Las casualidades solo son la forma en que la vida nos demuestra que hay cosas que ya estaban escritas en nuestro destino. Así que nada es casualidad, cada cosa, situación y persona siempre tendrán un motivo.
Cada uno debe encontrar el porqué.
—Aiden necesito hablar contigo.
—¿Contigo? —arqueo una ceja y yo fruncí el ceño— ¿Se supone que ahora seremos amigos y nos haremos trencitas mientras cantamos canciones de High School Musical? — elevó sus cejas y me regaló una sonrisa torcida, el sarcasmo y la ironía se apoderó de su rostro.
—Dudo que te sepas las de High School, cuando salieron seguramente estabas más preocupado por la chica de primer año en la facultad— sí, ahora hacíamos pequeñas bromas entre nosotros, en vez de pelear tan seguido.
—¿Cuántos años crees que tengo? —pregunto horrorizado.
—¿74?
—¡Oh! me alagas, ¿Que me delató, las arrugas o el bastón?
—La forma en la que bajas las escaleras.
—¿Crees que el Alzheimer llegará pronto? —siguió bromeando, pero la preocupación por lo que podría estar tramando ese idiota no me dio ánimo de seguirle la corriente.
—Es enserio, necesitamos hablar —corté las bromas y la seriedad tiño mi voz.
—Créeme, de todas las veces en las que una chica me ha dicho eso, ninguna ha terminado bien —miró su laptop unos milisegundos y me volvió a mirar— ¿Esta es la parte de donde me declaras tu amor o donde me dejas por ser un patán? —intentó bromear de nuevo, pero ni siquiera sonreí.
—Esto es serio —repetí.
No sé si fue mi tono de voz o mi semblante, pero lo entendió. Se enderezó y con la mano me hizo una seña para que tomara asiento frente a él. Lo hice.
—Tal vez no sea de mi incumbencia, pero si se trata de la empresa necesito saberlo —asintió— ¿Qué tratos, para la empresa, haz hecho con Tyler?
—¿A qué te refieres?
—¿Han hecho algún trato de insumos, va a invertir en la colección, entrará a la empresa...?
—Amalia, no sé qué ha pasado entre ustedes, pero lo que haga con él y en mi empresa, son cosas muy diferentes. Debes…
—Aiden, él no es de fiar — solté, interrumpiéndolo—, ni siquiera como amigo.
—¿Por qué lo dices? —frunció el ceño.
—Lo único que voy a decir, es que Tyler Miller solo sabe llevar problemas a donde quiera que vaya, vendería a su abuela si aún viviera.
—Amalia.
—No, Aiden —volví a interrumpir—. Sé lo que te digo, lo conozco mejor de lo que crees. Cualquier cosa que te haya ofrecido, por mínimo que sea, solo es bueno para él.
Pareció meditar mis palabras unos segundos y asintió.
—Lo tendré en cuenta —fue lo único que dijo antes de volver su vista a las carpetas frente a él. Cualquier rastro de diversión se había escapado de su semblante.
—Aiden, sé que tal vez no confías en mí de todo, pero es hora de que dejes tu orgullo a un lado y entiendas que estoy aquí para ayudarte. Si digo que seas cuidadoso con él, es por una razón. Por eso, vine hasta aquí, para decírtelo —sopesé mis siguientes palabras— Puede que me haya equivocado al decir que está ahí sólo por tu apellido —y por más que mi orgullo me lo impidiera, me forcé a decir lo siguiente, aunque fuera verdad. Una verdad que no quería admitir—. Te lo has ganado, eres capaz y lo suficientemente inteligente para manejar esta empresa —pero como mi alma no estaría en paz si no lo fastidio indirectamente—. Espero que no, lo suficientemente idiota o ingenuo para creer en él —sus ojos se cruzaron con los míos y me regaló una sonrisa torcida.
—No perderías la oportunidad, ¿No?
Sonreí en respuesta.
—Prométeme que no harás negocios con él —me miró con cara de pocos amigos, pero al ver que lo decía en serio asintió—. Dilo —lo señalé con mi dedo índice.
—Lo prometo ¿Feliz? —enseñó los dientes sin nada de gracia.
Asentí y salí de su oficina, confiando en su palabra. Aunque cierta parte dentro de mi, se mantenía inquieta, y solo podía reprocharme por eso, porque, por alguna razón, sentía la necesidad de confiar en él
—¿La forma en la que bajas las escaleras? ¿El Alzheimer llegará pronto?
Di un pequeño salto antes de girar sobre mi eje.
—¿Estabas escuchando?
—¿Desde cuándo son tan amigos? —evadió. Y aunque en cualquier otra situación su pregunta se podría tomar como celos. Su sonrisa picarona dejaba en claro que no lo era
Era de esas sonrisas que le das a tu amiga cuando sabes algo que ella no, y que precisamente no es cuántos lados tiene un pentágono, sino cuando sabes que ella y esa persona se tienen algo guardado.
En cuanto mi cerebro lo entendió, se horrorizó. Y tal vez mi expresión lo demostró porque Sam soltó una pequeña risa.
—Lo que sea que estés pensando, no es así —me apresuré a decir, acercándome a su escritorio
—Yo no he pensado nada —se encogió de hombros—, solo hice una pregunta —pero su maldita sonrisa no se borraba
—Samantha —advertí
—Ya, ya —elevó ambas manos en señal de paz—. Es solo que nunca había visto que Aiden bromeara con una chica, sin su habitual ironía. Y —remarcó—, que no fuera una de sus conquistas —entre cerré mis ojos, acusandola—. Bien, tampoco esperé que pudieran bromear en una conversación sin antes agarrarse a pellizcos.
Y por más que quiera refutar, no había nada que decir. Ella tenía razón, por algún motivo de un día para otro no nos llevábamos tan mal y eso me generó algo de malestar.
¿Y si ya había hecho algún trato con Tyler, y solo querían despistarme?
Mi mente comenzó a correr imaginando diferentes escenarios donde ambos se coluden para engañarme y así, Tyler salirse con la suya.
—Generalmente tienes un rostro muy lindo, pero no me gusta para nada la expresión que tienes en este momento.
—¿Crees que su amabilidad sólo sea para despistarme? ¿para hacer algo a mi espalda?