El arte de amar.

Capítulo 22

POV IAN

 

—Basta Ágatha, de verdad tengo mucho que hacer hoy —miré molesta a la morena y traté de concentrarme en la fila de números que tenía al frente, intenté entender el cálculo y las cuentas, aún así, me fue imposible seguir adelante, cuando no lograba sacar a Isabella de mi mente.

 

Las cosas últimamente no eran las mejores la verdad, la sensación de soledad estaba tan fuerte dentro de mi, que rápidamente me producía una sensación de agotamiento y malestar. Necesitaba a Isabella y a Dash devuelta en mi vida, me daba cuenta de que no era un hombre que pudiera vivir en soledad y la pregunta era ¿Cómo había hecho para sobrevivir antes de su llegada?

 

Cuando amas a alguien, cuando te das cuenta de que esa persona es tu mundo y que jamás podrías respirar sin ella, se te hace imposible no preguntarte cómo pudiste haber vivido todo ese tiempo sin la presencia de la persona que ahora le da vida a tu vida. 

 

A pesar de que Blake y yo no éramos precisamente amigos, se había encargado de mantenerme al tanto de la salud mental de Isabella, de hecho, esa misma mañana me había comunica que el doctor que la había revisado no había hallado ningún cambio importante o de mayor importancia dentro de la amnesia de ella, no existían avances con el paso de los días y cabía una gran posibilidad de que Isabella jamás recuperara sus recuerdos.

 

Me dolía, saber aquello me mataba y no iba a negarlo, y aunque estaba tratando de mostrarme fuerte y como si nada ante ella, por dentro me estaba muriendo de agonía de solo pensar que ella no sería capaz de recordar sus verdaderos sentimientos por mí, sin embargo, era consciente de que, si lograba recordar todo, quizá al final del día ella no me perdonaría por lo que dije y por lo que vio. 

 

Mi terror más grande era perderla para siempre, lo era.

 

—Tienes que superarlo —gruñó Ágatha quien seguía de pie frente a mí.

 

Retiré la mirada y traté de evitar suspirar cansinamente.

 

—Yo no tengo que superar nada, Ágatha —le hablé con pausa— tú necesitas darme un poco de espacio.

 

—¿Te estoy asfixiando? —cuestionó.

 

No respondí absolutamente nada.

 

—Solo te has centrado últimamente en ella y... ¿Que hay de mí? ¿Qué hay de nosotros?

 

—No hay ningún nosotros —le aclaré frívolamente— ya lo sabes, ¿por qué te cuesta tanto entenderlo?

 

Los ojos azules de ella brillaron con dolor.

 

—Yo te necesito Ian.

 

—Y yo la necesito a ella —me cansé de ser amable— si aquí estamos hablando de necesidad y demás cosas, tú no eres la mía, Ágatha.

 

—Pero...

 

—La amo —confesé— amo a Isabella con mi vida, lo hago.

 

—No te recuerda, ya no.

 

—Pero yo si la recuerdo, mi amor lo hace y es necesario de que lo entiendas. Voy a encontrar la manera de estar con Isabella, no contigo.

 

No quería ser malo con ella, yo siempre querría protegerla y estar ahí, sin embargo, no pospondría mi felicidad por la suya, no podía.

 

—Soy tu amigo, lo soy —hablé con amabilidad—sin embargo, no me pidas más de ahí, porque no tengo nada de aquello para ti.

 

Esas palabras al parecer la afectaron más de lo normal, porque ella retrocedió unos cuantos pasos y habló en voz dólidamente baja:

 

—Tú también acabas de hacerme daño después de todo lo que hemos pasado juntos, después de tanto dolor —su voz se rompió— y vas a arrepentirte por desecharme Ian, lo harás.

 

Ella limpió unas cuantas lágrimas de sus mejillas.

 

—Ágatha... 

 

—Esto no sé queda así —gruñó orgullosamente, mientras se daba la vuelta y salía furiosa del lugar.

 

En ese momento no pensé realmente en las amenazas de ella, estaba herida y lo entendía, ya volvería a mi lado para que le hiciera compañía o algo así, Ágatha siempre había sido muy dependiente a mi persona o eso creí, aun así, cometí un gran error; subestimé el corazón roto de una mujer herida.

 

Quise intentar arreglar las cosas con la castaña, pero no llegué muy lejos porque recibí una llamada por parte de Blake, una llamada en donde me contaba sobre un incidente con su padre, Isabella y Dash.

 

No se me hizo raro que el rubio me llamara, como dije antes, él a pesar de tener cierto desagrado hacia mí, desde el incidente no dudo jamás en comunicarme cualquier cosa que estuviera ligada a la pelirroja, él sabía, notaba y entendía que yo si me preocupaba por su hermana y al final del día, haría cualquier cosa por su persona.

 

No tardé más de media hora en llegar a la casa campestre de Blake, él me comunicó rápidamente todo lo que había sucedido y me permitió ver a Isabella, cuando llegué a la habitación de ella y la encontré temblando y llorando... Todo el mundo se vino a mis pies.

 

No soportaba verla sufriendo, su dolor era el mío y siempre seria así.

 

Después de un tiempo Blake se fue y me dejó solo con ella, intenté hablarle porque su silencio me ponía nervioso, ella no dejó de llorar y fue por eso por lo que la senté y la obligué a acostarse contra mi pecho.

 

Ella lloró y se sintió muy culpable por lo de Dash, aseguró que odiaba a su papá y yo rectifiqué que iba a asesinar a aquel bastardo por pesado y abusador.

 

—No estoy enojado —le susurré besando la cima de su cabeza— no contigo, cielo.

 

Se apretó más contra mí y supe que estaba desesperada por tener más de mi calor.

 

—No te vayas de nuevo, Ian —pidió en voz baja y adormecida. 

 

—Nunca me he ido realmente, aquí sigo.

 

—Pasan días y no vienes aquí conmigo, ¿por qué? ¿Hice algo mal?

 




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