El beso de la libélula

Capitulo 67

ADEM SADIK

Me levanto temprano; Laia está pegada a mi cuerpo, la miro dormir y acarició su pelo. Me siento feliz de estar junto a ella; huelo su pelo, ese aroma a rosas, el cual extrañaba.

Beso su frente, y me aferro a ella; entonces la siento removerse en la cama. Lentamente va a abriendo sus ojos, y me mira fijo.

-¡Buen día! –La saludo, entonces ella ahueca su cara en mi pecho-.

-¡Buen día! –Me dice, sin despegar su rostro de mi pecho-.

-Ya es hora de levantarse… -Le digo, mientras acaricio su pelo-

-¿Cómo te sentís? –Me pregunta, mientras me mira fijo a los ojos-.

-Un poco mejor… -Le respondo; entonces le doy un beso corto en los labios- Somos sorprendidos por el perro Félix, quien sube a la cama y comienza a lengüetearnos.

-Félix, ¡ya basta! –Dice Laia; mientras sonríe-.

Me levanto de la cama y me dirijo hacia dónde está mi bolso. Saco ropa deportiva, mientras veo como Laia me observa atenta.

-¿Por qué me miras así?-Le pregunto; mientras me visto-.

-Porque me parece un sueño despertar y verte; me gustaría que esto pasara siempre. Pero entiendo que debemos esperar, sobre todo, a que tu hija te perdone. –Termino de vestirme y cuando estoy a punto de acercarme, entra Elián-.

-¡Buen día! –Saluda, y se tira en la cama-.

-¡Buen día mi amor! –Le responde Laia-. La escena de madre e hijo, me enternece. Ella lo abraza y besa, como si fuera un niño, y ya es un adolescente.

-Adem, con mi tío, estábamos pensando en incluirte en el partido de hoy ¿te prenderías? –Lo miro maravillado y él sonríe-.

-Sí, me interesaría. Hace mucho tiempo que no juego al futbol, así que, me vendría bien recordarlo. –Laia pone sus ojos en blanco y yo sonrío-.

-Eso indica que voy a estar un domingo, sola, como todos los domingos básicamente. –Responde; se levanta de la cama y se dirige al baño-.

-Entonces, voy a llamar a los chicos, y le digo que sumamos a otro jugador más en la cancha de 5. –Sale corriendo de la habitación y yo suspiro profundo-.

Después de haber jugado un partido de futbol 5, con amigos de Elián y Thomas. Tuvimos un almuerzo y cena en familia. Hacía mucho tiempo que no vivía algo así; ellos eran tan unidos, se aman de verdad. Ese olor a hogar, me transportaba a mis tiempos de adolescencia con mi familia.

Por la noche, nos sentamos en los sillones y miramos una película de terror. Mientras comíamos pochoclos. Sin dudas, Laia me había hecho olvidar un poco de lo que paso anoche. Aunque intente comunicarme con mi hija, rechazo todas mis llamadas.

Laia me aconsejo que la dejara unos días meditar, y que luego intentara como diera lugar hablar con ella. Me había dicho que me ayudaría, hasta Elián. Valoro mucho que intenten involucrarse en mi vida, y ayudarme a mejorar mi conducta y relación con mi hija.

Por la noche dormimos juntos con Laia. Aunque me moría de ganas de hacerle el amor, sabía que tenía que respetar su casa.

Pero no faltaría oportunidad de que volviéramos a estar juntos. La extrañaba y deseaba con locura. Había amanecido, enredado a su cuerpo, no quería despegarme. Pero teníamos que despertarnos, para ir a trabajar.

No iba a negar que tenía miedo de cómo me miraran en la editorial. Más después de todo lo que paso el sábado.

Pero intente tomar coraje, y con la frente en alto ir a trabajar. Laia me motivo, sentía su apoyo y eso me hacía más fuerte. Partimos de su departamento, rumbo a la editorial.

Llego a mi oficina, y me encuentro con Mariano. Me estaba esperando, sentado en mi silla. Su semblante estaba tranquilo, y sonreía al verme.

-Tengo buenas noticias, hermano. –Me dice; entonces dejo mi maletín en el sillón-

-¿Qué pasó? –Le pregunto curioso; me siento en frente de él-.

-Estuve hablando con los abogados de la editorial, me comentaron que se pusieron en contacto con la competencia y, por ende con tu exmujer.

Ambos recibirán una demanda por calumnias e injurias hacia tu persona e imagen de la firma Ask. –Gira mi silla con las rueditas-.

Además, vamos a imponer una medida cautelar, para que no vuelvan a hablar más sobre tu intimidad, sino quieren pagar una suma cuantiosa por desobedecer dicha cautela. –Lo miro, llevo mis manos a mi rostro-.

-Realmente no puedo creer lo rápido que te moviste. Pienso que esto debería haber sido así desde el principio, pero preferí dejárselo pasar. Ese fue mi peor error… -Le respondo; y suspiro profundo-.

-Deberías estar contento, porque pusiste a tu ex en evidencia delante de todos, y encima, la vamos a castigar por difamarte. –Dice mi amigo, con una sonrisa de regocijo-.

-Debería estar feliz, créeme que lo estoy. Pero ahora hay otra cosa que me preocupa, y es mi hija. –Le respondo; entonces el me mira serio-. Cuando está a punto de hablarme, somos interrumpidos, por la llegada de forma abrupta de India.

-¿Dónde está mi hija? –Me dice; cruzando sus brazos y fulminándome  con la mirada-. ¿A dónde la tenes escondida? –Me grita; con Mariano nos miramos sin entender nada-.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.