El arte de amar.

Capítulo 12

En ese instante me encontraba tan furiosa que jodidamente me costaba demasiado el respirar y procesar todo lo que había pasado en menos de dos minutos.

Era una jodida idiota, jamás podía tener mi boca cerrada, nunca, y siempre tuve problemas por ello; recuerdo que cuando estaba pequeña un día frente a un socio de mi padre había comentado que papá tenía dos personalidades, una oscura y una clara, la oscura era la única que conocía yo y la clara era la que compartía con mi hermano y sus socios ¿Adivinen que pasó ese día? Sí, me gané una paliza después de que el socio de mi padre hubiera abandonado la casa.

A lo que quiero llegar es que siempre estoy diciendo las cosas sin pensar en las consecuencias, y sabía que Ian de todas las personas existente, jamás merecía mi mierda, y era totalmente su responsabilidad si quería compartir sus cosas conmigo o no, yo no tenía derecho a reprocharle nada.

Siempre había sido muy mala para pedir disculpas, pero con Ian no era así. Era como si necesitara que él supiera que de verdad me sentía mal por haber hablado de más sin permiso alguno, no estaba muy feliz por la frialdad como me había tratado, aun así, comprendía que había sido yo quien lo había llevado a aquel extremo. 

Dentro del Jeep todo era tan tenso que el aire era difícil de respirar, Ian no miraba a otro parte que no fuese la carretera y me encontré queriendo suavizar el ceño fruncido de su frente con besos -Sí, con besos- pero dudaba que Ian en ese momento quisiera un beso mío, de hecho, estaba segura de que no quería nada de mi parte.

—Lo siento. —Dije rompiendo el silencio. —De verdad lo lamento, no debí haber dicho eso.

Mis manos se sentían frías y mi corazón también comenzaba a sentirse helado.

Esperé a que Ian hablara, pero no lo hizo, siguió mirando al frente y apretando el volante de manera brusca, decidí no insistirle, pero después de un momento algo agrio se pegó a mi boca cuando recordé la manera como defendió a Agatha, y no pude evitar preguntarme... ¿Y si sentía algo por ella? ¿Algo más que por mí? ¿Siquiera sentía algo por mí? ¿Lo hacía? Los pensamientos llegaban rápido, a mil por hora ahogándome sin piedad alguna... ¡Joder! Me daba miedo, me asusté al darme cuenta de que, si Ian realmente amaba a Ágatha, yo no tendría nada que hacer ahí, no con él.

—Detente, Isabella. —Ian puso una mano sobre mi rodilla y obligó a mi pierna a detener el rebote al que lo había sometido desde hacía rato.

Sí, estaba nerviosa, aterrada.

—Lo lamento, Ian. —Repetí—, no quise hablarte de aquella manera, tampoco me gustó que me hablarás así, sin embargo, yo lo lamento.

—Bien.

Aquello fue lo único que respondió y siguió conduciendo sin más. La tarde ya había comenzado a caer y descubrí con asombro después de varios minutos que no nos estábamos dirigiendo al apartamento. El pelinegro se desvió por una ruta que iba directo a las afueras del estado, y varios minutos más tarde llegamos a lugares desiertos en donde había pequeñas montañas alrededor. Me sentí igual de inquieta pero no dije nada, ni siquiera cuando entramos a una avenida que se encontraba escondida detrás de un denso y nublado bosque de arboles antiguos y algo desgastados.

Él se detuvo finalmente cuando llegamos al fondo del lugar y descubrimos algo de tierras desérticas, tierras que estaban acompañadas únicamente por una desastrosa chocha de tamaño promedio.

El lugar era de madera gruesa y en ese momento desde la distancia se notaba podrida, la choza lograba estar encubierta por toda la naturaleza de alrededor, sin embargo, el pedazo que estaba a la vista dejaba entrever que era un lugar muy empobrecido.

Raro.

Ian se bajó del auto sin llegar a decir nada y caminó directamente hacia la choza, yo me quedé en mi lugar por varios minutos sin saber realmente que hacer, aun así, después de un momento decidí seguirle sin más.

Él estaba en silencio, ya se había acercado lo suficiente al lugar y se encontraba mirando la puerta de la choza con aire pensativo y distante.

—¿Qué hacemos aquí? —Le pregunté en voz baja.

Su ansiedad era casi palpable en el aire.

—¿Ian?

Traté de acercarme a él para tocarlo, pero esquivó mis manos con rapidez y una gran picada llegó directamente a mi corazón.

Auch.

—No soy tan bueno como crees, Isabella. —Sus ojos azules eran mas oscuros que nunca—. Dios sabe que soy todo menos bueno.

Sus palabras debían inquietarme, pero raramente no lo hacían, Ian en ese momento lo era todo para mí, todo menos algo malo.

—Si estás diciendo eso por lo que dije en el restaurante, de verdad lo siento, no pretendía meterme en tu vida. —Lo miré fijamente—, a veces digo las cosas sin pensar y…

—No, eso no tiene nada que ver, Is. —Se encogió de hombros— Es verdad lo que dices que nunca he sido realmente sincero contigo, no lo soy. Tú me has abierto totalmente las puertas de tu mundo y yo sigo aquí escondido en sombras, no mereces eso.

No dije mucho porque nada vino a mi cabeza en ese momento, yo solo pude mirarlo fijamente sin más.

—Voy a ser sincero contigo, lo seré. —Murmuró, — te contaré mi historia.

—No debes hacerlo si no quieres, de verdad que no.

—Prométeme algo, Isabella. —En ese caso él fue quien se acercó a mí.

Asentí sin dudarlo nunca.

—Prométeme que cuando te cuente mi historia, cuando te diga todo sobre mi pasado —Sus manos se elevaron y tocaron mi cabello. —Prométeme que no te vas a alejar de mí, prométemelo Is, por favor dime que no te vas a ir...

Un temblor recorrió mi cuerpo de manera inmediata, él no me estaba diciendo en palabra contextuales "Te necesito" pero en su suplica se escuchaba aquellas palabras no dichas, y entonces me pregunté ¿Cómo podía creer Ian que yo podría alejarme de él? ¿Como sería eso posible? ¿No se daba cuenta de que era todo lo que tenía?




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.