Capítulo 13: Tormenta en el Horizonte

El amor que sentía por Daniel se había vuelto tan real como el mar que azotaba contra la costa, un sentimiento que se había vuelto tan intrínseco en mi ser que no podía imaginar mi vida sin él. Pero con la llegada de ese sentimiento, vino un miedo que no esperaba. Un temor a perderlo.

Nos hallábamos un día en la costa, observando el horizonte, cuando un susurro inquietante del viento nos hizo voltear. El cielo, que antes estaba imperturbablemente azul, ahora se llenaba de oscuros presagios.

"La tormenta..." murmuró Daniel, su voz tan sombría como el cielo. Sus ojos, normalmente llenos de calma, brillaban con una intensidad que nunca antes había visto.

"¿Es la de la que nos advirtió tu madre?" Pregunté, mirando con cautela el horizonte.

"Así parece", dijo él, su voz llevada por el viento que comenzaba a aullar.

El aire se llenó de una tensión palpable, una presión que parecía pesar sobre nosotros. Sabíamos que esta era la batalla por la que nos habíamos estado preparando. Pero el miedo, la duda, amenazaban con desbordarse.

Nos giramos para mirarnos. El rostro de Daniel, normalmente sereno, estaba tenso, pero en sus ojos vi algo más. Determinación. Amor.

"Sofía", dijo con una voz llena de ternura, "pase lo que pase, quiero que sepas que te amo."

Sentí como si el aire se hubiera quedado sin respiración. Mis miedos, mis dudas, todo se desvaneció ante sus palabras. Mis ojos se llenaron de lágrimas mientras lo abrazaba, sintiendo la solidez de su cuerpo contra el mío.

"Yo también te amo, Daniel", le dije, mis palabras perdidas en el viento.

Sin soltarme de su agarre, Daniel me miró a los ojos, y por un momento, la tormenta que rugía a nuestro alrededor pareció desvanecerse. Fue solo nosotros, solos contra el mundo. Y en ese momento, supe que, pase lo que pase, enfrentaríamos juntos la tormenta.

Después de todo, el amor es el ancla en la tormenta, la luz en la oscuridad. Y juntos, estábamos listos para enfrentar lo que sea que el futuro nos tuviera reservado.