Dash era la bola de pelos más odiosa y celosa que había conocido, odiaba totalmente a Kelsy, de hecho, la detestaba tanto que incluso cada que la veía intentaba morderla.
Era un gato muy celoso, y no pude evitar preguntarme si eso lo había aprendido de su dueño, después de todo dicen que los animales adquieren un poco de las personalidades de quienes lo crían.
Mientras acariciaba a Dash en ese mismo instante, no pude evitar mirar el hermoso anillo de oro que había en mi dedo anular, era de oro blanco con perlitas doradas, en el centro de aquel existía una hermosa mariposa color azul; aquella era pequeña, delicada y fascinante.
Era el segundo regalo que me había dado Ian, un regalo que me dejó sin aire porque la mariposa del anillo era muy parecida a la que me había tatuado en mi hombro...
¿Que había significado aquella mariposa? ¿Por qué los dos la teníamos en la mente? ¿Por qué?
Como Ian me ordenó, investigué sobre aquel hermoso animal azul y encontré un sin fin de historias hermosas. la mariposa azul significaba demasiado cosas, en mi mente resonaba algo ligado a: «Fuerza, libertad y poder»
Una fuerza que iba ligada a la libertad de dejar el dolor atrás, para así poder renacer con fijeza por encima del dolor y la traición.
—¿Que hacemos con nuestras vidas, Dash? —le pregunté a la criatura negra.
Me estaba comenzando a aburrir en casa, ya no había mucho por hacer, hacía una hora había salido de una cita con el doctor y la psicóloga, una pesada cita en donde ambos prácticamente habían exprimido mi cerebro en busca del porqué me estaba negando a recordar y, sobre todo, buscaban hallar de donde provenían los traumas que me hacían olvidar.
La verdad la sección me había dejado agotada y de muy mal humor, ya sabía que mi amnesia era selectiva, pero la verdad no quería escucharlo más joder, iban a volverme loca y la cuestión era que no podía más con la sensación de culpa que cada vez se creaba mas dentro de mi al entender que era una estúpida que no lograba ni siquiera controlar su jodida mente.
El doctor quiso darme algunas pastillas para según él, lograr fortalecer mi cerebro, pero me había negado rotundamente, no iba a tomar pastillas y punto, no podía, me daba miedo... Blake tampoco quiso obligarme, más bien se mostró de acuerdo conmigo respecto a no medicarme y todas esas cosas.
Mi vida era un desastre la verdad, pero no era nada nuevo para mí, la verdad no...
No podía graduarme, tenía que repetir el último año, los días pasaban y no sabía nada de Ian aparte de unos cuantos mensajes y para colmo, para cerrar mi pesada cuestión de mala suerte, mis padres vinieron a visitarme.
Sí, mi mamá y mi papá estaban en ese momento en la casa y yo realmente no sabía que hacer con ellos, ambos se mostraban tal y como siempre conmigo, no me preguntaron por el accidente y mucho menos me desearon feliz cumpleaños atrasados, no hicieron otra cosa que no fuese pasar directamente de mí.
Como siempre...
En ese instante estábamos todos sentados en la sala de estar de la casa que Blake me había regalado, todo ese tiempo, mi padre se había negado a mirarme y mi madre me miraba realmente de manera escéptica y grosera, estaba segura de que mi cabello rojo estaba a punto de acabar con los nervios de ella.
Sentirme juzgada por ellos me puso muy nerviosa, es por ello por lo que traté de concentrarme en el hermoso anillo que me dio Ian, intenté imaginarlo cerca para así no sentirme tan sola y desolada.
¿Donde estaba? ¿Por qué no venía?
—¿Como va la empresa? —la voz de mi padre me sacó de mis pensamientos —¿Todo bien, Blake?
Mi hermano se veía tenso e irritado.
—Todo en forma, ayer organicé todo con los administrativos, también te envié con mi secretaria el informe del nuevo socio, sus propuestas hay que revisarlas mejor, pero estoy seguro de que podremos sacar un buen proyecto de ahí.
—Me alegra escuchar que todo está marchando bien, Blake —mi padre le asintió a mi hermano—, ya sabía yo que podrías llevarlo todo en forma y solo, que orgullo.
Mi madre retiró su largo cabello rubio de sus hombros y le sonrió a mi hermano con amabilidad e incluso amor. Traté de no mirarlos, ellos sabían que tenía amnesia, que había olvidado prácticamente cinco meses de mi vida y, aun así, no me mostraban ni una sola pizca de atención o amabilidad.
Yo en ese momento prácticamente no existía.
—Voy a pasarme por la compañía el martes para ver como te va, estaba pensando en... —Blake no lo dejó terminar de hablar.
—No tienes nada que hacer por allá realmente, ya te dije que todo está en orden, ademas creo que el martes no iré en todo el día a la empresa—explicó Blake—, acompañaré a Isabella a una cita médica y no sé cuánto tarde.
Un silencio llenó la sala y justo en ese momento Dash se levantó en mis piernas medio dormido, y me miró enojado cuando dejé de acariciarlo.
La voz brusca de mi padre asustó a la bola de pelos.
—¿Perderás un día de trabajo por una cita? —gruñó papá y yo me congelé ante su voz— dime que no estoy imaginándome aquello, Blake. Se supone que eres responsable. ¿Ella no puede ir sola a sus citas? —los ojos de él dieron con los míos y yo alejé la mirada con rapidez.
Esos ojos eran los dueños de mis pesadillas más aterradoras, esos ojos eran fríos y llenos de macabro desdén.
—Isabella tiene una cita médica y no la voy a dejar ir sola –respondió Blake sin más.
—Tienes responsabilidades, Blake —mi madre lo miró con fijeza— si ella tiene algo que hacer, que vaya sola, después de todo ya es independiente.