El anhelo del alma

Capítulo 6

Anour

— ¿Ella se quedará allí? — Pregunté cuando mamá salió de mi recámara.

— Sí, la he hecho dormir.

— Pero es mi alcoba — me quejé.

Tener a la humana allí me inquietaba, era demasiado…

— Hijo, es algo temporal — respondió ella con la dulzura y comprensión que la caracterizaban.

— ¿Te has dado cuenta de su parecido con Médora y Ravenia? — Intervino papá.

— Sí — afirmó mamá. — Su nombre es Elizabeth.

— ¿Ravenia la que robó la sortija? — Inquirí.

— Sí, se le parecía mucho, era una gran bruja.

— Y también una mujer perversa — la voz de mamá sonó con disgusto.

Lo único que me faltaba era tener una bruja malvada irrumpiendo en mi vida, pensé con diversión.

— También admitió mi padre ante la mirada furiosa de mamá.

— Esta chica no parece ser como era ella — aclaró mamá mirándome. Supuse que mi rostro denotaba preocupación; sin embargo, lo que yo sentía era disgusto.

— Enviaré una carta a Annun, ahora mismo — dije, y me dirigí hacia mi estudio con mis padres por detrás.

— Anour, trata de ser amable con la chica, está asustada y confundida, ella piensa que esto es un sueño y no tardará en creer que ha enloquecido — me instruía mamá como si yo no supiera comportarme.

— ¿Cómo es que ha llegado hasta aquí?

No lo podía comprender, era algo que jamás había sucedido luego de lo de Ravenia y Médora, ¿y ahora tenía que venir esta humana así de la nada y caer justo en mi habitación?

— No me lo dijo, trataré de hablar con ella más tarde.

Siena se acercaba por el pasillo con una prenda femenina en sus manos.

— Colócalo a los pies de la cama de Anour y deja que la chica duerma, por favor — ordenó mamá.

— ¿Y yo donde dormiré ahora? — Pregunté deteniéndome al darme cuenta que mi madre había instalado a la humana en mi alcoba.

— Estoy segura de que cualquiera de las muchachas te recibirá con gusto — replicó mamá, provocándome una expresión de fastidio.

Después de enviar la carta a la madre de Etsian, regresé a mi recámara con un sentimiento de deber cumplido. Al entrar, me encontré con la conmovedora escena de la mujer dormida en mi cama, abrazada a mi almohada. Su cuerpo parecía pequeño en comparación con el de cualquiera en nuestro mundo, recordándome a Médora, la madre de Etsian, el actual rey de Annun. La ternura y vulnerabilidad que irradiaba mientras dormía despertaron un profundo sentimiento de compasión en mí. Me acerqué con cuidado para no despertarla, cubriéndola con una manta con delicadeza, para dejarla descansar en paz.

La escudriñé unos minutos más. El aroma de la humana era exquisito, dulce y cálido, y además ella era extraordinariamente hermosa, con su cabello oscuro, su piel clara y profundos ojos azules que parecían contener un mundo de misterio en su mirada. A pesar de que ahora dormía pacíficamente, su imagen seguía rondando mi mente, me sentía incapaz de apartarla de mis pensamientos.

Me preguntaba qué la habría traído hasta aquí, a nuestro mundo. Con un suspiro de cansancio, consideré que debería dormir en una de las habitaciones vacías cerca de la mía, donde esperaba encontrar un respiro.

Justo cuando estaba a punto de retirarme, noté que en el suelo, cerca de donde ella había caído, había dos libros. Seguramente habían pasado a través del portal junto con ella. Los tomé con curiosidad, examinando cada uno de ellos. Uno era extraño, con un aspecto que sugería que había sido escrito con alguna máquina, mientras que el otro era añejo y estaba escrito a mano en el lenguaje antiguo. Decidí dejar los libros junto a la cama antes de salir, sintiendo una sensación de intriga y anticipación mientras imaginaba las historias y secretos que podrían contener.

Ya fuera de la habitación Siena me esperaba, había expectación en sus grandes ojos nocturnos.

— Podríamos continuar en mi habitación — sugirió con una sonrisa sensual y prometedora.

Siena y yo eramos amigos desde siempre pues ella había crecido en el castillo junto a mí. Cuando nos hicimos adultos, comenzamos a frecuentarnos íntimamente, pero sin perspectivas de ninguna relación, puesto que yo debía casarme con una diurna y ella no lo era, aunque no podía negar que sentía hacia ella un afecto especial.

— Me siento un poco cansado, Sie, no te enojas, ¿verdad? — usé un apelativo cariñoso para minimizar el rechazo que le estaba dando.

— No, está bien, comprendo — aceptó ella. — Podemos hacerlo cualquier día.

— Claro, pero, como siempre te digo, no te quedes esperándome — sugerí.

Yo nunca quise que Siena se ilusionara conmigo, por lo que cada vez que estábamos juntos le hacía esta clase de comentarios, ella nunca los respondía, así que no podía saber si le molestaban, pero el hecho de que tuviera otras parejas sexuales era un indicio de que no estaba atada a mí emocionalmente. Obviamente yo también estaba con otras, pero últimamente solo la frecuentaba a ella pues me resultaba cómodo, ya que estaba cerca, siempre dispuesta y no me exigía nada.

Me introduje en la habitación contigua a la mía e intenté dormir. Di varias vueltas con la humana rondando en mi cabeza, no podía entender qué me hacía pensar tanto en ella, ¿su belleza podría haberme impactado? ¿O quizás su aroma? No lo sabía, no quería imaginar siquiera qué podría ser...




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