LAIA SALERNO
Estuve todo el día furiosa, más después de como el imbécil de mi jefe trato a Manuel ¿Qué le pasa? ¿Acaso se cree que por ser el director tiene derecho de tratar mal a las personas? –Suspiro hondo, mientras bajo por el ascensor-. ¡Lo odio! –Internamente lo maldigo- Claro, pero con Aldana se comporta como un señorito Ingles. –Siento rabia por dentro-.
Me choco con Ana y Manuel, pobre mi amigo, está muy deprimido por lo que le dijo el imbécil de Adem.
-Manu, cambia esa cara. No quiero verte triste por la crítica no constructiva del imbécil de nuestro jefe. –Beso su mejilla y él sonríe-
-Lai, él es nuestro jefe, y tenemos que preocuparnos cuando nos critica, porque eso puede acarrear un despido. –Me responde, entonces lo abrazo-.
-Eso no va a ocurrir, porque mientras yo esté como Gerente, nadie va a tocarlos ¿me oyeron?-Abrazo a ambos y sonreímos-. Caminamos rumbo al restaurante para almorzar.
-Lai, estuve pensando que quizás a Adem le moleste verte cerca de Manuel.-Me dice Ana-.
-¿Por qué le molestaría verme cerca de él?-Le pregunto curiosa-.
-Porque quizás esté celoso ¿no lo pensaste? –La miro y niego con mi cabeza-.
-Y no es el único, porque tenías que ver tu cara cuando lo viste cerca de la bruja de Aldana. –Dice con una sonrisa burlona, Manuel-.
-Yo no recuerdo haber puesto ninguna cara, ustedes dos están alucinando. –Le respondo nerviosa-.
-Lai, no tiene nada de malo asumir los sentimientos, eso no quita que entre ustedes vaya a pasar algo. Aunque ahora que se separó, quien quita pueda hacerse realidad su amor. –Me codea Ana y la fulmino con la mirada-.
-No me importa la vida personas de ese imbécil y tirano. Y por favor, no vuelvan a decir ni en broma que me gusta, porque eso es mentira. –Llegamos al restaurante y entramos-.
Agradecía para mis adentros que el día haya terminado. Preparaba mis cosas para irme, pero encuentro a Mariano parado en la puerta.
-Laia, ¿tendrías un momento? –Me pregunta, asiento y nos sentamos en los sillones-.
-¿Pasó algo con las noticias del día de hoy? –El niega con la cabeza y sonríe-.
-Tranquila, no soy Adem. –Revoloteo mis ojos al escuchar su nombre-. Todo estuvo excelente hoy, así que, quédate tranquila con eso.
Quería invitarte a mi casa por la noche, con Alfredo solíamos hacer esta especie de juntada. Siempre y cuando no te sientas incomoda o tengas algo que hacer –Suspiro hondo-.
-En realidad no tengo nada para hacer…-Lo miro dubitativa-. ¿Adem va a estar?-Él asiente con la cabeza-.
-Tranquila, no te va a molestar, te lo garantizo. Además estará su hija, mi hija, mi esposa. Y supongo que tu hermano e hijo. –Me mira alentándome-.No tenes nada por lo que temer.
-Está bien, voy a ir esta noche. –Saco mi celular-.Pásame la dirección, así me ubico para llegar.
-Perfecto, yo te mando la ubicación. –Se levanta y sonríe-. Laia, Adem no es una mala persona. Él está pasando por un mal momento anímico.
Está atravesando una separación, sumado al estrés laboral y que extraña con locura a su hija. No lo justifico, pero quizás a veces tenga pocas pulgas con respecto a algunas cosas que suceden en la editorial.
-Lo entiendo, tratare de hacer oídos sordos a sus provocaciones. –Sonreímos juntos y mi semblante cambia cuando veo a Adem cerca de Aldana-.
-Desde que se enteró que está separado, no hace más que acosarlo. –Me dice Mariano, yo me pongo seria-.
-Parece que hacen una buena pareja…-Respondo, molesta-.
-A mi amigo no le gusta Aldana, él no tiene la cabeza ahora para el amor. Solo piensa en trabajo, más trabajo y su hija. –Me responde Mariano-.Bueno, nos vemos más tarde. –Asiento y sale de mi oficina-.
Observo como la buscona de Aldana se cuelga en el cuello de Adem, luego se marchan los tres juntos. Mariano sonríe por lo bajo, mientras cruza palabras con Adem.
Decidí ponerme un vestido estampado de color rojo, con volados en la falda. Zapatos stiletto de color negro. Dejé mi pelo suelto, y apenas me puse un poco de maquillaje. Por último, una chaqueta negra.
Elián no tenía muchas ganas de ir a la casa de mi Jefe, pero tuvo que aceptarlo, porque no iba a dejarlo solo en su estado.
Thomas llego de trabajar, se bañó y nos acompañó. Pero de camino a la casa de Mariano, decidió dormir un poco. –Estaba muy cansado-.
-Mamá ¿Por qué teníamos que venir el tío y yo? –Me pregunta Elián, con mala cara-.
-Porque nos invitaron a los tres, no podía hacerle ese desaire. Además no quería venir sola. –Él pone sus ojos en blanco y mira por la ventanilla las casas residenciales del barrio privado donde vive Mariano-.
-Bien, llegamos… -Estaciono el auto en la calle, y bajo-. Hijo, levanta a tu tío.-Le ordeno, mientras me aferro a mi cartera-.
En segundos estamos en la puerta de la casa, tocamos el timbre y esperamos. Nos abre Mariano, esta vez esta vestido de elegante sport, dejo atrás su traje y se vistió de entre casa.
Editado: 19.11.2021