El beso de la libélula

Capitulo 26

LAIA SALERNO

Apoyo mi cabeza en la ventanilla del auto de Adem, las lágrimas no dejan de salir de mis ojos. Mis manos tiemblan, me siento morir por dentro.

Tengo el celular en mi mano. Con mi mirada perdida, apenas puedo escuchar lo que Adem me pregunta.

-Laia ¿Con quién estaba tu hijo antes del accidente? –Me pregunta, sin dejar de mirar al frente-.

-Con mi exmarido y su nueva esposa. –Seco mis lágrimas con mis dedos-

-¿Pudieron decirte como fue el accidente? –Pregunta, con su semblante serio-.

-Salió a andar en bicicleta y no vio al auto que lo impacto. –Me remuevo en el asiento nervioso-.

-Tranquila, todo va a salir bien. –Me dice, me mira con una mirada tierna-.

Parece raro como pasa de un estado emocional al otro. Recién me estaba acribillando con preguntas, y ahora me tiene en un pedestal. Realmente no podía entender su psicología para conmigo.

Lo que llama mi atención, es que no veo su anillo en el dedo anular de su mano izquierda.

El auto se detiene, llegamos a destino. Bajo del auto de forma brusca, corro hacía entrar al hospital. Adem viene detrás de mí.

Mi hermano había llegado antes que yo, le mande un mensaje de texto mientras venia en camino. Al verme me abraza, me aferro a él y dejo caer unas lágrimas.

-Tranquila hermana, está todo bien. Por suerte, solo fue una simple fractura de hombro. No tuvieron que operarlo, en serio, él ahora está siendo analizando, por si tiene algunos golpes internos. –Me ahogo en llanto, lo miro fijo y asiento con la cabeza-.

Entonces me doy vuelta y veo a Gastón, que está apoyado en la pared, nervioso. Y me abalanzo contra él.

¿Cómo pudiste permitir que le pasara eso? –Lo golpeo con mis puños y el intenta separarme, pero siento que alguien me agarra de la cintura y me aleja de Gastón-.

-Laia, fue en un descuido. Elián tomo la bicicleta de Pilar y salió sin darme aviso a donde iba, lo seguí, pero no pude evitar el accidente. –Me responde con sus ojos humedecidos-.

Me suelto del agarre de Adem, él me mira fijo, y luego fulmina con la mirada a Gastón.

-Elián nunca actuaria así, a no ser que le hayas hecho algo ¿Qué mierda le hiciste? –Intento volver a golpearlo, pero Adem me separa-.

-Hermana, yo también tengo ganas de romperle la cara, pero no es el momento ni el lugar para comportarnos así. –Me dice, entonces intento calmarme-.

Adem me suelta, tomo bocanadas de aire, siento un dolor fuerte en el pecho.

-Perdón, se me fue de las manos Laia. –Me dice Gasto. Me doy vuelta, y lo fulminó con la mirada-.

-¿Se te fue de las manos dijiste? –Lo empujo y el retrocede dos pasos-. Nunca te importo Elián, solo lo hiciste para hacerme daño a mí.

Decidiste que pasara una semana con vos, accedí por mi hijo, pero me arrepiento, porque no lo sabes cuidar. –Le grito en la cara- ¡Sos un maldito cobarde que lo abandono hace 10 años! ¡Eso es lo que sos, un maldito cobarde! –Adem intenta calmarme, pero lo rechazo-.

-Gastón, te pido por favor que te vayas. Mi hermana está muy nerviosa, y suficiente pasó con el accidente de Elián, para que encima tenga que soportar ver tú maldita presencia. –Le dice Thomas, increpándolo-.

-No pienso irme, es mi hijo, y me quedare hasta saber cómo esta. –Thomas intenta abalanzarse, pero Adem, se pone entre medio, impidiéndolo-.

-¿Quién sos vos? –Le pregunta Thomas furioso-.

-Soy el jefe de tu hermana –Él lo mira de arriba hacia abajo y lo empuja-.

-Thomas, no es el momento, por favor… -Él me mira y asiente, con la cabeza-. El medico se acerca y nos habla.

-La familia de Elián Navarro –Dice, nos acercamos-.

-¿Cómo está mi hijo, doctor? –Le pregunto entre lágrimas-.

-Su hijo está estable. Solo tuvo una luxación en el hombro izquierdo, debido al impacto del choque. Le hicimos unas tomografías en hombro y cabeza, por suerte todo salió bien.

No tiene lesiones en la cabeza, solo algunos golpes internos, por el impacto en el piso. –Respiro desahogándome, las piernas me tiemblan-.

-¡Gracias a Dios mi hijo está bien! –Digo en voz baja, mientras las lágrimas ruedan por mis mejillas-. ¿Podemos pasar a verlo? –Le pregunto-

-En unos minutos lo van a trasladar a una habitación. Entonces podrán verlo. Me tengo que retirar, más tarde pasare a ver cómo está evolucionando. –Se despide y se marcha-.

Me abrazo con Thomas, lloramos juntos. Adem está sentado en una silla, mientras que Gastón no deja de mirarlo. Me separo de Thomas, me acerco a Adem y le hablo.

-Adem, agradezco que me hayas acompañado. Pero ya no es necesario que te quedes. –Le respondo seria-.

-Está bien… -Se levanta y me mira fijo-. Tomate los días que necesites para estar con tu hijo, Aldana podrá ocupar tu lugar hasta que regreses. –Lo miro seria y siento una especie de celos al escuchar ese nombre de su boca-.




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