El beso de la libélula

Capitulo 59

ADEM SADIK

Apenas había podido pegar un ojo. Tenía periodistas agolpados en la puerta de la casa. Quería hablar con Laia, para que lo supiera por mi boca, pero evitó hablar conmigo.

Respiro profundo, mientras miro a través de la ventana. Aylin está en la habitación de India. Hace un rato le lleve el desayuno, porque no podía moverse.

Mariano me llamo en dos oportunidades, le comenté que me tomaría unos días de vacaciones. Lo acepto, y me comento que había unos cuantos que se tomaron licencia.

Por suerte, pudo convencer a Laia que tome vacaciones, y no renuncié. Pero me urgía saber cómo estaba ella, más después de lo que India se atrevió a hacerle.

El dolor en mi pecho no cesaba, la amaba demasiado y sabía que en este momento me estaría necesitando. Pero de seguro debe haber visto las noticias, y en estos momentos me debe odiar. Mi celular comienza a vibrar, entonces veo en el visor y es un número desconocido. Atiendo.

-¡Hola! -Digo- Del otro lado me responden:

-¡Hola Adem! Soy…Ángel. -Al escuchar ese nombre siento una punzada en mi vientre.

-¿Cómo tenes el tupe de llamarme después de lo que hiciste con mi exmujer? -Le respondo, colérico.

-Adem, sé que estuve mal, y quiero pedirte disculpas. Mi llamado no tiene nada que ver con reproches o burlas, simplemente quiero hablar con vos de un tema delicado. -Me quedo serio-.

-Vos y yo no tenemos nada serio de lo que hablar, y te voy a pedir por favor que no vuelvas a llamarme… -Antes de cortar, se apresura en hablar-.

-No era tu hijo… -Eso hace eco en mi cabeza-. De eso es de lo que quiero que hablemos. -Termina la frase y yo trago saliva-.

-Está bien, ¿Dónde y cuándo? -Le pregunto, entonces me indica el lugar-. Si. Lo conozco al lugar. Entonces en media hora estoy allí. -Corto la llamada y subo por las escaleras-

Media hora después, estoy sentado en el bar que me indico. Al parecer es dueño de este lugar. El lugar aún no está lleno, pero estoy nervioso. La ansiedad me estaba carcomiendo los sesos. Sentado en un rincón, con poca luz, me removía en mi silla, inquieto y lleno de incertidumbre.

Pensaba que tal vez podría ser una trampa, por eso tenía que estar alerta. Cuando estuviera seguro, jugaría mis cartas.

Entonces se abre una puerta, cerca de donde estoy sentado, y sale él. Esta vestido informal.Se sienta junto a mí, yo lo miro serio, mientras él se ve muy tenso.

-Primero, agradezco que hayas venido. Segundo, que después de lo desleal que me comporté con vos, demuestres tu honor y calidad de persona, es gratificante para mí. -Lo miro sin emitir sonido alguno-.Al haber un silencio hostil en el aire, me decido a hablar.

-Y bien…me citaste para contarme sobre quién era el verdadero padre del hijo de India. -Apoyo mis manos en la mesa- Soy todo oídos. -Él me mira y suspira profundo-.

-Si…es cierto. -Hace una pausa y continua- Adem, sé que me comporte mal con vos. Pero todo tiene una explicación, y parte de citarte en este lugar, es para pedirte perdón. Y resarcirme de lo mal que me comporte con vos. -Lo miro fijo-.

-Siento curiosidad de saber ¿Cómo se conocieron con mi exesposa? -Le pregunto, lleno de incertidumbre y nerviosismo-.

-A India la conocí hace dos años atrás, en una fiesta de despedida de solteras de una amiga. El lugar que habían elegido era este. Se cerró, solo para ellas, porque había gente famosa, y no querían ser acechados por los fans. -Respira profundo-.

Ese día, estaba en la barra, controlando que todo estuviera en orden. Como veras, soy dueño de este lugar. -Asiento, y escuchó-.

Ella se acercó, me pidió un trago, se lo di, y después de eso, comenzó a desahogarse conmigo. Me conto que su relación matrimonial estaba siendo rutinaria, monótona, que se sentía asfixiada. Además, de que no se sentía amada y contenida por vos. –

Sonrío por lo bajo de forma irónica-Yo no sé qué hay de realidad en todo esto, pero el hecho es que, no pude resistirme a su belleza. Comenzamos a beber, hablar sobre nuestras vidas, y luego…bueno, paso lo que ya sabes.

-Eso último me hirió por completo- Después de esa vez, comenzamos a vernos más seguido, hasta que me enamore de ella.

-¿Se veían en mi casa? -Le pregunto, molesto-.

-A veces sí, otras no. Pero después de la vez que nos viste en tu casa, ella me echo, y me dijo que no quería volver a saber más nada de mí. Me sentí destruido, usado.

Entonces me alejé, estuve varias semanas triste, postrado en una cama. Cuando creí que lo había superado en parte, veo en las noticias lo del bebe. Entonces supe enseguida que era mío.

-¿Cómo estás tan seguro de eso? -Le pregunto inquieto-.

-Porque lo hacíamos prácticamente todos los días, y no nos cuidábamos. Y, además, porque hubo una vez en donde ella había quedado embarazada, entonces, me dijo que, haciendo las cuentas, creía que era mío. Y más tarde me entero de que aborto. -Abro los ojos como platos y mis ojos se humedecen-.




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