El beso de la libélula

Capitulo 46

LAIA SALERNO

Me remuevo en la cama, lentamente abro mis ojos. El dolor de cabeza que tenía era terrible, y ni hablar del dolor de estómago, tenía una sensación de ganas de vomitar.

Me siento en la cama, me refriego mis ojos con ambas manos, para cuando puedo ver mejor, me encuentro en un lugar desconocido.

Las sabanas azules de seda no son las mías. Tampoco ese aroma a cítrico y amaderado de la ropa que llevo puesta. Revisó mi ropa y me sorprendo al ver que es inmensa y que no es mía.

Paso mis manos por mi cabeza, y me levanto lentamente. Apenas puedo ver dos portarretratos en un mueble de la habitación, y reconozco a quien pertenece el lugar donde estoy ahora. Mi pecho sube y baja incesantemente, mi pulso comienza a acelerarse y siento un ardor en mi rostro.

- ¿Qué hice anoche? -Me pregunto en voz baja-.

No recordaba nada de lo que paso, había ingerido mucho alcohol, más del que solía soportar. Nunca bebo en exceso, pero esta vez lo hice de forma inconsciente.

Comienzo a buscar mi vestido, hasta que lo encuentro en un sillón. Me lo pongo, luego los zapatos, que estaban al costado del sillón. Me miro al espejo y me asusto de lo que veo. Mi cara está muy demacrada y ojerosa. Busco mi cartera, hasta que la encuentro en el piso. Busco mi celular y cuando veo la hora me sorprendo.

- ¿No puede ser? -Me pongo nerviosa en cuestión de segundo-. Son las 9 am de la mañana…me quedé dormida. -Me percato de las miles de llamada del celular de mi hijo-. Además, Elián me llamó… -Guardo mi celular en la cartera y salgo de la habitación-.

Cuando estoy a punto de irme, sin que Adem lo note, siento que me habla y me detengo en la puerta de salida.

- ¿A dónde vas? -Me pregunta, y luego cruza sus brazos-.

-No sé lo que paso ayer, y tampoco que te dije, pero sería mejor que desestimes todo. Estaba borracha, y en ese estado no sé lo que digo… -Tomo aire y continúo-. Me tengo que ir a mi casa, mi hijo llamo unas cien veces y no lo atendí, además ya es muy tarde, me quede dormida -Lo miro seria- ¿Por qué no me despertaste temprano? -Le pregunto molesta-.

-Primero, porque al igual que vos me quede dormido, segundo, porque acabo de despertarme hace unos minutos atrás. -Respiro profundo y evito cruzar miradas con él, siento culpa de haberle confesado mis sentimientos anoche-.

-Está bien, lo mejor que puedo hacer ahora es irme. -Intento abrir la puerta, pero él la cierra con su mano y me mira fijo-.

-Prepare el desayuno, no podés irte sin desayunar, después te llevo yo. -Me dice, niego con la cabeza-.

-Adem, no voy a quedarme a desayunar, porque ni siquiera debería haber venido a tu casa, no tengo idea porque lo hice. -Forcejeo con él y suena mi celular-.

Lo saco de mi cartera, y apenas veo el visor sé que se trata de mi hijo. Debe estar preocupado, no le avise donde estaría. Atiendo un poco nerviosa, me alejo de la puerta y camino mientras hablo.

- ¡Hola, Elián! -Siento su desesperación del otro lado-. Si, olvide contarte que me quedaría en la casa de Ana -Doy vueltas en círculo-. Es que estaba un poco pasada de copas… -Del otro lado me sorprende su respuesta-. ¿Cómo que Ana te llamo? -Cierro mis ojos y los abro-.

Espera que llegue a casa y te lo cuento, pero estoy bien hijo… -Entonces siento que me sacan el celular, para cuando reacciono, Adem estaba hablando con mi hijo-.

-Elián, soy Adem. -Lo fulmino con la mirada-. Tranquilo, no pasa nada entre nosotros. Pero voy a explicarte lo que paso. Tu madre bebió mucho anoche, entonces, no quería llegar en ese estado a la casa.

 Le pedí que se quedara en casa, tomara un café hasta que se le pasara un poco el alcohol, pero nos quedamos dormidos charlando.

Recién acaba de despertar, y no quería decirte la verdad porque se sentía avergonzada. -Le pego suavemente en el hombro y él sonríe por lo bajo-. Si, tranquilo, en una hora te la llevo a la casa, sana y salva -Sonríe con mi hijo, como si tuvieran toda la confianza del mundo-. ¡Hasta dentro de un rato! – Corta la llamada y me entrega el celular-. Ya está todo solucionado, de nada… -Me dice irónico, como si tuviera que agradecer lo que hizo-.

- ¿Por qué me sacaste el celular de la mano? -Le pregunto molesta-

-Porque sentí que necesitabas ayuda, y mintiendo no era la salida. Con Elián tenemos buena onda, sobre todo después de que le ganara un par de veces mientras jugábamos a través de la play. -Peino mi pelo, nerviosa, y dejó caer mi cartera en el sillón-.

-No pienso quedarme a desayunar y vuelvo sola a mi casa -Agarro mi cartera y para cuando quiero caminar, él se para en frente de mí-. Adem, quiero que te apartes de mí camino o te juro que…. -Habla encima de mí-.

-¿Debería asustarme? -Sonríe burlonamente, mientras yo quiero matarlo-

-No estoy jugando Adem, en serio quiero irme. -Él acaricia su barbilla, mientras al sonreír sus ojos se achinan-.

-Primero vamos a desayunar, no me hagas ese desaire -Me señala la mesa-. Prepare todo eso para vos…hacelo en agradecimiento por Elián. -Cruzo mis brazos y de mala gana lo acepto-.




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