El beso de la libélula

Capitulo 45

ADEM SADIK

No podía creer que Laia estuviera en el mismo lugar donde yo frecuentaba este último tiempo. Además, peleando con dos amigas mías. Pero no podía dejar pasar por alto lo hermosa que estaba, a pesar de que se veía que estaba pasaba de copas.

-¿Qué está pasando acá? –Les pregunto, mientras sostengo a Patricia, una de mis amigas. Marta, se levanta del piso y cruza miradas con Laia.

-Esta idiota nos chocó, y luego empujo a mi hermana, y no conforme intento golpearme. –Dice Patricia, molesta-.

-Eso no es verdad, las cosas no fueron así. –Dice Manuel, furioso-.

-Vos me dijiste que era mayor para tomar y divertirme, ¿entonces que estás haciendo con él? –Le dice a Patricia- Te recuerdo que él tiene la misma edad que yo, así que, ambos somos grandes según vos para divertirnos –Sonríe a carcajadas-Pero claro, es obvio que no te importa, solo te queres divertir y para eso no importa la edad ¿verdad? –Le dice Laia, molesta-.

Manuel la sostiene, apenas se puede mantener en pie sola. Ana y otro joven que la acompañan se paran detrás de ella.

-Patricia, si la ofendiste, entonces deberías pedirle disculpas. –Le digo a Patricia, entonces ella me fulmina con la mirada-. Laia, vos debes pedirle disculpas por haber empujado a Marta. –Laia niega con la cabeza, molesta-.

-Yo no pienso pedirle disculpas a esta señora –Dice Patricia; entonces Laia se zafa de Manuel y se abalanza contra Patricia-.

La separo, sostengo a Laia entre mis brazos, mientras que Manuel termina separando a Marta y Patricia de Laia.

La aferro a mi cuerpo, mientras rozo con mis dedos su espalda desnuda. La deseaba tanto, y la amaba con locura. Pero ella quería alejarme de su vida, así que, aunque me doliera debía hacerlo-.

-¡Soltame! ¡Te odio! –Me dice, entonces me mira fijo a los ojos-.

-Podes tranquilizarte, Laia. Estás borracha, no deberías haber bebido tanto. –Le respondo, entonces Manuel la aparta de mí-.

Ana sostiene a Laia, mientras que el joven que acompaña a Ana, habla con Patricia y Marta. Manuel se acerca a mí, me mira con odio y me da un golpe de puño en el rostro.

-¡Sos un maldíto hijo de puta! ¡Todo ésto qué pasó fue por tu maldita culpa! –Me levanto, y cuando voy a golpearlo el de seguridad nos separa-. Te advertí que la dejaras en paz, pero no me hiciste caso-

-¡Esta me la vas a pagar, Manuel! ¡No voy a dejarte pasar este atrevimiento de tu parte!-Grito, furioso-. La seguridad nos aparta a todos del lugar. Mientras que observo a Laia discutir con Manuel.

No iba a dejarle pasar a Manuel tal atrevimiento, en cuanto tuviera la oportunidad de estar solos, le devolvería el golpe, dándole la paliza que necesitas.

Llego a mi casa, después de que se me arruinara la noche, por culpa de Laia y compañía. Miró mi ojo derecho en el espejo, y tengo un moretón. Me pongo hielo, mientras que me recuesto en el sillón.

Tengo mucha rabia encima, tenía ganas de moler a palos a ese imbécil ¿Cómo se atrevió a golpearme? Pero no iba a dejárselo pasar; sin dudas me iba a vengar, y ya sabía cómo hacerlo.

Mañana no podré ir a trabajar, y menos con este ojo morado. Voy a tener que hacer Home office, pero pasado mañana, comenzaría mi venganza contra ese imbécil.

Me levanto, y me voy a la ducha. Necesitaba bajar la adrenalina que tenía encima. Mientras las gotas de lluvia impactaban en mi cuerpo, intento controlar mi ira.

Segundos después ya me había terminado de bañar, me puse un bóxer negro, y luego una remera de algodón gris.

Cuando estoy a punto de ir a mi habitación, siento el timbre. Me dirijo hacia la puerta, miro por la mirilla, y lo que veo del otro lado me sorprende.

Abro la puerta y Laia cae encima de mí, apenas podía mantenerse en pie. Apoya su cabeza en mi pecho.

-Laia, ¿Qué estás haciendo acá? –Le pregunto, entonces ella me mira-.

-Quería pedirte disculpas por el golpe de Manuel… -La hago entrar a la casa, y cierro la puerta-.

Apenas podía mantenerse en pie, entonces la sostengo, y ayudo a que se siente en el sillón.

- ¿Cómo te dejaron venir sola a mi casa? -Le pregunto, después que la siento y me siento junto a ella-.

-Es…que discutí con Manuel, entonces le dije que quería venir sola. -Se desploma en el sillón-. Insisto, pero le dije que quería irme sola a casa. Me tome un taxi, y le dije que te siguiera. -Respiro profundo, y la miro atento-. No pienses que te estoy invadiendo…nada más ajeno a eso, pero es que… -Apenas podía entender lo que hablaba-.

-Laia, lo mejor que podemos hacer ahora, es que te pegues una ducha, te presto ropa, luego te preparo un café, y cuando estés mejor te llevo a hasta tu casa. -Le contesto, ella niega con su dedo y sonríe-

-No…yo me voy a ir sola, tal y como vine… -Me mira fijo, y apenas puede mantener el equilibrio-. Solo quería decirte, que no estuve de acuerdo con el golpe, aunque si estoy molesta con vos y mucho, pero jamás aprobaría la violencia. -La miro e intento tocarla, pero ella me rechaza-. ¿Por qué permitiste que esas mocosas se burlaran de mí por mi edad? -Bajo la cabeza, y rasco mi frente con mi mano-.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.