Elizabeth
Segundo día en casa de mis padres. Aunque al principio pensé que no me afectaría, la verdad era que los recuerdos me pesaban, el solo hecho de imaginar la casa sin muebles me hacían querer abandonar todo.
Pero no podía, Tim me presionaba y era el único de mis hermanos con el que me llevaba bien, no quería defraudarlo.
Las escrituras de la casa fueron fáciles de encontrar, se hallaban en el estudio, junto a ellas estaban los pagos de impuestos, los planos, algunas fotos de la construcción, y también las ampliaciones.
En el estudio encontré también documentos de mis abuelos y mis bisabuelos por parte de mamá. Lo que me pareció curioso es que mi abuela, a la cual nunca conocí, se había cambiado el nombre a sus veinte años, a Jaee, y su apellido era Bennet. No tenía idea de que en esa época fuera tan fácil cambiarse el nombre. Pero lo más extraño era el nombre original, Raveny, un nombre que resonaba en mi cabeza, pues la mujer con la que yo soñaba en la hoguera se llamaba Ravenia.
Las sincronías continuaban, no solo mis padres y mis abuelos habían muerto de la misma forma. La mujer de mi sueño se llamaba igual que mi abuela. Y además, ellos murieron cuando mamá tenía doce años y mi tía Marla murió cuando yo tenía doce años. ¿Tendría esto alguna lógica? Tantas coincidencias no podían ser casualidades.
Lamenté no haber traído mis cartas de tarot para consultar, pero en la mañana iría a la tienda esotérica más cercana, donde había comprado mi primer mazo a los dieciséis años.
Por último, junto a estas cosas encontré un libro y unos cuadernos, el libro se llamaba "Cuentos del pasado", y los cuadernos, estaban escritos a mano con una caligrafía muy bonita. Los leería en la noche.
Separé las cosas que me interesaban a mí, de los papeles que mi hermano me había encargado. Y me di a la limpieza del lugar. Descarté documentos y cosas que no tenían ya validez, guardé algunas fotos para ver si mis hermanos las querían y dejé todo en condiciones de venta.
Todavía me quedaban por revisar los cuartos, la cocina, la sala, la biblioteca, el comedor, y lo peor, el dormitorio de mis padres. Pero había decidido que no haría más de una habitación por día.
Luego de la cena, me senté a leer el libro, que para mi sorpresa, lo había escrito mi bisabuela, Becka. Yo jamás la conocí, pero mamá tenía buenos recuerdos de ella, quien había muerto el año anterior al fallecimiento de mis abuelos. El libro estaba compuesto por pequeños cuentos sobre la vida de tres mujeres, Rebeca, Médora, y Ravenia, su madre. En el final del libro, había una cacería de brujas, las brujas eran estas tres mujeres, la mujer mayor, hizo pasar a sus hijas por un portal que las llevó a diferentes mundos, Médora apareció en un mundo antiguo y Rebeca ciento cincuenta años en el futuro. Ravenia fue quemada en la hoguera.
Cerré el libro, consternada por la similitud del relato con lo sucedido en mis sueños. Volví a los documentos de mis bisabuelos y noté que el acta de nacimiento de mi bisabuela no tenía el nombre de sus padres. ¿Podía ser la abuela Becka esta Rebeca que mencionaba el libro? ¿Ravenia habría existido realmente? ¿Y quién era Médora? El padre de las niñas había muerto cuando ellas tenían doce años...
Esa noche, soñé con tía Marla, ella estaba en su jardín interior tomando un té, yo la recordaba como una ávida lectora, y justamente eso hacía en ese momento. Era bella, muy parecida a mí, y tenía unos maravillosos ojos heterocromáticos, a diferencia de mí que había heredado los ojos azules de mi madre. Al aparecer en aquel lugar, ella me miraba y dejaba su té, y su libro, para ponerse de pie y abrazarme. "Lo siento", decía. Entendí que se refería a mis padres y entonces lloré. Su abrazo me resultó muy reconfortante.
¿Por qué mis hermanos y yo no habíamos llorado juntos? Me pregunté al despertar, todavía con lágrimas en los ojos. Ni siquiera nos abrazamos. Quizá el shock no nos permitió procesar la situación debidamente, pero una situación tan dura debería habernos unido más, sin embargo, no lo hizo.
Luego de una semana, ya tenía todo casi listo y el último lugar estaba frente a mí. La habitación de mis padres. Inspiré profundo y entré, el perfume de ellos todavía podía sentirse, ese aroma cálido que recordaba desde mi infancia.
Lo primero que hice fue dirigirme al guardarropa y sacar todas sus prendas, busqué cajas y metí todo allí perfectamente doblado. Luego saqué los accesorios e hice lo mismo y en un rincón vi una pequeña caja, al tomarla pude leer el nombre "Marla".
Me senté en la cama y escudriñé el contenido, allí había un libro viejo escrito en otro idioma, algunos documentos, sus actas de nacimiento y defunción, la venta de su departamento, y muchas fotos, de mamá y tía Marla, cuando eran niñas.
Volví al diario antiguo, me llamó la atención, pues no entendía el idioma, y no pude comprender por qué mamá lo guardaba. Tal vez era algo muy preciado para mi tía y mamá no se atrevió a deshacerse de él. Pues yo tampoco lo haría, decidí guardar todas esas cosas junto con lo que había encontrado de mi bisabuela Becka y llevarlo a casa.
En ese momento aproveché a contactar con mis hermanos, pues la casa hoy quedaba en condiciones de venta.
Todo está listo, he empacado los objetos en cajas, y las clasifiqué por habitación, por si desean llevarse algo<<
>>Dónalas a la caridad
Como siempre Laura, quería deshacerse de todo.
>>Mañana iré con un corredor inmobiliario, gracias, Liz.
Al menos alguien me agradecía, por supuesto, era Tim, quien siempre quería que las cosas fueran pacíficas.
Te ocuparás de todo a partir de ahora?<<
Yo mañana regresaré a casa, no puedo descuidar tanto a mis pacientes, porque si no no comeré este mes.<<