿Qué hiciste Evelyn?—mi hermano me mira con seriedad, nada contento con lo que hice.

—La marca ahora está en mi cuerpo, cuando Morningstar deje el cuerpo de su hija pasará al mío, después tendré que abandonar este mundo.

—¿Qué quieres decir con abandonar?—ahora es Ian quién me mira lleno de dudas.

—Que debo irme para poder deshacernos del diablo de una vez por todas.

La tensión aumenta tanto que puedo cortar con mi propia mano.

—¿Te vas a ir?—pregunta el hermanito de mi amiga frunciendo levemente el ceño, derritiendo mi corazón.—No te puedes ir, mi hemana se pondla tliste de nuevo.

—Solo será por un tiempo Uli—le aseguro.

—Tiene razón, no puedes irte de nuevo—habla mi ángel queriendo convencerme de cambiar mis planes, pero no puedo hacerlo.

—Esa la única manera que vamos a poder detenerlo.

—No.

—¿Papá está de acuerdo con esto?—Miguel cuestiona desde el otro lado de la mesa.

—Si.

—Yo no estoy de acuerdo.

—Julian…

—Debe haber otra manera, ¿verdad Miguel?

Mi hermano guarda silencio siendo esa su respuesta.

—No vas a sacrificarte de nuevo Evelyn—gira su cuerpo hacía mí buscando mi completa atención.

—Ya lo hice antes, no me iré para siempre.

—No puedes estar segura de eso, la última vez que te fuiste…—niega recordando esos días que no estuve con él.—No puedes irte.

—Si no lo hago todos ustedes seguirán en peligro, y yo no puedo seguir luchando contra él por más tiempo, tengo que hacerlo Julian—mi ángel se levanta de la mesa saliendo por la puerta de la casa molesto.




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