El beso de la libélula

Capitulo 69

ADEM SADIK

Había anochecido, yo permanecía sentado en un rincón de la habitación en la clínica. Mi pequeña aun dormía; mientras la observaba, pensaba todo el daño que le ocasionamos con tan corta edad.

Mientras refregaba mis ojos, con mi cabeza gacha, respiraba profundo. Entonces siento una dulce voz, llamarme por mi nombre. Levanto la vista y me encuentro con sus hermosos ojos color miel.

-Baba… -Me dice, como si fuera un suspiró-.

Entonces me acerco, me siento junto a ella, en la cama. Luego agarro su mano, la lleno de besos, y entre lágrimas la observo a los ojos.

-¿Por qué lo hiciste, mi amor? –Tomo bocanadas de aire y seco mis lágrimas-. Si te pasaba algo, yo…me hubiera muerto. –Ella acaricia mi mejilla con sus dedos finos y largos-.

-No…se por qué lo hice. Yo solo sentía dolor, angustia. –Las lágrimas caen de sus ojos-. Me sentí sola, desprotegida y humillada. –Acarició su pelo, luego seco sus lágrimas con mis dedos-.

-Perdón si te lastimé; pero yo no quería que siguieras llevándote una imagen mía, equivocada. Tu madre se portó muy mal conmigo, yo intente aislarte de todo eso; me hice cargo de algunas culpas ajenas, todo por preservar tu intimidad y verte feliz.

Sin embargo, ella rompió ese pacto y me humillo en los portales. –Hago una pausa y respiró profundo-. Amor, no quiero que sigamos hablando de eso. Solo quiero que me prometas que no volverás a cometer tal locura nunca más. –Ella me mira fijo, y luego desvía la mirada-.

-Para que yo te prometa no volver a hacerlo, primero vas a tener que prometerme vos, que te vas a alejar de esa mujer para siempre. De lo contrario, no podré asegurarte que me vaya a portar bien. –Caen lágrimas de mis ojos, me lastimaban sus palabras-.

-Aylin, estas muy equivocada con respecto a Laia. Nosotros comenzamos a salir después del divorcio. Ella no es una mala mujer… -Me corta, y habla encima de mí-.

-Papá, si me amas de verdad, entonces vas a alejarte de ella. De lo contrario, jamás volveré a hablarte, incluso, me rehusaré en mis visitas diarias a tu casa. –La miro sin entender por qué me dice eso-.

-Aylin, si tu idea es que regrese con tu madre…desde ya te digo… -Vuelve a hablar encima de mí-.

-No quiero que vuelvas con mi madre, porque sé que se portó mal con vos. Solo quiero que te alejes de esa mujer, porque no la quiero y nunca la voy a aceptar como tu novia. –Me responde, entre lágrimas-.

-Me lastima tus palabras hija, sobre todo, porque te amo con locura. Pero me estas poniendo entre la espada y la pared. Sabes que te elegiría una y mil veces, por encima de todo y de todos. Pero también se, que si tomo esa decisión, no sería del todo feliz. –Ella me da la espalda-.

-Ya te dije lo que pienso sobre esa mujer, si aun así, seguís con la idea de verla, entonces olvídate de mí. –Las lágrimas caen de mis ojos-.

-Está bien, vos ganas. Solo quiero que me prometas, que nunca más vas a salir sin permiso, y sobre todo, beber en exceso. –Ella se da vuelta, con una sonrisa entre lágrimas-.

Me mira, se sienta en la cama y me abraza. Entonces la abrazo con fuerza, mientras acaricio su pelo, tan rubio como el trigal. Beso sus mejillas, cierro y abro mis ojos. Aspiro su aroma, y me aferro a mi bebe.

Sé que me estaba condenando con esta promesa, pero era mi hija. No podía perderla, aunque por dentro mi corazón se partiera en mil pedazos. Ella estaba aún convaleciente.

Lo menos que merecía era una discusión; ahora lo que necesita es de mis cuidados. Sé que, cuando logre recobrar nuestra relación de padre e hija, recién ahí, podre hacerla entrar en razón, con respecto a Laia.

Al otro día, después de pegarme una ducha y cambiarme de ropa. Fui a buscar a Aylin; ella quería estar conmigo en mi casa. Entonces, acepte su petición, me ponía muy feliz pasar tiempo con ella.

Hable con Mariano, le dije que no iría a la editorial por esta semana. Él me dijo que se encargaría de todo, y cualquier inconveniente me llamaría.

En lo que respecta a Laia, le dije que quería que nos tomáramos un tiempo; ella lo acepto. Me dijo que intentara recomponer la relación con mi hija.

En el fondo, sé que está aún más dolida que yo, pero aun así, ella me daba fuerzas para que intentara ser feliz con mi hija.

India no puso objeción al pedido de mi hija. Y a decir verdad, estaba muy vulnerable y tranquila. No sabía si tenía que preocuparme o no. Hacía tiempo que no confiaba en mi exesposa.

Llegamos a mi departamento, entonces dejo la valija de Aylin en su habitación. Ella se sienta en el sillón, mientras juega con Venus. La miro y verla sonreír, es como una caricia en el alma. Esa era mi niña, la que disfrutaba viéndola feliz.

-Aylin, ¿Qué queres comer? –Le pregunto, mientras intento no llorar-.

-Mmm…quiero kofte con papas fritas. –Me dice, al momento que baja a Venus y agarra su celular-.

-Bien, entonces te voy a hacer albóndigas con papas fritas. –Le respondo; al momento que beso su cabeza-.

-Te amo, baba –Me dice; entonces acaricio su mejilla-.




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