Mi mirada y la suya se cruzaron, una macabra sonrisa se reflejaba en ese rostro, el cuerpo no me respondía, estaba congelado. Gritos comenzaron a escucharse, a pesar de que estábamos en la zona segura la cual se encontraba bajo una luz blanca donde todo era visible, nadie había notado su presencia.
La muerte estaba en ese lugar, todos los que estaban cerca de esa persona con capucha comenzaban a morir por desangre, el sufrimiento de esas personas era notorio, el ambiente olía a muerte, los gritos de agonía, los gritos de aquellos que estaban cerca del asesino, el llanto de aquellos que estaban perdiendo a sus amigos, la sangre derramada…
Toda la multitud corrió a la salida de emergencia, lentamente iban saliendo, un embotellamiento estaba en la puerta, la muerte se estaba acercando lentamente con un gran cuchillo afilado, todos trataban de salir, yo estaba en una esquina viendo como sucedía todo, alejado de todos, donde nadie me viera.
El asesino desapareció por unos momentos, un silencio se hizo presente, la incertidumbre reinaba, al ver que todo estaba calmado siguieron saliendo lentamente, minutos después el asesino volvió a atacar sin que nadie se diera cuenta de cuando volvió.
Ahora ese sujeto tenía un hacha con la cual cortaba las cabezas de cada joven que estuviera en su camino, las cabezas rodaban como si no hubiera un mañana, todos los jóvenes atrapados en el embotellamiento querían salir más rápido pero no lo lograban. El asesino manejaba esa arma con gran facilidad y parecía no tener sentimiento alguno al hacer eso.
Un rugido como el de esa noche en el pueblo se escuchó en el patio principal de la escuela. Al escuchar esto el asesino desapareció sin rastro alguno. Todos escaparon de la escuela lo más rápido posible.
La zona segura había quedado cubierta de sangre. La noche dominaba, eran ya las 10:00 p.m. cuando todos salimos de la escuela traumatizados por lo sucedido.
Corrí con todas mis fuerzas a mi casa, al llegar mis traumas de aquel viaje habían vuelto a despertar, decidí dejar de salir por un tiempo, afortunadamente las clases fueron suspendidas temporalmente hasta que se averiguara que ocurrió esa noche.
Las noticias después de eso decían que mi escuela no fue la única en la que ocurrió esto sino en todas las escuelas donde había jóvenes de cierto rango de edad a esas horas de la noche, además fue simultaneo, todo sucedió a la
misma hora. Se reportaron más de diez mil muertos en una noche y un gran robo masivo, toda la información de cada estudiante de cada escuela había desaparecido. Sea lo que sea, el asesino nos tenían en la mira.
También grandes incendios se reportaron en las escuelas, incendios que tardaran en ser calmados. Nadie sabía el porqué de los incendios pero yo…yo si lo sabía, era acto de la señorita muerte.
Un mes después de todo lo sucedido, mi celular comenzó a vibrar, era Cari…Respondí la llamada.
+Hola –le dije a Cari.
-No sabes lo mucho que me alegra escucharte –respondió cari al borde del llanto.
+Yo me alegro de que tu estas bien después de todo aun me preocupo por ti. –Le dije a Cari.
- Oye me gustaría salir contigo un día…necesito hablar contigo y dejar las cosas claras ¿Podríamos intentarlo? –Dijo Cari llorando.
+Claro.
La llamada se perdió, lance mi celular lejos de mí y me recosté en mi cama a seguir pensando en lo horrible que había sido todo.
El tiempo siguió pasando, lentamente los jóvenes eran asesinados uno por uno de la misma forma, les quitaban los ojos, robaban sus órganos y posteriormente eran crucificados de cabeza. Se estableció un toque de queda para que nadie saliera a partir de cierta hora y así se cumplió el posible objetivo de la secta, la ciudad, mejor dicho el país estaba aterrado.
Cuando deje de lamentarme y logre salir de casa fui a mi escuela para ver cómo había quedado después del incendio. Al llegar, ahí estaba ella, Jennifer vistiendo una chaqueta de piel, unos lentes de sol y unas botas bastante largas.
+ ¿Jennifer? –pregunte cuidadosamente.
- ¿Rub? –Jennifer.
+ ¿Qué haces aquí? –le dije a Jennifer.
Una vez que dije eso, Jennifer corrió a abrazarme y con lágrimas en sus ojos solo dijo.
-Me alegro de que estas bien, entiendo cómo te sientes, yo también perdí a muchas personas importantes y vine hasta aquí solo para hacerte sentir
que esto nunca ocurrió y olvidar esto juntos. –respondió con una voz cortada.
Fuimos a un parque cercano, nos sentamos en una banca yo no tenía ánimos, estaba hundido, Jennifer metió su mano en una bolsa de la chaqueta y saco un bote pequeño con liquido morado.
-Toma un poco, esto me lo dieron cuando estaba deprimida, en verdad me sirvió bastante, te sube el ánimo de golpe. –dijo Jennifer con voz tierna.
Tomé un poco de ese líquido morado y el efecto comenzó rápido. La vida dejo de importarme, me sentía feliz, libre de ese estrés que la situación me causaba.
Al fin era un alma libre, mi brazo comenzó a dolerme, me revise y otra vez, el pentagrama comenzó a sangrar por alguna razón extraña, Jennifer sujeto mi brazo ensangrentado y le dio abrazo con todas sus fuerzas, la sangre corría por sus brazos, era hermoso.