El beso de la libélula

Capitulo 5

LAIA SALERNO

Llegue temprano a trabajar; de hecho soy muy puntual y obsesiva con todo lo que hago. No sé si eso tenga que ver con que soy Virginiana, pero lo cierto es que tengo que tener todo controlado, de lo contrario me puedo poner de muy mal humor. Quizás sea un Toc o no, pero es algo que seguramente tengo que cambiar o modificar en mí.

Saludo a todos mis compañeros de los boxes continuos al mío, doy un vistazo en los boxes de mis amigos, pero al parecer aún no han llegado.

Ingreso a mi oficina, me siento y luego enciendo mi notebook. Saco algunos apuntes de mi trabajo nocturno. Comienzo a darle una relojeada, para luego dejarlos en mi escritorio. Me coloco los anteojos de descanso, y reviso las noticias del día, como los comentarios de mi columna de ayer.

Apenas alcanzo a leer algunos comentarios, cuando soy sorprendida por Manuel y Ana. Ambos traen en sus manos cafés de Starbucks, y 3 bolsitas de budín de limón.

-¡Buen día, Lai! –Me saluda con un beso en la mejilla Manuel-.

-¡Buen día, Manu! –Le respondo el saludo-.

Luego me entrega uno de los cafés que traía encima, y una bolsita con el budín de limón.

-¡Muchas gracias, amigo! –Le respondo. Y dejo en mi escritorio ambas cosas-.

-De nada mi amor, vos te lo tenes merecido. –Me responde y se sienta en frente de mí-.

-¡Hola Lai! –Me saluda Ana, luego se sienta a lado de Manuel-.

-Te traje espresso Americano, espero te guste –Me dice Manuel, mientras bebe un sorbo de su café-.

-Todo lo que vos me traes me encanta –Le respondo, guiñándole un ojo-.

Comenzamos a desayunar, mientras nos ponemos al día con los temas de nuestras columnas. Pero somos sorprendidos por la presencia de Alfredo, el gerente de la editorial Ask.

-¡Buen día chicos! Lamento molestarlos en su hora de desayuno, pero necesito que salgan de sus oficinas. Los directivos bajaran a este piso, y nos quieren informar sobre una propuesta, la cual los involucra a todos.

Nos levantamos y dejamos a medio terminar nuestro desayuno y salimos de la oficina.

Nos detenemos cerca de la oficina, mientras observo el murmullo de nuestros compañeros.

-Estoy segura que van a hablar acerca de quien se quedara con el puesto de gerencia –Me susurra cerca del oído en voz baja, Ana-.

Asiento con mi cabeza, mientras juego con mis dedos. Estaba ansiosa y nerviosa a la vez. Pero no entendía por qué estaba en ese estado, llevo 5 años trabajando en esta editorial; pase de todo tipo de cosas, desde gritos, humillaciones, malos comentarios, entre otras cosas, y creí que ya estaba curada de espanto. Parece que no lo estoy…o en el fondo me intriga conocer el rostro de los directores –eso debe ser-. De los 5 años que trabajo en esta revista, jamás los había visto, y tampoco cruzado palabras con ellos.

De repente las puertas del ascensor se abren, y observo a dos hombres salir del ascensor. Lo primero que veo es a un joven castaño, de pelo corto. Sus ojos cafés, son grandes, y tienen una especie de magnetismo. Es alto y delgado, con un porte delicado. Ese traje gris, le quedaba muy bien, le daba un aire chic.

Mientras que su acompañante, venia caminado, con su cabeza baja, mientras revisaba su celular. Pero a simple vista noto la diferencia entre ellos, este es alto, pero con una contextura un poco más grande que el otro, se nota que es deportista. Su pelo negro, con ondas le daba un toque especial. Sin contar ese traje azul marino, que le quedaba tallado a su cuerpo.

Se acercan hacia donde se encuentra Alfredo, cruzan un par de palabras con él, y luego entre risas y abrazos, se dirigen hacia el centro de las oficinas. Allí puedo apreciar el rostro del otro jefe. Con su barba candado, y ese rostro duro, que lo hacían ver tan varonil, le daba un toque de misterio y magnetismo. Pero sin dudas, sus ojos rasgados, de color avellana, escondían una tristeza, porque estaban como apagados.

No sé porque extraña razón, siento una especia de conexión con este hombre. Pero me hace sentir incomoda y nerviosa a la vez. Me despierto de mis pensamientos internos, con el codazo de mi amiga Ana.

-No puedo creer lo guapo que son los dos jefecitos -Sus ojos están brillosos, se notaba que le gustaban ambos-.

-Ana, te pueden escuchar… -Le dice en voz baja y con semblante serio Manuel-.

Ana se encoge de hombros y yo sonrío por lo bajo. Alfredo capta nuestra atención, al pedir la palabra.

-Quería presentar a nuestros directores, y dueños de la revista Ask. Ellos son: Mariano Garzón –El castaño levanta la mano saludando a todos-. Y a nuestro dueño extranjero, que lleva 14 años viviendo en este país, Adem Sadik. –El moreno, se adelanta un paso, y saluda con su mano a todos-. Bueno, ahora voy a cederles la palabra a ellos. –Dice Alfredo, y se aparta hacia un costado.

Entonces el castaño toma la palabra. Nos mira a todos a la cara, suspira profundo y luego habla.

-Primero, quiero agradecerles a todos por el esfuerzo, dedicación y responsabilidad que adquieren todos los días, cuando vienen de sus casas, dejando atrás su familia, y sus asuntos personales, poniendo todo el énfasis en las noticias que salen día a día en esta revista.




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