El beso de la libélula

Capitulo 35

ADEM SADIK

Estoy sentado en la barra de un bar, bebiendo un trago. Mariano se acerca, me palmea la espalda y se sienta junto a mí.

-¿Estás bien? –Asiento con la cabeza, mientras bebo todo mi trago de una sola vez-

-Tranquilo Mariano, supere muchas cosas feas, esta no será la excepción en mi vida –Le respondo, mientras pido al barman otro trago-.

-Gaia me dijó, que India dejo de verse con ese tipo. Y que está convencida de volver a recuperarte. –Le entregan su trago y lo bebe-.

-Lo sé…por la mañana se presentó en mi oficina y me dijo que no piensa divorciarse de mí. Le dije que eso era algo que podría hacerse con la decisión de uno solo, hoy todo es más sencillo.

Sin embargo redoblo la apuesta, y me dijó que si me divorciaba de ella, entonces pondría a mi hija en mi contra –Mis ojos se humedecen, y siento un vacío por dentro-.

Como si no hubiera sido suficiente su engaño en nuestro propio lecho de amor, ahora le suma poner a mi hija en mi contra.

-Tranquilo Adem. No te sientas mal, ella no puede persuadirte con la idea de que si te divorcias, ella pondrá en contra a Aylin. Tu hija te ama, y eso sin dudas le va a ser difícil. –Bebe su trago de una sola vez-.

-Mariano, me duele la idea de haber vivido 15 años con una mujer, la cual nunca conocí de verdad. –Caen lágrimas de mis ojos-.

Me duele el hecho de haber dejado mi país, pensando que me amaba de verdad, cuando en realidad todo este tiempo jugo conmigo. Fingía amarme, mientras se cogía a otro hombre. –Bebo todo el trago de una sola vez-.

-Es difícil aconsejarte, pero solo quiero que intentes ser fuerte.

 No quiero que bajes los brazos con eso, que cedas y termines siendo su títere. –Lo miró fijo, mientras seco mis lágrimas con las manos-.

-Tranquilo, no pienso volver con ella, voy a luchar por mi hija, y apartarla de todas sus intrigas y persuasión.

-Lo que necesites, sabes que podes contar conmigo. –Lo miro y asiento con la cabeza-.

-¿Hablaste con Laia, sobre mañana? –Pido otro trago, mientras espero, rasco mi cabeza , nervioso-.

-Sí, pero hubiera deseado no hacerlo. –Mariano me mira fijo-.

-¿Te gusta? –Lo miró, y bebo el trago de a poco-.

-¿Qué si me gusta? –Sonrío un poco desinhibido-. Esta dentro de mi corazón, y de ahí no puedo sacarla. –El alcohol me está mareando-.

-Adem, ahora es complicado tener algo con ella. India podría lastimarla, en esa vorágine de venganza y represaría contra vos. Terminarías sufriendo por partida doble. –Lo miro y termino mi trago-.

-Tranquilo, ella me odia. –Apoyo el vaso fuerte en la mesada-. Además, esta con ese imbécil. Por lo visto están enamorados, el uno del otro. –Sonrío nervioso y molesto a la vez-.

-A mí me parece todo lo contrario… -me dice Mariano, lo miro con mis parpados caídos-. Ella está enamorada de vos, y no suelo equivocarme con eso. –Sonrío a carcajadas, todos nos miran-.

-Estás equivocado, yo vi cómo se miran, además él la hace sonreír, todo lo que yo no le género. –Le respondo, triste-.

-Ella está enamorada de vos, pero con tu actitud la estas alejando. –Trago saliva, y sostengo mi cabeza con ambas manos-.

-Lo mejor que puedo hacer ahora es irme a casa… -Intento levantarme, pero me mareo. Mariano me sostiene-.

-No voy a dejar que te vayas en ese estado solo. Voy a manejar yo… -Lo miro y me rehúso-. No traje auto, vine en taxi, sabía que podía pasar algo así. –Entonces me ayuda a caminar-.

Salimos del bar, mientras que yo no dejo de sonreír y llorar a la vez. Tenía una mezcla de sensaciones dentro de mi ser.

Me dolía el hecho de que India me traicionara de esa forma, y sobre todo, que intentara usar a mi hija. Por otro lado, también me lastimaba la idea de que Laia estuviera enamorada de Manuel.

Había pasado los días, y ya estaba preparándome para ir a la fiesta de los 10 años de la editorial.

Después de la conversación con Laia, no volví a hablar con ella, todo lo trato con Mariano. Quería olvidarme de ella, y de esa forma seria la mejor manera de arrancarla por completo de mi corazón.

Mientras me coloco el moño en el cuello de la camisa blanca, me observo al espejo. La imagen que observó del otro lado no me gusta. Estoy tan demacrado, triste. La pena me emana por los poros, y aunque quisiera ser fuerte, me superaba.

Agarro mi saco negro, del traje y me lo coloco. Luego peino el mechón de pelo, que sobresale, tapando mi visión, con la mano.

Había emprolijado mi barba, estaba más corta. Me pongo un poco de perfume por todo el cuerpo, y luego revisó mi celular.

Tengo dos mensajes de Aylin. Después de la discusión que tuvimos con India, y que fuera citada para firmar los papeles del divorcio, se enveneno tanto, que está intentando poner a mi hija en mi contra.

Apenas responde a mis llamadas, y hasta ni quiere verme. La dejo que procese el momento, pero por dentro me lastima en lo más profundo.




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