Epílogo

Evelyn

Desde hace un tiempo me siento rara, no logro entender porque ni lo que es, pero no me siento la misma mujer de antes. Ahora estoy en el baño vomitando hasta el alma. No sé qué rayos me pasa, todo estaba bien hasta que un mareo espantoso me atacó, después surgieron las ganas de vomitar.

—¿Eve? ¿Estás bien?—pregunta mi amiga desde el otro lado de la puerta.

—Creo que ahora sí voy a visitar a mi padre—creí que tendría más tiempo en la tierra, pero lo que tengo no puede ser normal para un ángel.

—¡¿Qué dijiste?!—grita mi amiga.

Me levanto del suelo para abrirle.

—No me siento bien.

—¿Qué tienes?

—Me siento mareada y tengo mucho asco.

—¿Quieres que llame a mi mamá?

—Si—le pido tumbandome en la cama.

Mi novio y Archer no están porque fueron a comprar la cena para esta noche. Bendita hora se les ocurrió irse a ese par. Cierro los ojos sintiendo que me quedo dormida.

—En unos minutos llega—me anuncia Maia revisando mi temperatura preocupada.

—Voy a cerrar los ojos solo unos segundos má…

—Eve.

—Mmhhh

—Eve despierta.

—Solo unos segundos más—pido sintiendo que no he dormido nada.

—Llevas una hora dormida.

—¿¡Qué!?

—Llegó mi mamá—veo a la castaña desaparecer por la puerta, minutos después regresa con Sara a su lado.

—¿Dime cómo te sientes?—pide Sara con la misma expresión que su hija.

—Siento como si estuviera en una montaña rusa—explico sin entrar demasiado en detalles.

—¿Te duele la cabeza?—niego. Mientras siento la palma de su mano en mi frente, después revisa mi visión con una lámpara que pretende dejarme ciega.—¿Te duele el estómago? ¿La garganta? ¿Tienes gripe?

—No, tengo asco y a veces me dan mareos muy fuertes—intercambia una mirada con su hija.—¿Qué sucede?

—¿Es posible para alguien como ustedes estar embarazada?

¡¿Embarazada dijo?!

—No es posible—respondo de inmediato.

—Entonces tendrás que hacerte unos exámenes o ir al hospital de ángeles porque no entiendo el porqué de tus síntomas.

No puedo estar embarazada, eso es imposible para nosotros. La puerta de la entrada se escucha indicando que llegó alguien.

—No le digan a nadie, aquí no pasó nada—pido ansiosa.

Maia pone sus ojos tristes.

—Maia.

—Estaba muy preocupada, estabas desmayada y no sabía qué más hacer así que llamé a los chicos.

—¿Qué les dijiste?

—Que te sentías muy mal.

—No les vayas a decir nada de lo que se habló aquí, no hasta saber que tengo.

—De acuerdo.

La puerta de mi habitación se abre, Julian entra buscándome preocupado.

—¿Qué tiene Evelyn, Sara?—es rápido en inspeccionarme de pies a cabeza.

—Solo necesitaba dormir un poco, recargar mis energías—me salva mi amiga.

—¿Segura? ¿Estás bien?—se gira a verme aun con esa expresión de temor.

—Estoy bien, ya te lo dijo Sara, solo necesitaba dormir—lo tranquilizo, en verdad se ve alterado.

—Iré a ayudar a Archer con las compras—se despide Maia.

—Lo deje en la tienda—responde mi ángel, seguro vino tan rápido como pudo en cuanto se enteró que me desmaye.

—Entonces esperaré a que llegue abajo.

—Cualquier cosa que necesites puedes llamarme Eve—se despide Sara.

—Gracias—Sara abandona el cuarto con una sonrisa reconfortante. Julian acuna mi rostro entre sus manos mirándome directo a los ojos.

—Me asustaste, creí que…

Aprieto su mano en la mía, sé que aún teme que desaparezca, siento como todas las noches me pega a su pecho abrazándome para asegurarse que sigo a su lado, incluso inconsciente me busca.

—Estoy aquí, estoy bien, no me pasó nada.

—¿Entonces por qué llamaste a Sara?

—Sentí un poco de mareo, esto es todo, pero ya pasó.

—Eso no es normal—levanta su mano en alto para que pueda verlo mejor—¿Cuántos dedos ves?

Muestra dos de sus dedos.

—Dos. ¿Ya podemos bajar? Archer va a necesitar ayuda para bajar las compras, y estoy segura que no está nada contento con que lo hayas abandonado.

—Si vuelves a sentirte mal por favor dímelo—pide ignorando lo que dije.

—Lo haré—le doy un rápido beso en los labios que espero lo tranquilice, me levanto de la cama para salir, sintiéndome mejor que antes.