El beso de la libélula

Capitulo 49

ADEM SADIK

Aún estaba en una nube, me sentía volar, después de haber escuchado de los labios de Laia, que me amaba, como yo a ella. –Acarició mi barbilla y sonrío como un tonto-.

La adrenalina había pasado, no iba a permitir que se fuera de mi vida. Ella es muy importante en mi vida, y si no hubiera resultado, al menos quisiera que todo entre nosotros termine bien. Mientras vuelo con mis pensamientos, mi secretaria me interrumpe, le hago señas que pase y lo hace.

-Sr. Sadik, acaba de llegar Minerva Thompson, la hago pasar –Asiento con la cabeza, y mi secretaria sale de la oficina-.

Me levanto, acomodo mi camisa, y espero a mi gran amiga Minerva, una periodista de mundo, que se quedara en Argentina por un mes, y quiso venir a visitarme. Hacia 6 años que no la veía, así que, imaginó que tendremos muchas cosas por lo cual conversar.

Entonces la veo entrar. Aún conserva su belleza exótica; su cabellera enrulada de color negro, con reflejos dorados. Su pintura labial roja, resaltaba en sus labios gruesos, y en su piel blanca porcelana.

Mientras camina hacia mí, tan delicada, a paso lento. Puedo observar cada detalle de su mono negro, ajustado a su curvilíneo cuerpo.

Sonríe al verme y me extiende sus brazos, nos abrazamos y saludamos. Pero no me percato que Laia entra, y al vernos  su rostro se torna serio.

-Pero que guapo esta mi amigo… -Me da un pequeño golpecito en el hombro-. Los años te sientan bien. –Me dice, entonces la miro un poco nervioso-.

-Para vos tampoco paso el tiempo. Estas igual o mejor que antes; tú belleza se conserva intacta. –Le respondo, entonces ella me mira tan sensual que me siento incómodo-.

-Bueno, soy una mujer de mundo. Llevo una vida sana y además me amo y cuido mucho mi cuerpo. No hay mucho secreto… pero vos, por lo que me contaste, te sienta bien la soltería. –Me dice, y acomoda el cuello de mi camisa-.

-Sí, así es… -Miro a Laia, y ella enarca una ceja molesta-. Laia, ¿necesitabas decirme algo? –Le pregunto, y ella me fulmina con la mirada-. Minerva se da vuelta y mira a Laia, entonces se miran ambas.

-Sí, necesitaba ultimar algunos detalles de las noticias de mañana con usted. –Me responde cortante, y molesta-.

-¿Podemos verlo más tarde? –Le pregunto. Ella suspira hondo-.

-Por supuesto, regresare más tarde –Es lo último que me dice y cierra la puerta fuerte-.

-¿Quién es ella? –Me pregunta Minerva; mientras me clava sus ojos grises-.

-Es la gerente de la editorial –Le respondo, y la invito a sentarse-.

-Me pareció que no le agrado mi visita ¿pasa algo entre ustedes? –Me pregunta y se sienta tan sensual, en el sillón-.

-Algo así, pero sabes que no me gusta hablar de mi vida privada mucho. –Entonces ella sonríe-

-Mmm, me parece que te tiene loquito de amor. En fin, pongámonos al día con nuestras vidas. –Me responde y sonrío-.

Comenzamos a hablar de nuestras cosas, pero había algo que me inquietaba. No quería que Laia creyera que entre Minerva y yo pasaba algo, porque éramos grandes amigos de años y con mucha confianza.

Ya había llegado la hora de salida; me apresuro para bajar y ver con Laia los temas que quedaron pendiente.

En cuanto llego, la veo abrazada de Manuel. Pongo mis manos en el bolsillo del pantalón e ingreso a su oficina. Como no notaron mi presencia, golpeo la puerta y los miro.

-Laia, ¿Podemos ver lo pendiente para mañana? –Le pregunto. Ella asiente con la cabeza-.

-Bueno, yo me voy. Después hablamos… -Le dice Manuel, y cuando pasa cerca de mi le hablo-.

-Me alegra que estés de nuevo con nosotros, Manuel –El me fulmina con la mirada y sale furioso de la oficina-.

-¿Qué le pasa a tu amigo? Debería sentirse feliz que le baje la penitencia. Parece que no aprende, es fin…pongámonos con lo pendiente –Me quiero sentar y ella me mira seria-. ¿Qué pasa? –Le pregunto-.

-¿Quién es la chica que vino a verte? –Sonrío por lo bajo y ella enarca una ceja-.

-Minerva es una vieja amiga; es periodista. No deberías ponerte así, como veras, yo no te hice una escena por verte abrazada con Manuel. –Me siento y ella hace lo mismo-.

-Es muy distinto, porque esa mujer te estaba coqueteando, con Manuel es distinto, somos amigos. –La miro y ella me fulmina con la mirada-.

Laia, te confesé mis sentimientos, corte con la venganza hacia Manuel, a pesar que se comportó mal conmigo. Pero aun así, parece no ser suficiente. ¿Acaso no puedo recibir amigas ahora? –Le pregunto, mientras doy vuelta su notebook y la reviso-.

-Por supuesto que podes tener amigas. Mejor, pongámonos al día con el trabajo, porque me quiero ir rápido a mi casa. –Yo me concentro en las noticias-.

-Pensé que cenaríamos juntos. –Le digo, mientras sigo leyendo-.

-Pensaste mal, habíamos acordado mantener todo en secreto, y esa no sería la forma de hacerlo. –Saca su agenda y se prepara para cualquier modificación-.




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