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El alma número 5031 no debería estar aquí

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El silencio en el umbral no es como el de los vivos.
Allá afuera, el silencio puede doler. Aquí… simplemente lo consume todo.

Jungkook caminaba descalzo entre estanterías infinitas.
El suelo brillaba levemente con una luz que no venía de ningún sol, y cada paso hacía que el aire se ondulara como agua.

Era un día más. O un siglo más.
En el umbral, era difícil saberlo.

—Archivo número 5031, listo para ingresar —dijo una voz metálica desde el vacío.

La esfera translúcida apareció flotando frente a él, palpitando suavemente. En su interior, como siempre, un fragmento de lo que alguna vez fue una vida.

Jungkook extendió las manos, sintiendo ese leve hormigueo que siempre lo recorría cuando tocaba un alma. Era algo físico… pero también íntimo.
Las esferas nunca pesaban. Pero algunas dolían.

La sostuvo frente a él. Se preparó para recibir lo de siempre: una imagen borrosa, una voz entrecortada, un nombre apenas susurrado.

Pero esta vez, no fue eso.

Esta vez, fue una canción.

Una melodía suave, sin letra.
Triste, hermosa.
Como una promesa que no llegó a cumplirse.

Los ojos de Jungkook se abrieron lentamente.
La esfera temblaba entre sus dedos, como si se resistiera.
Y entonces la vio.

Una imagen. Apenas un segundo.
Un muchacho de espaldas, frente a un lienzo gigante.
Sus manos estaban manchadas de pintura, el cabello cayéndole sobre la nuca.
La luz entraba por una ventana rota.

Y luego… nada.

La esfera se apagó.

Jungkook retrocedió un paso, el corazón golpeándole el pecho con una fuerza desconocida.

—Eso no es posible —susurró.

Extendió la mano hacia el vacío.
—Verificación del alma número 5031.

La voz del sistema respondió, neutral como siempre:

—Nombre: Kim Taehyung.
—Estado: vivo.
—Nivel de acceso: pre-mortalidad anticipada.
—Motivo: error de sistema – pendiente de revisión.

Jungkook dejó caer la esfera.
Pero esta no tocó el suelo. Se desvaneció antes de llegar.

Un alma viva.
Un alma que aún no debía estar ahí.
Y sin embargo, ya empezaba a dejar recuerdos.

El archivero no debía interferir. No debía cuestionar.
Solo guardar.

Pero mientras caminaba de vuelta a su puesto, sintió algo en su pecho que no había sentido en siglos.

Curiosidad.

¿Quién era Kim Taehyung?
¿Por qué sus memorias llegaban al umbral antes que su muerte?
¿Y por qué esa canción le dolía… como si ya la hubiese escuchado antes?

Esa noche, Jungkook no pudo archivar nada más.

Porque mientras las almas dormían,
una empezaba a soñar con él.

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