El arte de amarte

Capítulo 6

"Todas las batallas en la vida sirven para enseñarnos algo, inclusive aquellas que perdemos"

Paulo Coelho.

—Dijiste ella —vuelve a insistir.

Ruedo los ojos y niego con la cabeza—. Dije él, por el asma. Sabes que soy asmático y en ese momento me dio un ataque.

Patrañas. Eso era mentira, él y yo lo sabemos perfectamente. Sin embargo, agradecía mucho el hecho que lo dejara pasar. Es por eso que varios días después de esa recaída, volví a las sesiones. Algo dentro de mi lo exigía, necesitaba hablar con alguien y él era el indicado, aunque le oculte cierta información.

—Como sea. ¿Qué tal tu semana? —pregunta con la vista fija en mi.

Suspiro aliviado y cierro los ojos, comenzando a relatar la respuesta. Sus ojos inspeccionaban cada uno de mis movimientos, mis gestos, incluso el temblor de mis palabras. Él era un profesional y de eso, no había dudas.

—¿Qué me dices de Florence? —pregunta lentamente.

Cierro los ojos, maldiciendo en mi interior.

—El proyecto va viento en popa, hay varios detalles que pulir y...

—Sabes bien de qué hablo —me interrumpe.

Suspiro derrotado—. Entonces sé directo en tu pregunta.

—¿Qué tan amenazado te sientes por su presencia? —boom. A eso llamo yo, ser directo.

—¿Qué tan sincera debe ser mi respuesta? —entrecierro mis ojos en su dirección.

—Soy tu amigo, debes ser sincero.

—Crei que eras mi psicólogo —respondo.

—Antes de psicólogo, soy tu amigo y lo sabes bien.

Es verdad. James Trevain era mi mejor amigo junto con Ray, desde los diez años. Él era mi psicólogo desde que murió el señor Lepart, hace exactamente tres años. Ellos fueron los únicos profesionales con los que estuve y estoy dispuesto a abrir mi cabeza y compartir mis miedos.

—Sabes que el amor no es el que lastima, sino las personas ¿no? —cuestiona seriamente, yendo a ese lugar oscuro al que tanto me cuenta volver.

—Entonces ¿qué? ¿Amo pero no a una persona? Eso no tiene sentido —trato con todas mis fuerzas girar el tema de conversación.

—Sabes perfectamente de qué hablo y no, no tiene sentido lo que dijiste —rueda los ojos—. Simplemente la conoces, pasas tiempo con ella y dependiendo cómo te sientes, decides si es o no una buena persona con la cuál abrir tu corazón.

Frunzo el ceño. Este es nuestro problema.

Ninguno de los dos creemos en el amor, pero lo que nos hace llegar a concepciones totalmente distinta es que él nunca ha conocido el amor y yo simplemente lo rechazo por el mismo motivo.
James cree que uno decide cuándo enamorarse y de quién enamorarse pero yo digo todo lo contrario, el amor es tonto, es ciego y es débil. Mi concepción del amor es esa, basándome en hechos pasados. Sin embargo, mi amigo y psicólogo no lo cree posible, lo que hace que muchas veces haya fuertes discrepancias.

—Ya no quiero hablar de esto —sentencio.

—De verdad que no te entiendo —cruza las piernas en una pose un tanto femenina—. Hagamos esto, analízala.

Frunzo el ceño—. ¿Analizarla?

—Exacto. Puedes medir sus reacciones, puedes examinar su actitud y puedes analizarte a ti mismo, inclusive.

—No creo que eso sea posible —me incorporo de golpe—. ¿Llevo un bolígrafo y papel a todos lados, tomando notas de qué hace, cómo lo hace y cuándo? Es algo... psicótico.

—Tú lo haces sonar así —rueda los ojos—. Lo único que sugerí es que la conozcas a fondo. Tan simple como eso, conocer a una persona.

—James, tú sólo complicas las cosas —me levanto del asiento y busco el saco de mi traje—. Estaba mucho mejor antes de que hayas puestos todas estas dudas en mi cabeza. Eso no hace un psicólogo —lo señalo seriamente.

—Un psicólogo no te aclara las dudas, él te ayuda a resolverlas —suspira y me imita—. Nos vemos la próxima semana, Francisco.

Ruedos los ojos. Muchas veces quiero matarlo lentamente cuando de las da con sus aires de sabelotodo.

—Comienzo a odiarte.

Suelta una carcajada—. Nos vemos el fin de semana, amigo.

Sonrío aunque no quiera y salgo del consultorio.

Me tomó mucho tiempo entender que necesitaba de un psicólogo y que si lo necesitaba no era porque estaba loco ni mucho menos. Gracias a James, desde ese momento me siento mejor.

Una vez fuera del edificio, voy a mi auto para ir a la empresa.

Mi trabajo es algo que tomo muy en serio y no sólo porque sea algo familiar, sino porque soy bueno en hacer lo que hago y eso me da mucha satisfacción. Ser diseñador gráfico de excepcionales productos y no es un trabajo fácil, muchas veces sientes que hiciste un diseño único y luego, el cliente lo bota como si no te hubieras gastado más de una semana en hacerla. Tampoco el ser catador de vino era tarea sencilla, se requiere de un paladar finamente trabajado, tener altos conocimiento en agricultura —porque a mi me gustaba saber de dónde procedía el vino que degustaba— en otras palabras, debías tener un paladar único.



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En el texto hay: ceo, chicomalo

Editado: 26.08.2018

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