El beso de la libélula

Capitulo 20

ADEM SADIK

-Adem, te pido que tomes con calma lo que te acaban de comentar, no la juzgues sin escucharla. –Me dice Mariano. Asiento con la cabeza-.

La puerta de la  oficina se abre, entonces la veo entrar. Con su pantalón de vestir de color beige, una musculosa blanca y una chaqueta del mismo tono de pantalón. El pelo recogido en una cola.

-¡Buen día! –Nos saluda, y luego se sienta junto a Mariano-.

-¡Buen día, Laia!-La saludamos; luego se acomoda en su silla-.

-Laia, me gustaría preguntarte: ¿a qué se debían los gritos provenientes desde abajo?-Su semblante cambia, y la noto tensa-.

-No pensé que podrían escuchar desde arriba los gritos… -Responde irónica, entonces la miro fijo-.

-Laia, no respondas mi pregunta con ironía, por favor. –Ella me mira fijo a los ojos-

-No es una ironía, simplemente me llama la atención que me diga que se escucha desde abajo gritos. Lo que yo pienso, y disculpen mi atrevimiento, es que alguien les comento lo que paso abajo.

De ser así, la pregunta sería distinta, ¿Por qué estabas discutiendo con Esmeralda? –Me responde; Mariano sonríe por lo bajo y yo me pongo serio-.

-Perfecto, responde esa pregunta entonces. –Ella me fulmina con la mirada, aun seria, no perdía su hermosura-.

-La llame para ultimar algunos detalles de su columna economista, entonces comenzó a atacarme. Me dijo que no estaba de acuerdo con que fuera la Gerente, y que no lo merecía.

Que usted había hablado con Aldana Puchetta, porque era ella quien debería haberse quedado con el puesto. Y por último sugirió que soborne al Sr. Garzón, para obtener el puesto. –La observo sin poder procesar lo que acabo de escuchar-.

-Eso no es verdad… -Titubeo al hablar-.

 Yo no hable con la señorita Puchetta, y me gustaría hablar con

 Esmeralda, para que le quede en claro que lo que sugiere nunca sucedió. –Ella me mira, como si no creyera mis palabras-.

-Laia, considero que vos sos una profesional y no te vas a enganchar en ese chismerío barato. Sabes que a veces no todos estarán contentos por nuestros ascensos, entonces van a intentar derrumbarnos con mentiras y ofensas.

Está en vos en engancharte o hacer oídos sordos a esas ofensas. –Le dice Mariano; noto que ella le sonríe-.

-Pido disculpas por haber reaccionado a su confrontación, les prometo no volverá a suceder. –Dice Laia, mientras juega con sus dedos de la mano nerviosa-.

-Perfecto entonces… -Respondo; llevo mi mano a mi barbilla y la rasco inquieto-. ¿Cómo van las noticias del día de hoy? –Le pregunto nervioso-.

-Bien, tengo todo listo. En una hora se los paso, y si hay algo que corregir me avisan. Trate de hacerlo todo bien temprano, porque tengo que retirarme antes, ya que, mi hijo tiene un torneo de Karate dentro de dos horas, y había pedido hace una semana atrás permiso para salir temprano. –Mariano asiente con la cabeza-.

-Tranquila, somos flexibles en esos temas. Tenemos hijos, así que te súper entendemos.-Responde Mariano-.

-En ese caso, me retiro. –Se levanta y puedo aspirar su perfume dulce y floral-.

Sale de la oficina, Mariano me observa y sonríe por lo bajo. Después de contemplar la figura de Laia al caminar.

-¿No entiendo por qué te reis? –Le respondo, molesto-.

-Porque acabo de reafirmar la pregunta de ayer. –Lo ignoro, abro mi laptop y me concentro en mi trabajo-.

Te gusta demasiado, si pensás invitarla a tu casa, vas a tener que evitar ciertas miraditas delatadoras. –Se levanta y se marcha de la oficina riéndose burlón-.

-No puede ser…Mariano se dio cuenta que me están pasando cosas con Laia. –Digo en voz alta-.

Tengo que evitar estar cerca de ella, y sobre todo desechar esto que siento cada vez que la veo cerca. Amo a mi mujer, solo estoy confundido, es eso.

Continúo trabajando, para evitar pensar en cosas que terminarían complicándome la vida.

Dos horas después salgo a almorzar, Mariano no me pudo acompañar, porque tenía una entrevista con un ministro, el cual había sido involucrado en un acto de lavado de dinero.

Yo no tenía nada en mi agenda, al menos es lo que mi asesora me indicó. Hacía tiempo que había dejado atrás correr detrás de las noticias, ahora solo espero que lleguen a mí, analizarlas y luego ponerlas en marcha.

Llego al restaurante que solemos almorzar con India; no suele haber mucha gente, pero la comida es rica.

Estaciono mi Nissan Versa, modelo 2020, de color azul eléctrico en el estacionamiento.

Dejo mi saco en el asiento de acompañante, me arremango la camisa blanca hasta el antebrazo. Luego salgo del auto, hacía mucho calor.

Entro al restaurante y saludo a los mozos, los conozco desde hace 8 años, que frecuentamos el mismo lugar. Luego me indican una mesa, con vistas al jardín del restaurante.

Me siento, y comienzo a revisar mi celular. Parece que las noticias del día de hoy tuvieron buenos impactos.




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