El beso de la libélula

Capitulo 50

LAIA SALERNO

Llegamos a casa, pero me encuentro con la visita de Bianca. Elián al vernos se sorprende, sobre todo por ver a Adem, detrás de mí.

-Adem, ¿no sabía que venias? –Dice mi hijo-.

-Mira qué curioso, yo tampoco sabía que Bianca vendría –Le respondo, y él me mira serio-.

-Laia, mil disculpas, pero quise venir a visitarlo. Espero no molestar con mi presencia. –Me dice, con su voz tan dulce-.

-No, para nada. No molestas –Le respondo; entonces la saludo con un beso en la mejilla-.

Adem, saluda a ambos. Mientras que Félix comienza a olfatearlo, luego a saltar. Él lo acaricia y se tranquiliza. Los dejo conversar y me dirijo hacia la cocina. Lavo mis manos, y luego ato mi pelo en una cola alta.

Entonces comienzo a preparar la cena. Mientras me concentro en el menú, siento la presencia de Bianca, cerca de mí.

-¿Qué pasó? ¿Mi hijo te dejó de lado? –Le pregunto, y ella sonríe-.

-Sí, desde que vino ese hombre que está buenísimo, decidió irse con él a jugar en su habitación. Creo que los perdimos… -Me dice un poco resignada-.

-Me temo que sí… -Continúo lavando las verduras-.

-¿Queres qué te ayude? –Me pregunta, entonces asiento con la cabeza-.

-¿Podrías pelar las papas? –Ella asiente con la cabeza y comienza a pelar papas-.

-Laia, ese hombre que vino, tiene algo que ver con vos –La miro y ella sonríe-. Digo, ¿son pareja?-Dejo de lavar y la miro fijo-.

-No, solo trabajamos juntos. Lo invite a cenar, porque terminamos tarde de trabajar. –Le respondo nerviosa-.

-Sin embargo, yo veo como una química entre ustedes –Con el cuchillo ejemplifica lo que habla- Algo así, como chispas en el aire. –Continúa pelando-. Yo creo que se gustan… -Dejo caer una cebolla al piso, nerviosa-.

-No, esas son apreciaciones erróneas Bianca. Nada más alejado a la realidad, en serio. –Le respondo, y comienzo a cortar las cebollas-.

-Qué pena, porque harían una hermosa pareja. Además ese hombre esta fuertísimo. –Me responde, entonces enarco una ceja y ella sonríe-.

-Lo mejor que podemos hacer es terminar a tiempo la cena. –Le respondo, y ella sonríe por lo bajo-.

Una hora después, esta lista la cena. Hice pollo a la naranja, con verduras y papas. Los hombres pusieron la mesa, y estaban sentaditos esperando por comer. Adem, me ayuda a poner la bandeja en la mesa, mientras que mi hijo ayuda a Bianca con las bebidas.

-Mamá esto tiene buena pinta –Dice Elián, mientras se sienta a la mesa hambriento- Todos nos sentamos a la mesa, y lentamente voy sirviendo en los platos, a cada uno. Adem, prueba un poco del pollo y lo disfruta un poco, luego prueba las papas y verduras.

-Adem, ¿Qué te parece la cena que preparamos con Laia? –Le pregunta, Bianca, mientras la miro atenta-.

-Riquísimo, no había probado este plato nunca en mi vida… -Se seca la boca con una servilleta-.

-¿Lo decís en serio? –Pregunta mi hijo curioso, y luego sonríe por lo bajo-.

-Sí, la mayoría de las veces quien preparaba el menú en mi casa, era yo. Mi ex mujer muy pocas veces cocinaba, y si lo hacía, se dedicaba a la comida estilo funcional.

Así que, jamás tuve el placer de deleitar tal manjar en mi vida. –Lo miro con un brillo especial en mis ojos, pero tengo que disimular mi amor por él-.

-Muchas gracias por el halago Adem… -Le respondo nerviosa; luego meto un trozo de pollo en mi boca, ante la mirada atenta de Elián y mi futura nuerita-.

-Adem… ¿es cierto que sos el dueño de la revista Ask? –Le pregunta Bianca; el asiente con la cabeza-. Me encantaría conocer un día la editorial, y de ser posible ir cuando venga alguna celebridad. –Pongo mis ojos en blancos y Adem sonríe-.

-Perfecto, entonces te invito la próxima vez que tengamos alguna invitación a un recital de cantantes del momento o bien a alguna entrevista de un famoso de tu edad. –Le respondo; entonces Bianca aplaude la mano feliz-.

-Yo no voy a pedirte nada, porque como veras, con mi madre me basta y sobra. Aunque, mi interés siempre está de parte del futbol y mi amigo personal, y quien quita novio de mi madre en un futuro, cada vez que le solicito algo especial me lo hace llegar sin chistar. –Dice mi hijo, mientras mueve el tenedor con pollo de un lado para el otro-.

-¿Quién es esa persona? –Pregunta un poco curioso, y con seriedad Adem-.

-¿Quién más va a ser? –Se encoge de hombros y yo lo fulmino con la mirada- Hablo de Manuel –El rostro de Adem se transforma, aunque intente disimularlo-.

-Elián, Manuel no es mi novio, y las preguntas laborales se terminaron ¿está bien? –Bianca y Elián asienten de mala gana-.

Adem, me mira serio, y luego come. Estoy un poco nerviosa, pero la culpable de lo que dijo mi hijo, soy yo. Por hacerle creer que me gustaba Manuel.

Un par de horas después, terminamos de cenar. El padre de Bianca vino por ella; mi hijo se fue a pegar una ducha. Adem insistió en lavar los platos, entonces lo deje. Luego se despidió de mí, un poco serio.




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