El anhelo del alma

Capítulo 4

Elizabeth

Aunque Alex y yo habíamos estado saliendo durante unos cuatro meses, no podía decir que estuviera muy apegada a él. Sin embargo, mi ego estaba realmente herido por la forma en que me trató. No solo por las cosas que me dijo, sino también por su actitud condescendiente hacia mí. ¿Quién se creía que era? ¿El príncipe de los cuentos de hadas? Es cierto que era un chico atractivo y tenía cierta estabilidad financiera, pero eso no lo era todo.

Nuestra relación había comenzado cuando vino a consultarme para una lectura de tarot, y al principio, nuestra conexión fue fácil debido a nuestras coincidencias espirituales. Durante el primer mes, actuó como un verdadero caballero, incluso llegando a hablar de matrimonio, pero luego empezaron sus repentinas desapariciones, sus interacciones ambiguas en las redes sociales con otras mujeres, y su menosprecio hacia mi trabajo como tarotista. Sin embargo, lo que realmente me dolió fue cuando me dejó plantada el día de mi cumpleaños. Fue la gota que colmó el vaso y no pude tolerarlo más.

"¿Y ahora se atreve a venir con esta... ridícula propuesta?" Pensé mientras disfrutaba la pizza que me había traído. "Narcisista de mierda".

Después de darme un baño reconfortante y ponerme mi pijama, me instalé en la mesa con mi laptop. Al ser viernes y no tener que trabajar al día siguiente, sabía que podía quedarme despierta hasta tarde sin preocupaciones. Decidí sumergirme en la investigación de los lenguajes antiguos, consciente de que no me convertiría en una lingüista de la noche a la mañana, pero confiaba en que la información disponible en internet me ayudaría a descifrar el idioma del manuscrito de mi tía. Con determinación, me adentré en el fascinante mundo de la lingüística ancestral, dispuesta a desentrañar los misterios que se escondían en aquellos antiguos textos.

Después de varias horas de búsqueda y exploración en línea, me encontré con una gran cantidad de información sobre lenguajes antiguos, pero lamentablemente ninguna de ellas parecía ser relevante para descifrar el misterioso idioma del manuscrito de mi tía. Era evidente que, tal como había sospechado, el autor del manuscrito había creado su propio código lingüístico, complicando aún más mi tarea de interpretación. Aunque esta revelación fue desalentadora, no me desanimé. En lugar de rendirme, decidí enfrentar el desafío con determinación renovada, dispuesta a utilizar todas las herramientas a mi disposición para descifrar el enigma que se escondía detrás de esas antiguas palabras.

¿Y si intentaba recrear el diagrama? ¿Qué pasaría? Me puse de pie de un salto, corrí la mesa y las sillas hacia un lado y dejé un espacio, busqué sal y dibuje las figuras en el piso.

Me faltaban los símbolos, y quizá podría agregarle algunas piedras, corrí hacia mi habitación donde guardaba las gemas que utilizaba para hacer mis sanaciones energéticas, por supuesto, una amatista iría en el centro, y tal vez también un Ágata, esa era la piedra que me representaba, y... escogí casi diez piedras más.

Regresé a la cocina, copié los glifos y ubiqué las piedras donde me indicó mi intuición. Quedé de pie en el centro del círculo con el ágata y la amatista en mis manos.

¿Y ahora? Ahora... seguramente había una recitación, algo expresado oralmente y que yo desconocía. Si yo fuera ella, o hubiera sido... en el hipotético caso... ¿No debería saber la invocación? Tal vez mediante una meditación... o quizá podía contactar a alguien que me hiciera una regresión hipnótica...

— ¡Desvarías, Elizabeth! — Me dije y quise salir del círculo, pero no pude.

Algo me mantenía clavada en el centro de la figura... mi corazón comenzó a latir desbocado, algo estaba pasando, algo malo y terrible, nunca debí jugar con ese símbolo, el libro voló de la mesa y cayó a mis pies, al igual que los cuentos de mi bisabuela... no, no, no era mi culpa, ¡era la pizza! ¡Sí! ¡Alex me había traído una pizza con drogas, eso era, estaba alucinando por causa de las drogas, maldito psicópata!

Tenía que poder despertar, bajé los ojos al piso, una luminiscencia estaba bajo mis pies... me quemaba, me quemaba en la hoguera, “malditos todos”, empecé a gritar, “¡malditos!” Vi allí a Alex, y también a mi hermana Laura; ellos estaban disfrutando de cómo yo ardía en la hoguera, por bruja.

¡La invocación!” Las palabras comenzaron a salir de mi boca, sin entenderlas ni saber cómo sucedía, pero yo tenía que salvarme de las llamas, mi piel ardía, ardía mucho, y no podía despertar. Todo se volvió negro y ya no sentí más nada, abrí mis manos porque me quemaban las gemas que tenía en ellas, pero no pude verlas porque estaba todo tan oscuro que era como estar ciega.

Me sentía muy mal, maldito Alex, no imaginaba qué lo había motivado a poner drogas en la pizza, ¿acaso sabía que yo lo rechazaría? O aún peor, ¿él esperaba que yo lo aceptara y pretendía aprovecharse de mí?

Dios, me sentía tan mal, mi estómago estaba estropeado, mi cabeza no respondía y el cuerpo estaba pesado y parecía caer interminablemente. Entonces un haz de luz roja pasó junto a mí y pude ver el reflejo de mi cuerpo desnudo. Esta era una alucinación muy loca. Varias luces de colores siguieron la misma secuencia y quise vomitar.

Cuando esta situación se prolongaba, el miedo me asaltó, no podía moverme ni pedir ayuda, ¿estaría muriendo? Los colores se hicieron más continuados y sentí como si un abanico gigantesco lanzara ráfagas hacia mí. Empecé a sentir que me adormecía, y al impactar con algo, ya no sentí más nada.

 




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