El beso de la libélula

Capitulo 3

LAIA SALERNO

Mi jornada laboral había terminado; bajo de mi vieja chatarrita, es así como llamo a mi Volkswagen Gol Trend, gris, modelo 2019. Lo llamo así, de forma burlona; pero la realidad es que me costó mucho poder comprarlo. Tuve que pedir un préstamo, además de ahorrar por años, hasta la fecha lo sigo pagando.

Entro al edificio, saludo al portero y subo al ascensor. Marco el número 3, y reviso mi celular. Salgo del ascensor. Saco la llave de mi cartera, y meto mi celular dentro de ella. Abro la puerta, y con lo primero que me encuentro es con Félix, un Jack Ruselle de 1 año de edad. Pegando saltos, para llamar mi atención.

Dejo mis cosas en el sillón del living. Me hago una cola en el pelo; me saco los zapatos tacos altos, los cuales odio. Y dejo que la fría porcelana blanca, refresque mis pies. Busco con mi mirada a mi hijo adolescente. Pero no lo encuentro, entonces me dirijo hacía su habitación. Abro la puerta sin golpear, lo encuentro con sus grandes auriculares blanco, sentado en su cama, jugando con la play.

-Elián… -Le digo, me paro en frente de la televisión y me mira mal-.

-Mamá, ¿no ves qué estoy jugando? –Me responde, molesto-.

-Sí, no soy ciega. Pero sabes muy bien que en esta casa hay reglas, las cuales no cumpliste por jugar. –Me cruzo de brazos y no me muevo del lugar-.

Se saca los auriculares; fastidioso se levanta de la cama y me mira molesto.

-Estoy de vacaciones ¿acaso no puedo divertirme un poco? –Me responde elevando sus manos hacía el cielo-.

-Podes hacerlo, pero respetando las normas que acordamos. Por lo que veo, y a simple vista, no limpiaste tu habitación, tampoco hiciste las compras. Y como si faltara poco, no sacaste a pasear a Félix. El perro está como loco, porque su hora de paseo, ya pasó. –Me mira y baja la cabeza-.

-Pensé que el tío lo haría por mí, pero parece que no lo hizo… -Responde, encogiéndose de hombros-.

-Thomas no es tu mucamo, y eso lo sabes muy bien. El perro es tuyo, y por lo tanto, debes asumir tu responsabilidad hijo. Sabes que trabajo todo el día, y lo mínimo que espero de vos, es que me ayudes un poco. –Le respondo molesta-.

-Perdón, perdón por no encontrar la casa reluciente ama. Le prometo que no volverá a pasar. –Me responde irónico-.

-Siempre me prometes lo mismo, y terminamos haciéndolo, tu tío y yo. Ambos tenemos nuestras responsabilidades, y estaría bueno que vos nos ayudaras. Pero, visto y considerando que estas ironizando conmigo, voy a asegurarme que mañana lo cumplas.

Entonces, para eso, voy a desconectar este maldito juego, el cuál por cierto te mantiene como zombie todo el tiempo. –Desconecto el aparato ante la mirada fulminante de mi hijo-.

Cuando estoy a punto de irme a mi habitación me detiene, suspira hondo y me mira fijo.

-Lamento hablarte de esa forma mamá… -Me dice con su semblante triste-.

-Elián, necesito que entiendas que esto no lo haga en contra de vos. Más bien, quiero que aprendas a adquirir responsabilidades, y no estés todo el tiempo con este maldito aparato. –Él asiente con la cabeza-.

-Si queres llevarlo, hacelo. Solo quiero que sepas, que este aparato mantiene mi cabeza ocupada, me aleja de la realidad, del pasado que no quiero recordar, porque me lastima. –Sus palabras me hieren hasta lo más profundo-.

-No importa cómo me comporte con vos, porque siempre me vas a hacer responsable de la traición y abandono de tu padre. –Le respondo, con lágrimas en mis ojos-.

Dejo el aparato en la cama, y salgo de la habitación dando un portazo. Mientras las lágrimas ruedan por mis mejillas. Me dirijo hacia la cocina. Saco de la heladera la carne, y algunas verduras.

Las coloco en la mesada de la cocina y comienzo a lavarlas. Nerviosa y con lágrimas en mis ojos, siento pasos atrás de mí. No me doy vuelta.

-Mamá…perdóname. No quise contestarte así, tampoco te hago culpable de la decisión cobarde de mi padre. –Suspira hondo- Pero a veces, te pones muy pesada conmigo. Entonces, reacciono de esa forma.

Dejo de lavar, me doy vuelta y lo miro fijo. Suspiro profundo, y seco mis lágrimas.

-Si yo te parezco pesada, espera salir al mundo hijo. Porque cuando lo hagas, vas a ver lo que significa ser pesada. –Le respondo y cruzo los brazos-.

-Podemos no pelear más, por favor… -Me dice; luego da unos pasos y me abraza-

Nos abrazamos por unos segundos, me aferro a él. Beso su mejilla y acaricio su pelo, ondulado de color negro con mi mano. Luego me mira con sus ojos color café humedecidos.

-Aunque a veces te pones muy pesada, siempre voy a elegirte como madre. Te amo má… -Me dice. Entonces me derrito, olvidándome de todo-.

-Yo también te amo hijo… -Le respondo, beso su frente-. Ahora anda a darle de comer a ese perro que está muy activo. –Él sonríe por lo bajo-.

Se dirige hacia la lacena, y agarra la bolsa con alimento del perro, luego se dirige hacia el comedor, donde está el plato de comida de Félix.

Yo continúo preparando la cena, en unos minutos llegara mi hermano. Hoy hizo doble turno, trabaja todo el día conduciendo un colectivo.




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