El beso de la libélula

Capitulo 58

LAIA SALERNO

Había amanecido, no tenía fuerzas para levantarme. Anoche no cene, y me la pase toda la noche llorando. Thomas intento obligarme a que cené, pero me rehusé, tenía el estómago cerrado. Evite que fuera tras Adem, porque ya había tenido suficiente con la escena de la neurótica de su exmujer.

Elián durmió un rato conmigo, pero después le dije que se fuera a su habitación. Necesitaba estar sola, para después olvidar y volver a empezar de nuevo.

Me levanto con los lengüetazos de Félix, lo abrazo y le doy besos. Mueve su colita, para intentar llamar mi atención.

Me levanto lentamente, pero me mareo un poco. Félix baja corriendo, agarra su pelota y me la deja cerca del pie. La levanto y se la arrojo al pasillo.

Me dirijo al baño, me pego una ducha y luego me voy a la cocina. Para mi sorpresa, mi hermano no había ido a trabajar hoy, y mi hijo estaba preparando el desayuno.

-¡buen día, hermanita! -Me dice Thomas, me da un beso en la frente y me hace sentar-.

-¡Buen día! ¿Estoy soñando? -Thomas sonríe por lo bajo-.

-Sé qué te parece raro verme, pero cambie mi franco. Además, tengo pensado tomarme unos días de vacaciones.

Con respecto a mi sobrino, él quiso prepararte el desayuno, como ayer rechazaste su cena. -Elián está concentrado con el desayuno-

-¡Los amo a los dos! -Le respondo, con un nudo en la garganta-.

-Nosotros también te amamos, mamá -Me responde Elián-.

Luego trae las tostadas, con algunas frutas en cuencos. Jugo de naranja exprimido. Thomas trae los te en una bandeja y los coloca en la mesa.

Luego se sientan, entonces le doy la mano a mi hijo, y la beso. El me abraza, y termino apoyando mi cabeza en su hombro.

-Vas a tener que probar el desayuno mamá, porque me esmere mucho. No creo esto vuelva a pasar en los próximos días. -Apenas sonrío, y asiento con la cabeza-.

Entonces comenzamos a desayunar, mientras que Thomas me cuenta las anécdotas de sus pasajeros en el colectivo. Elián, me comenta que está un poco distanciado de Bianca, y que anda viéndose con otras chicas.

Yo los escucho, mientras termino mi desayuno, tenía mucha hambre. Pero, aun no podía sacarme de mi cabeza y corazón a Adem.

Odiaba el hecho de que ni siquiera se haya preocupado por saber cómo estaba. Desapareció sin pensar en el daño que me hizo con sus mentiras.

Una hora después, me encuentro leyendo un libro, mientras tengo mis auriculares puestos, con una suave música relajante. Estoy recostada en el sillón. Thomas y Elián fueron a correr, yo no tenía ganas de hacer ejercicios.

Félix estaba echado a mi izquierda en el sillón, encantado con que acaricie su pancita, mientras leo. Mi celular vibra, recibo una llamada de Adem. Mi corazón, comienza a latir fuerte. Entonces rechazo la llamada.

Al instante vuelve a sonar, y vuelvo a rechazar. Así por unas diez llamadas más, hasta que desiste de llamarme.

Estaba molesta con él, sobre todo porque la neurótica de su ex me humillo a través de una revista, y como si faltara poco, lo hizo delante de mi hijo.

Aunque en el fondo me intrigaba saber cómo estaba. Pero no pensaba preguntárselo, no quería hablar con él.

El timbre suena, entonces me sobresalto. Félix se pone en alerta. Me levanto y camino descalza hasta la puerta, miro a través de la perilla y me relajo.

Abro la puerta y me encuentro con mis dos amigos, Manuel y Ana. Manuel, tiene su nariz aun un poco hinchada, pero por suerte no se fracturo.

-¡Buen día! -Dice Ana, mientras se cuelga de mi cuello y me da besos en la mejilla-

-Espero no te moleste que hayamos venido a verte, Laia -Dice Manuel, mientras ingresa a mi casa-.

-Saben que nunca me molesta su presencia, es más, los necesitaba…pero ¿pidieron permiso en el trabajo? -Le pregunto, mientras saludo a Manuel-.

-En realidad, pedimos vacaciones los dos juntos. Queríamos estar con vos, y más en este proceso por el que estas atravesando. -Mis ojos se humedecen y abrazo a Manuel-.

-Nada me pone más feliz que hayan tomado esa decisión, los amo mucho a los dos. -Les digo, entonces nos sentamos los tres en el sillón-. Manuel mira el libro que estaba leyendo y lo hace a un costado. Mientras acaricia a Félix-.

-No voy a preguntarte como estas, porque eso se ve a la vista. Pero acá, con el amigo Manuel, hemos decidido que vamos a llevarte hoy a distraerte. -Dice Ana, y yo niego con la cabeza-.

-A mí me parece que Laia necesita un cambio de look ¿Qué pensás Ana? -Dice Manuel, mientras toca mi pelo con su mano-.

-¡Me parece una excelente idea! -Dice Ana, y choca la mano con Manuel-.

-No quiero salir de casa, agradezco que se preocupen por mí, pero no tengo ánimos para cambios de look. -Le respondo, mientras apoyo mi cabeza en el hombro de Manuel, el besa mi cabeza-.

-Sin embargo, no vamos a aceptar una negativa de tu parte. Ana te pidió una cita con su peluquero de confianza, así que, no le vas a hacer ese desaire a tu amiga. -Me dice Manuel, mientras acaricia mi pelo con sus dedos-.




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