El anhelo del alma

Capítulo 1

Anour

Después de la coronación, me tomé un tiempo para empaparme en mis deberes, pero luego de eso, mi prioridad era buscar una esposa de luz con la cual concretar el matrimonio oscuro, por lo que mis asesores elaboraron una lista de posibles esposas, la que estaba a punto de evaluar con mis padres.

— ¿Estás seguro de esto, hijo? Podrías escoger cualquier mujer que desees, aunque no sea una princesa.

Estábamos en la biblioteca, papá y mamá se habían acomodado en un sofá y yo me ubiqué frente a ellos.

— Lo sé, pero prefiero que este matrimonio nos traiga una alianza favorable, después de todo el matrimonio oscuro hace lo necesario, tú siempre lo dices.

— Solamente se lo he dicho a tu hermana porque piensa que puede vivir de fiesta, pero no creo que sea así. Tu madre y yo nos enamoramos antes de consumar el pacto.

Mi hermana Vera, era una chica consentida que siempre quería hacer su voluntad, pero yo la consideraba una excepción entre las mujeres, ya que ella era la única niña entre todos nosotros, pues éramos cinco hermanos.

— La verdad es que eso me preocupa muy poco, papá.

Mi padre hizo un gesto de resignación y tomó la lista.

— Marlene es la primera.

— Ella es dulce y nos llevamos bien, pero está enamorada de alguien del otro lado del mar, yo no quisiera interponerme en eso, además, con Annun tenemos alianzas de sobra.

— Es cierto — me avaló mamá.

— Creo que me gustaría alguien de nuestra tierra y apostaría por una esposa de los reinos del sur, que pueda apegarse a nuestras tradiciones.

— En ese caso te acotas bastante, porque la mayoría de estos nombres pertenecen a mujeres de más allá del mar.

— Así es — mi padre me pasó el papel y yo taché la mayoría de los nombres.

— Todas ellas parecen buenas candidatas, creo que deberías evaluar qué condiciones pretendes que tenga esta... alianza.

— ¿Por qué no organizas un baile y las invitas con la premisa de conocerlas mejor?

— Quizá sea buena idea, lo estudiaré, incluso puedo invitar a las demás, pues no pierdo nada.

— En definitiva no te hemos ayudado — comentó papá.

— Para mí su apoyo es una ayuda muy importante — confesé.

— En todo caso, debes ver quién de todas estas está dispuesta a un matrimonio como el que propones, porque no creo que sean muchas — intervino mi madre.

— ¿Por qué no?

— Anour, a veces eres tan racional que asustas, la verdad es que a muchas personas les importa estar enamoradas.

— Mínimamente, sentir atracción — añadió papá.

— Además, son pocos los reinos que aún celebran el pacto.

— Eso es cierto, pero será un requisito para la boda, no quiero que nuestras costumbres se pierdan.

— En eso estamos de acuerdo — dijeron ambos al unísono y se rieron mirándose de manera cómplice.

— Bien, lo organizaré para el verano, en estas épocas nadie viene por aquí.

 

***

 

Elizabeth

Después del entierro de nuestros padres, mis hermanos y yo nos reunimos en la casa en la que crecimos.

— Liz, te ocuparás de la venta de todo, ¿verdad? Preguntó Axel.

— No, yo debo regresar a casa.

— Eres la mayor, debes ocuparte opinó Laura.

— Pero ustedes viven aquí.

— Tenemos que trabajar añadió Tim.

— Yo también trabajo.

— Pero tu trabajo es más... flexible continuó el menor de todos mis hermanos.

— Además, nosotros tenemos una vida volvió a hablar Laura quien era la siguiente en orden de edad, luego de mí.

— Yo también la tengo repliqué ofuscada.

— No discutan, por favor — intervino Tim. — Escucha, todos, incluyéndote, tenemos trabajo y vida — observó significativamente a nuestra hermana. — Pero nuestros horarios son un poco más estrictos y también tenemos familia. Tú puedes quedarte aquí, y nosotros ayudaremos en lo que podamos.

— Me parece muy injusto.

— Eres la mayor, debes hacerlo.

Giré mis ojos hacia arriba y ya no respondí.

— Debes buscar los papeles de la casa, y prepararla para que esté lista para la venta. Yo contactaré a alguien que venga a tasarla... Continuaba hablando Tim.

— No me acordaré de todo lo que quieres, mejor escríbelo en un mensaje.

— De acuerdo.

Tim comenzó a redactar.

— Yo ya me voy — dijo Laura.

— También yo.

— ¡Los llamaré si necesito algo, y también para limpiar la casa...! — Grité mientras los veía salir.

— Yo también ya me iré — dijo Timi mientras seguía escribiendo.

— ¿No crees que es extraño que nuestros padres y nuestros abuelos murieran de igual forma? Cavilé mientras nos quedábamos solos.

— ¿Ya vas a empezar con tus cosas raras? Dijo sin mirarme.

— No es nada raro, ¿acaso no puedes ver el patrón? Es algo heredado espiritualmente afirmé.

— Sí, sí... y seguramente alguno de nosotros morirá igual, ¿verdad?

Quise abrir la boca para hablar, pero mi hermano no me lo permitió.

— Escucha, Liz, allí te envié todo el detalle, no pierdas tiempo.

Se acercó a besar mi mejilla y se marchó.

No podía comprender que mis hermanos fueran tan cínicos, ellos no creían en nada, y todo era por el dinero o la apariencia. Tal vez, la pregunta sería por qué yo no era como ellos, pues mis padres también eran así, mi padre más que mamá.

La única en mi familia que no me juzgaba era mi tía Marla, pero ella murió cuando yo tenía doce años. Sin embargo, aunque ella ya no estaba con nosotros yo la veía en sueños, los sueños que tenía con mi tía eran muy curiosos, porque ella llevaba vestiduras raras, muy transparentes, y vivía en un castillo; se había casado y tenía tres hijos. En mis sueños, mi tía me había mencionado sus nombres varias veces, pero yo no los recordaba al despertar.




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