Recostado sobre el césped estaba el chico viendo hacia el cielo, observando el maravilloso arcoiris que se ampliaba sobre él, con cada respiro sentía que más se
desvanecía pero estaba decidido a esperar un poco más antes de irse, él
necesitaba que ella estuviese ahí con él, por ello decidió esperar... De repente, una suave voz conocida, le susurró:
Veo que estás preparado para partir, pensé que nunca lo estarías -dijo la chica entre feliz y nostálgica.
Sí, yo tampoco lo pensé, pero fue gracias a ti por confiar en mi y mostrarme todas
esas cosas maravillosas, me abriste los ojos del corazón, y gracias a ello ahora
sé que juntos crearemos nuestro propio arcoiris-respondió con seguridad.
Y ahí, en medio de ese hermoso espectáculo que le brindaba el arcoiris y
derramando todas esas lágrimas que contuvo durante mucho y ahora soltaba
porque no había razón alguna para reprimirlas, se dejó ir sin ningún temor, no
tuvo miedo ahora, porque supo que jamás se perdería verdaderamente, No mientras existan los arcoiris...