LAIA SALERNO
Me recuesto junto a mi hijo, y acaricio su pelo negro con ondas, con mis dedos. El me mira y sonríe. Tiene una férula que cubre hombro y brazo izquierdo. Además de algunas hematomas en costilla y rostro.
-¿Te duele? –Le pregunto y el asiente con la cabeza-.
-Hijo, ¿queres qué llame al doctor? –Pregunta Gastón; Elián lo observa con ira y niega con la cabeza-.
-Amor, ¿en qué estuviste pensando para agarrar la bicicleta de tu hermana y andar sin ver para ambos sentidos? –Le pregunto. Entonces arruga la frente y me mira serio-.
-Mamá no quiero hablar sobre eso ahora, por favor. –Beso su cabeza y me levanto de la cama-.
El doctor ingresa a la habitación, Gastón se acerca a mí, y me observa de una forma extraña, como si sintiera cosas por mí de nuevo. Lo ignoro, cruzo mis brazos y observo al doctor.
-Bien, voy a preguntarle a mi amigo Elián ¿Cómo se siente? –Se acerca a Elián y revisa sus hematomas-.
-Mejor doctor… -Responde, cortante mi hijo-.
-Bien, por suerte solo fue una luxación, llevara un mes aproximadamente para su recuperación. Pero tenes que seguir el tratamiento con sesiones de kinesiología ¿me oíste?-Él asiente con la cabeza-.
-Doctor, ¿los estudios salieron bien entonces? –Le pregunto preocupada-.
-Si, por suerte no hubo fracturas, ni golpes internos en zonas que podrían complicar su salud. –Me mira y sonríe-.Ya pueden llevar a casa a su hijo, y la próxima vez vas a tener que tener más cuidado cuando cruzas la calle –Elián baja la cabeza y el doctor sonríe por lo bajo-.
-Agradezco todo lo que hizo por mi hijo –Le dice Gastón, mientras que yo ayudo a Elián a levantarse de la cama-.
-Es mi deber, nada que agradecer. Lo mejor que puede hacer es cuidar de este adolescente, para que no le vuelva a suceder lo mismo. –Gastón baja su cabeza y el doctor sale de la habitación-.
-Voy a llevar a Elián a casa, espero no pongas ninguna queja al respecto. –El asiente con la cabeza-.
-Está bien, en cuanto se mejore iré a buscarlo para que venga a casa de nuevo. –Elián se aparta de mí y abre la puerta con la otra mano libre-.
-Te mantendré al tanto de su evolución… -Le respondo. Pero él se para en frente de mí impidiéndome el paso-.
-Iré a visitarlo y podre enterarme sobre su evolución, espero no te moleste. –Suspiro profundo y luego asiento con la cabeza-.
Me marcho del hospital, Thomas abraza a Elián y subimos a mi auto. Le pedí a Thomas que maneje, para que pueda ir atrás con mi hijo.
Le preparo una rica cena a mi hijo, le gustan las torrejas de acelga con papas fritas. El brillo de sus ojos cuando acerco la bandeja es impagable. Me siento, y le corto las torrejas como si fuera un bebe, porque no puede hacerlo solo, por la férula. Luego comenzamos a cenar.
-Hermana, creo que ahora vas a poder estar contenta ¿queres saber por qué? –Lo miro sin entender-. Porque mi sobrino no podrá tocar una consola por 1 mes.
Eso indica que podrá estar al pendiente de los cuidado de Félix, y de algunas cosas de las casa. –Elián fulmina con la mirada a Thomas y sonreímos-.
-Eso es cierto, no lo había pensado de ese modo. –Félix se sube a la silla y ladra-.
-Mi amigo Félix me está defendiendo de ustedes dos… -Sonreímos con mi hermano, pero me detengo al sentir vibrar mi celular-.
Reviso el mensaje. Es del Sr. Sadik. Mi corazón comienza a latir a mil por horas, siento que me acaloro. Con mi mano me doy aire; mi hermano me observa fijo.
-Es mi jefe…me pregunto cómo estaba Elián. –Le respondo el mensaje, y luego dejo el celular en la mesa-.
-Ese imbécil se salvó porque estábamos en una clínica, pero te juro no me faltaban ganas de romperle la cara, más después de cómo te trata todos los días en la editorial. –Lo miro serio y Elián me mira fijo-.
-¿Qué te hace ese hombre mamá? ¿Por qué mi tío dice que te maltrata? –Lo miro mal a Thomas y él se encoge de hombros-.
-No me trata mal hijo, solo es un poco exigente, es todo. Tu tío exagera, ya lo conoces. –Acaricio su mano y le indico que coma-.
Una hora después, mi hijo está mirando la televisión en su habitación, yo estoy tomando un té en la cocina. Mi hermano me está acompañando, ya me había puesto el pijama.
-Laia, ¿puedo hacerte una pregunta? –Asiento con la cabeza-. ¿Qué te hizo cambiar de opinión con respecto a tu jefe? Porque hasta hace unos días atrás lo odiabas con todas tus fuerzas, sin embargo hoy me pareció ver todo lo contrario. –Dejo de beber mi té y lo apoyo en la mesada-.
-No cambie mi opinión con respecto a él, solo que me pareció que se había comportado de forma gentil conmigo.
Por eso evite que cometieras una locura en el hospital. –Él bebe un poco de té y sonríe-.
-Hermanita, te conozco bien. Vi como lo mirabas, y como lo hacía él. Ese hombre esta atraído por vos, y sabes que no me equivoco con eso. –Me pongo tensa y desvió la mirada-.
Editado: 19.11.2021