El arte de amarte

Capítulo 4

Suelo salir a correr cuando no encuentro inspiración, cuando me encuentro estresado, cuando me siento encerrado o simplemente cuando quiero tomar aire para oxigenar el cerebro.

Hoy, no sé exactamente por cuál de estas razones me encuentro trotando en el parque que queda a dos cuadras de mi departamento. Sin embargo, sé que al volver del hospital no siempre mi humor es bueno.

Poco a poco voy bajando la velocidad al ver el edificio, saludo al conserje y subo las escaleras dos en dos para trabajar mis piernas y antes de abrir la puerta, caigo al suelo para hacer una serie de flexiones de brazos.

—Hermano, siempre supe que eras raro pero no sabía hasta qué extremo —la voz de Ray suena como eco en el pasillo pero lo ignoro y continúo con las flexiones.

Luego de completar la serie, me incorporo de un salto y entro al departamento corriendo por su lado hasta llegar a mi habitación. Me despojo de mi ropa y entro a la ducha. Giro la cabeza de lado a lado para relajar mis músculos con el agua caliente, cuando veo mis cremas para el cabello en perfecto orden por tamaño, frunzo el ceño. No suelo utilizarlas todas, a veces hasta se me olvida pero no puedo permitir que me falte algún día. Persona precavida, vale por dos. Así es, eso no se aplica solo a las mujeres.

Pocas veces he permitido el desorden en mi vida, pocas veces he admitido un acto de irresponsabilidad en mis deberes. Sin embargo, no siempre puedo garantizar el orden de todo lo que me rodea. Eso no quiere decir que no lo intente a cada minuto del día y creo que es esa la razón del porque termino con los músculos contracturados al final del día. Tengo veinticuatro años, soy joven. Sin embargo, mis exámenes psicológicos y mi coeficiente intelectual dieron la edad de mi padre. No sé si sentirme halagado o insultado.

Al salir del baño, busco un simple pantalón de jean azul, una camisa blanca y unos zapatos marrón a juego con el cinturón. Suelo ir de traje a la empresa pero no hoy, ya que iré a ver el comienzo de la producción de vino de la familia Kauffman. Luego de ajustar mi reloj de plata en mi muñeca, salgo del cuarto. Estaba a punto de golpear la puerta de Ray, cuando escucho ruido en la cocina.

—Fran, termino con esto y voy contigo a la empresa —dice.

Frunzo el ceño, confundido—. ¿Por qué irías conmigo a la empresa?

Voltea y me sonríe—. Creí que tú padre te lo había dicho, trabajaré en el proyecto de lo Kauffman.

—¿Qué? ¿Por qué? La empresa tiene un contador —cuestiono, refiriéndome a su profesión.

—No lo sé, tu padre simplemente me contrató —dice, cierra la puerta de la heladera y voltea a verme—. Linda camisa, ¡vamos!

Aún estupefacto, sigo a mi amigo. Él y yo somos muy opuestos, a simple vista se puede saber quién es el hiperactivo y quien es el gruñón. Y eso me parece estupendo, evito varias personas que no me gustaría enfrentar en la vida.

—Estoy emocionado, jamás he trabajado en una empresa con tal reconocimiento. Dios, no se lo digas a mi padre, me matará si se entera que considero su empresa una tonta y aburrida. Es que digo, una empresa de indumentaria no es muy divertida. Aquí voy a poder ver cómo...

¡Por Picasso! A esto me refiero con hiperactivo y eso que en este momento, únicamente habla. Se pone peor con un poco de azúcar encima. El corto camino hacia la empresa me encargué de silenciarlo poniendo música a volumen alto. 

—Al fin llegamos, no sé como no te duelen los oídos al escuchar la música tan alta.

—Te escucho a ti y, ¿qué crees? Sigo vivo —le doy una sonrisa burlona de lado y al recibir una mala mirada de su parte, me pongo serio, arreglando mi camisa.

Mi padre nos aborda mucho antes de entrar a la empresa en busca de la carpeta con la información. Nos saluda y nos dirigimos a la reciente adquisición de mi padre, un carro de golf. ¿Para qué? Para dirigirnos a la parte trasera de la empresa donde se encuentran el impresionante viñedo de la familia. Ridículo el transporte sin embargo, papá no dudó en cumplir su capricho y resulta ingenioso desde algún perezoso punto de vista. 

El viñedo Botticelli fue creado por el bisabuelo de mi padre y el legado continúa hasta hoy en día. Me apasiona el hecho de ver cómo se crea el vino que termino degustando y no es por alardear pero los mejores vinos, los produce nuestra empresa. La empresa se encuentra a las afuera de la ciudad. El viñedo está aún más lejos de la empresa, con el suelo adecuado y con exposición correcta al sol, está en el lugar adecuado de latitud y altitud, ideal para la elaboración de uvas. Las extensas bodegas, se encuentran a solo un par de kilómetros del viñedo, en donde se producen los tres primeros procesos elementales para la elaboración del vino: la vinificación, la estabilización y el embotellado.

—Señor Botticelli, amo su carro —ruedo los ojos ante el comentario de Ray.

—Lo sé, fue lo mejor que me pasó en años —responde emocionado, mi padre.

—Gracias papá —digo, leyendo la carpeta con la información del vino de los Kauffman.

—Hijo, tienes dos décadas de edad, créeme que esto es lo más emocionante que me ha pasado en años —dice divertido. Niego con la cabeza, conteniéndome de reír.



#45658 en Novela romántica
#12359 en Joven Adulto

En el texto hay: ceo, chicomalo

Editado: 26.08.2018

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.