Julian
No me canso de admirarla, es hermosa por donde la vea, tiene una fuerza que ninguno de nosotros podría, es inteligente, divertida, graciosa, enojona, demandante, testaruda, y posee un enorme corazón que pocos tenemos la fortuna de conocer.
La amo. Solo mi padre sabe cuánto la amo.
Nunca me imagine que era capaz de amar de esta manera, había escuchado historias sobre el amor, incluso leído varias novelas sobre eso, sin embargo, no esperaba jamás que fuera a estrellarse conmigo con tanta fuerza como lo hizo ella, en un instante ya estaba cayendo a los pies de mi ángel tormentoso sin remedio. Desde la primera vez que la ví sabía que yo sería suyo para siempre.
Contemplo su mejillas levemente sonrojadas, su cabello alborotado, su nariz perfilada, sus pestañas largas, los pocos lunares que decoran su bello rostro. Podría permanecer así junto a ella siempre, solo admirándola.
—Me vas a desgastar si sigues viéndome así, gusano.
Río con fuerza.
—Buenos días, mi amor.
—Serán buenos cuando me des mis pancakes que prometiste.
Abre los ojos buscándome a su lado, una hermosa sonrisa ilumina su rostro al verme. Me gusta despertar y encontrarla a mi lado, es algo con lo que soñé por cuatro largos y dolorosos años. Es una tortura pensar que en cualquier momento pueda desaparecer de nuevo, como si este fuera uno de mis tantos sueños con ella. Sus labios buscan los míos recordándome que es real, que está aquí conmigo.
—¿Llevas mucho tiempo despierto?
—Solo unas tres horas.
—¡¿Te quedaste viéndome tres horas?!
—Eres una obra de arte digna de contemplar—beso su hombro desnudo.
—Está obra de arte tiene hambre, vamos que la comida no se prepara sola—me da un casto beso antes de salir de la cama.—También quiero ver a los demás, ayer no me dejaste salir en todo el día.
—¿Puedes culparme?
—No.
Sonríe caminando al baño, saco de mi buró lo que llevo guardando desde que se fue, salgo de la cama siguiéndola.
—Esto te pertenece, ahora sí cuide muy bien de él—le entrego el anillo que mandé a hacer hace meses en espera de su regresó, mientras yo cuidaba del suyo.
—¿Qué es esto?
—Mi promesa hacía ti, con este anillo te entrego por completo mi corazón y mi alma—le pongo el anillo en su dedo anular—Mientras tengas este anillo puesto quiero que recuerdes todo lo que siento por ti, que no hay ni un solo momento en que no te tenga en mis pensamientos, que te entrego mi corazón con toda mi confianza para cuidarlo, y que a pesar de las discusiones que tengamos sepas que siempre voy a estar para ti. Siempre.
—Julian…
—Sé que mereces una propuesta de amor más bonita que está, pero ya no podía esperar un minuto más…
—Es hermoso—se para de puntitas para besarme. Se quita su anillo para entregármelo, no entiendo cómo, pero encaja perfecto en mi dedo.
—Eve…
—Este anillo contiene mi vida, mi corazón y mi alma, quiero que lo tengas tú porque ya no me pertenece más, todo lo que soy te pertenece a tí, solo a ti. Te amo Julian. Siempre.
Atrapó su nuca pegando sus labios a los míos, el corazón me late tan fuerte que temo salga disparado de mi pecho en cualquier momento, pego la palma de mi mano en su pecho, donde su corazón late tan fuerte como él mío.
—Saldremos tarde por tu culpa—atrapó su cintura pegándola más a mí cuerpo, tengo esta necesidad de sentirla cerca todo el tiempo, la siento sonreír sobre mis labios cuando la hago regresar a la cama conmigo.
—Unos minutitos tarde no le hace daño a nadie—niega con una sonrisa cómplice en su rostro.