El beso de la libélula

Capitulo 8

ADEM SADIK

Llego la hora del almuerzo, no iba a negar que sentía nostalgia de que Alfredo, nuestro gran amigo, la joya más valiosa de esta editorial, con la cual comenzó todo, en unas horas se despedirá de todos nosotros.

Estaba acongojado, con un leve dolor de pecho, sinónimo de angustia y tristeza por su partida.

Pero también estaba contento, porque el al fin iba a poder descansar. Había trabajado mucho en su adolescencia y adultez. Nosotros lo agarramos en su recta final.

Merecía que le hagamos esta despedida, porque siempre estuvo presente en todo momento en la editorial de Ask.

Mientras bebo un poco de agua de mi copa, observo los rostros de todos los empleados, pero aún no encontraba el que tanto llamaba mi atención. Mariano se sienta junto a mí, mientras que Alfredo está conversando con una de las empleadas de la empresa.

-¿todo bien, arkadas? –Me pregunta. Lo observo y sonrío, por su mala pronunciación de turco-.

-Todo bien amigo –Le respondo, haciendo énfasis en “amigo”, que es lo que dijo en idioma turco-.

-Tengo una mala pronunciación, pero no creas que no te entiendo cuando hablas en turco. –Me responde y me codea amistosamente-.

-No tengo dudas de eso, creo que te enseñe bastante bien… -Sonrío y al desviar mi vista, la encuentro-.

Estaba tan radiante con ese vestido blanco, la hacía ver tan pura y hermosa a la vez.

Sonreía como un ángel, iluminando todo a su al rededor. No puedo dejar de mirarla, pero soy interrumpido por un codazo más fuerte de mi amigo.

-¿Qué estás mirando? –Me pregunta. Mientras bebe un poco de gaseosa de su copa-

-Nada…solo me quede pensando sobre algo del trabajo. –Le respondo, nervioso-

-Estas muy extraño desde ayer amigo, espero no estés ocultándome nada. –Niego con la cabeza y él sonríe-.

Entonces comenzamos a ordenar. Todos pedimos diferentes comidas, yo tengo que adecuarme al lugar.

Así que, pruebo algo de las típicas comidas Argentinas, las cuales son muy ricas.

Mientras me deleitaba con el churrasco que pedí, no podía dejar de mirarla. Pero de repente, su sonrisa se esfumo.

Su semblante se tornó serio, entonces la observo respirar hondo, mientras responde un mensaje en su celular. Segundos después se levanta y sale al patio del restaurante.

Bebo un poco de agua, me limpio la boca con la servilleta, y me levanto de la mesa. Necesitaba saber si le había pasado algo.

Salgo afuera, y la observo parada, mirando hacia la calle. Mientras el leve viento mueve su pelo. Se abraza sola, ya que, tiene sus hombros descubiertos.

Camino hacia ella, me paro a su derecha, coloco mis manos en el bolsillo del pantalón y la miro.

-¿Estás bien? –Ella se sobresalta, y me mira con sus ojos humedecidos-.

-Sí, gracias por preguntar. –Me responde tímidamente; luego cruza sus brazos tensa-.

-Alfredo me hablo acerca de tu trabajo dentro de la editorial, y al leer tus columnas, note que no se equivocó en tu profesionalismo. –Ella me mira tímidamente y sonríe-.

-Alfredo es un ser especial, del cual aprendí mucho durante estos 5 años en la editorial. -Me responde y seca la lagrima que sale de su mejilla con sus dedos, escondiendo sus sentimientos-.

-¿Estás avanzando con la propuesta de la gran noticia? –Le pregunto intentando cambiar de tema-.

-Sí, tengo algo en mente, pero solo llevo tres párrafos… -Me responde frustrada; sonrío y ella me mira fijo-.

-No te frustres. Antes de elegir periodismo, mi padre quería que fuese un economista, que me perfeccionara en finanzas y que trabajara en alguna empresa de nivel internación en mi país. Pero resulta que le salí rebelde, y termine estudiando periodismo. Cuando se lo dije, me odio, pero con el tiempo se acostumbró. En mi país son mucho más perversos con el manejo de la intimidad de las personas; es una especie de cacería, donde todo el mundo te ataca según lo que los periodistas digan del personaje que le toco escribir. –Ella me mira atenta, como si me estuviera analizando-. No voy a aburrirte con los colegas turcos. Pero, lo que quiero decirte, es que tengas confianza en vos. Que yo también pase por muchos altibajos, toque fondo, pero logre levantarme, aun cuando creía que nunca podría hacerlo.

-Agradezco por sus lindas palabras para conmigo y mi trabajo. –Sonreímos juntos y luego nuestras miradas se cruzan-.Voy a regresar a la mesa… ¿viene conmigo?-Me pregunta, asintió con la cabeza e ingresamos dentro del restaurante-.

 

 

 

 




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