El arte de ser tú

Capitulo 1: Lienzo

Imagina creer que tu vida está predeterminada a un solo momento, un solo final, un solo desenlace. ¿Te sentirías quizás entristecido? ¿O tal vez decepcionado? La vida puede parecer un torbellino de problemas, pero también está llena de oportunidades para encontrar soluciones. Muchas personas, en algún punto, hemos pensado que nuestras dificultades nos definen, que son un límite. Pero la verdad es que cada desafío es una invitación a descubrir nuestra mejor versión.

A veces, esos momentos inesperados son los que nos ayudan a dibujar un nuevo camino en nuestro lienzo personal, y esta es una de esas historias.
Era un día como cualquier otro, y mi papá y yo viajábamos en nuestra vieja bicicleta hacia el pueblito donde vivía mi abuela, claro aun no hemos entrado en contexto verdad? mi persona se crio en un lugar llamado nanchoc, muy cerca a ciudades como oyotun, chepen y entre ellos también esta chiclayo que queda aproximadamente como a dos horas de ahi, cuestión de que el entorno donde sucedio todo esto fue en una de esas tantas idas que soliamos llevar a cabo con mi papá. Yo iba sentado en la barandilla delantera, disfrutando del viento en mi rostro mientras él pedaleaba con fuerza. A nuestro lado trotaba Boby, nuestro fiel perro, que siempre nos acompañaba en esos viajes. Todo parecía normal, hasta que un pequeño descuido cambió el curso de aquel día.

En un momento, mientras íbamos en camino, mi pie se atoró entre los rayos de la bicicleta. Recuerdo el dolor, intenso y agudo, que me dejó tirado en el suelo. La sangre brotaba, y mi papá, entre el pánico y la preocupación, intentaba entender cómo ayudarme. En ese momento, no teníamos otro transporte que no fuera la bicicleta, y la posta médica más cercana estaba a treinta minutos a pie. Pero no estábamos solos: Boby, como siempre, nos acompañaba, era demasiado leal a nosotros.

Con esfuerzo, mi papá me levantó, y juntos nos dirigimos hacia un pequeño pueblo cercano llamado Hacienda Vieja. Allí, un amigo nos ofreció su moto para que pudiéramos llegar más rápido a la posta médica. Durante todo el trayecto, Boby no se apartó de nuestro lado, trotando junto a la moto, como si entendiera la gravedad de la situación.

Cuando llegamos a la posta, los doctores comenzaron a tratarme. Mientras yo miraba por una ventana del pasillo, vi a Boby, con su mirada fija en mí, como si quisiera asegurarse de que todo iba a estar bien. Según mi papá, no se movió de la puerta en ningún momento, esperándome con la misma paciencia y lealtad de siempre.

Lo que siguió no fue fácil. El accidente me dejó con un yeso en el pie durante semanas, y todo ocurrió justo en medio de las clases virtuales. No podía salir, no podía ver a mis amigos, y muchas veces sentía que el mundo se había vuelto más pequeño. Pero incluso en esas circunstancias, decidí no rendirme.

Aprendí a adaptarme a las nuevas limitaciones. Mis días se llenaron de esfuerzos por mantenerme al día con mis clases y por mantener mi ánimo en alto, a pesar de la distancia que sentía hacia los demás. Con el tiempo, no solo sanó mi pie, sino que también fortalecí mi espíritu. Me di cuenta de que las adversidades no están ahí para detenernos, sino para enseñarnos lo fuertes que podemos ser.

Hoy entiendo que esa experiencia no solo fue una prueba física, sino también emocional. Aprendí a ser paciente, a valorar las pequeñas cosas y, sobre todo, a reconocer que, incluso en los momentos más oscuros, siempre hay una forma de salir adelante. Como un lienzo en blanco que espera ser pintado, mi vida, desde entonces, es una obra en constante construcción, hecha de lecciones, desafíos y la voluntad de seguir creando.

Cada desafío es solo otro paso hacia una versión más fuerte y resiliente de nosotros mismos. Al final del día, somos el arte de nuestras propias vidas, dibujando nuestro camino con cada decisión y cada superación.

"No es la carga lo que te destruye, sino la manera en que la cargas." – Lou Holtz

Gracias por haberme acompañado en este primer capítulo. Es increíble pensar que, de alguna forma, nuestras historias se cruzaron en estas páginas. Espero que algo de lo que compartí te inspire o te haga reflexionar. Nos seguiremos encontrando, palabra a palabra, mientras construimos juntos este viaje. Hasta la próxima.




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