El ángel de la muerte: La Ascensión Del Diablo

Capítulo 32: Están muertos

Evelyn

Lo siento dentro de mí justo en el momento en que el cuerpo de Maia se deshace en los brazos de Archer, abandonando su alma de esta tierra. La marca en mi costado me quema peor que antes.

—No voy a poder controlarlo más tiempo—duele como la mierda, cómo el mismo fuego del infierno.

Grito trastabillando hasta el suelo.

Eres mía ahora.

Escucho su voz dentro de mí cabeza.

Nunca voy a ser tuya.

Me levanto con esa cosa quemando mis costillas, lucho contra él para ir hasta mi amigo, tengo que hacer algo rápido, es muy tarde para saltar a la caja, solo hay una posibilidad para detenerlo ahora.

—La daga—le pido con la mano extendida.

—Eve…

De inmediato siento el rechazo de Morningstar, lucha con mi cuerpo apartando mi mano de la daga.

—Están muertos—mi voz sale distorsionada, es él quien habla.

Cierro los ojos concentrándome en contener su poder.

Mierda. Duele.

—Eve—Julian viene a mi encuentro angustiado.

Te equivocaste al permitirme entrar ángel.

No.

Voy a matarlos a todos, después iré por Él, lo mataré con tus propias manos.

No.

Concentrate Eve, no lo dejes tomar el control.

Me pide uno de mis hermanos poniendo su mano en mi hombro, ayudandome con su poder a controlar a Lucifer.

—¡Evelyn!—grita mi ángel para hacerme reaccionar.

—Evelyn está muerta—Lucifer ruge.

No sin antes matarte conmigo.

—¡Archer! ¡Lánzame la maldita daga! ¡Ya!—grito desesperada.

Es Gabriel quién toma la daga acercándose a mí para terminar con este infierno, pero Lucifer utiliza mi poder para detenerlos logrando que todos caigan al suelo y se retuerzan de dolor sin poder defenderse. No desaprovecha la pequeña ventana de poder que tiene sobre mí, alza mis manos hacia el cielo recitando las palabras que resucitarán a los muertos.

—Per potestatem mihi concessam, iubeo mortuos de terra resurgere, sepulchra aperire et animas de hoc mundo migrantes renascendi.

El cielo se oscurece, el suelo tiembla bajo nuestros pies abriendo la tierra, luces que parecen ser estrellas caen del cielo golpeando el suelo, están despertando.

—¡Evelyn!—el cuerpo de Maia se mueve en los brazos de Archer, puede ser su cuerpo, pero no es mi amiga quien lo posee.

—Coniuro omnes animas in inferno et celo ut corpora sua vindicent et pugnent iuxta latus meum—continúa el demonio.

Pelea Eve, pelea

Suplican mis hermanos.

No puedes luchar contra esto Evelyn.

Bajo mis manos apuntando la daga a mí pecho. Star pone toda la resistencia que puede.

No vas a arruinar mis planes.

Lastima que me importa una mierda tus planes.

Entierro la punta del arma abriendo mi piel, aunque no es suficiente para matarlo. Julian busca mi mirada, sin saber qué hacer, lágrimas bañan sus ojos a causa del dolor que le inflige Morningstar.

Eres débil, Evelyn. ¿Crees que puedes vencer al primer ángel y demonio más poderoso jamás creado?

Sonrió poniendo todo mi esfuerzo en mis manos. Es hora de darle una clase de historia al demonio mayor.

—Puedes ser el primer ángel caído, pero no el más poderoso.

Otro poco de la daga entra en mi pecho, gruño de dolor, sin embargo no me detengo. Siento su poder flaquear.

—Yo soy el maldito ángel de la muerte, no lo sabes porque papá te desterró del cielo antes de que yo naciera, pero te informo que el ángel más poderoso entre el cielo y el infierno siempre he sido y seguiré siendo yo.

Logró desestabilizarlo enterando por fin la daga entera en mi cuerpo.

—Nadie manipula la muerte sin tener consecuencias, Lucifer—tuerzo la daga, su poder casi nulo hasta que poco a poco siento como empieza a desaparecer muriendo conmigo.

Julian logra arrastrarse hacia mí sosteniendo mi rostro para que pueda verlo, la tierra deja de temblar bajo mi cuerpo, el cielo se aclara por primera vez en días en una pincelada hermosa de colores claros, azules, naranja, rosas y morados. Extrañaba tanto ver un cielo así.

—Te amo—murmura en llanto el amor de mi vida, acariciando mi rostro con cariño.

He perdido la capacidad de hablar, alzo mi mano sosteniendo la suya en mi mejilla. Pruebo el sabor de sus lágrimas mientras se apodera de mis labios en un beso que pretende dure para siempre.

—Te esperaré aquí, amor. Por favor vuelve a mí pronto—pide dejando besos por mis mejillas y mis labios, mientras sus lágrimas siguen cayendo hasta mi rostro.—Te amo, te amo, te amo…—Pierdo la consciencia escuchando el eco de sus palabras en mi mente.




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