El beso de la libélula

Capitulo 4

ADEM SADIK

Llego a casa, y soy recibido por mi pequeña rubia, de ojos color miel. Con su perrita, raza pomeral en brazos. Venus, ladra al verme, mientras mi hija acaricia su pelaje tan blanco como la nieve.

-¡Hola papi! –Me saluda. Luego la abrazo y beso su cabeza-.

-¡Hola mi amor! ¿Qué tal tu día? –Le pregunto. Mientras dejo mi maletín en el sillón azul de cuero.

-Mis amigas vinieron a visitarme, pasamos todo el día en la pileta. –Me responde, mientras baja a Venus-.

-Que bien que te hayas divertido, hija. Prometo el fin de semana llevarte de paseo a donde vos quieras. –Le respondo, y acaricio su mejilla con mi mano-.

-Ya sabes a donde quiero que me lleves…bah, a donde quiero ir con mis amigas. –Me responde, mientras acaricia su pelo lacio, con la mano-.

-Lo sé… -Pongo mis ojos en blanco y sonreímos juntos-.

-Entonces… ¿eso significa un sí? –Asiento con mi cabeza y ella da pequeños saltitos y gritos de emoción a la vez-.

Mi hermosa mujer, aparece. Está vestida tan elegante, que provoca que cada vez que vea sus ojos celestes, me pierda en ellos.

-¡Mamá, papá va a llevarme al recital de mi artista favorito este fin de semana! ¿No te parece genial? –Le dice a su madre, muy emocionada-.

-Me parece muy bien, amor –Le responde, luego se abrazan-.

Mi hija termina perdiéndose por las escaleras, rumbo a su habitación; imagino para contarles la gran noticia a sus amigas. Mientras mi esposa se acerca hacia mí, me abraza y me da un beso en los labios.

-¿Cómo estuvo tu día, amor? –Me pregunta. Mientras acaricia mi mejilla con sus dedos-.

-Bien, mucho trabajo como siempre. –Beso su frente y me siento en el sillón, exhausto-. ¿Cómo estuvo el tuyo? –Le pregunto atento-.

-Por la mañana estuve haciendo algunas fotos, para una revista de moda. Después tomé clases de canto. –Se sienta junto a mí y la abrazo-. Ah…por poco lo olvido, mis padres vinieron a visitarme. Pero se disculparon con vos, por no poder quedarse más tiempo. Tenían un compromiso con amigos, pero prometieron regresar el fin de semana.

-No hay problema, los esperaremos con una gran comida de mis raíces el fin de semana. –Le respondo, y bajo mi cabeza-.

-Hablando de tus raíces, recordé que hoy cumplía 33 años Cansu. –Desvío mi mirada triste- ¿Cómo estás amor? –Me responde, y acaricia mi rostro-.

-Estoy triste, pero bien. –Le respondo y le doy otro beso en los labios-.

-A veces me siento culpable por la decisión que tus padres tomaron respeto a tu compromiso conmigo. –Me responde triste-.

-Shh…no quiero que te culpes de nada. Mi padre es muy obstinado, cuando se le pone algo en la cabeza es difícil hacerlo cambiar de opinión. Pero eso te exime de culpas.-Ella asiente con la cabeza-. ¿Qué vamos a comer hoy? –Pregunto, intentando cambiar de tema-.

-Mmm…es sorpresa. –Me responde, y luego me da un beso en los labios-. Voy a controlar la comida, y cuando esté los voy a llamar para cenar. –Se levanta y se dirige hacia la cocina-.

Revisó mi celular, y observo la respuesta de mi hermana por el saludo. Sonrío al leer sus tiernas palabras para conmigo y mi familia. Suspiro profundo y sonrío como loco, pero estoy feliz.

Me miro en el espejo del baño. Revisó mi barba, al parecer no creció mucho. Luego miro mi pelo, aún no creció de la última vez que me corte.

Lavo mis dientes, por último me pongo la remera de dormir, de color gris. Me vuelvo a mirar al espejo, mis ojos color avellana me recuerdan tantos a los de mi madre.

Suspiro con nostalgia. Luego zigzagueo mi cabeza. Lavo mis manos, luego mi rostro. Me lavo los brazos, desde la muñeca hasta el codo. Mojo mi cabeza con el resto de agua que tengo en mis manos.

Lavo los dedos de mis pies, hasta los tobillos. Por ultimo  bebo tres veces de mi mano agua. Finalizo lavando mis oídos y nuca, con los dedos de mi mano, para luego pasar mi mano mojada por la cabeza.

Seco mis pies y manos con la toalla. Salgo del baño. India, mi esposa, aún está abajo. Aprovecho para hacer mi salat. Me inspecciono para ver que todo mi vestuario este correcto, tal y como me lo enseño mi padre.

Elevo mis manos hasta la altura de mis hombros, abro mis palmas en dirección hacia la mezquita. Bajo mi cabeza, en dirección al suelo, tomo mis manos, sujetándolas fuerte, debajo de mí obligo, aferrando mi pulgar con el meñique izquierdo. Y en voz baja recito el [1]salat:

Allah Akbar, Allah Akbar, Allah Akbar, Allah Akbar

Ash-hadu an la ilaha illa-Allah, Ash-hadu an la ilaha illa-Allah […]

Me inclino de forma recta, coloco mis manos sobre las rodillas con los dedos separados. Me arrodillo en el suelo, con mis manos apoyadas en mis rodillas. Pongo mis manos en el piso, inclino mi cabeza, mi frente y nariz están rozando la porcelana fría del piso. Mi vientre descansa sobre mis rodillas. Luego me siento erguido, apoyo nuevamente mis manos en la rodilla, y me siento apoyando en el muslo izquierdo.




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