El beso de la libélula

Capitulo 72

LAIA SALERNO

El fin de semana había llegado. Me estaba arreglando frente al espejo. Había elegido ponerme un vestido corto, de color azul, mangas largas. Recogí mi pelo en un rosquete. Me puse unos zapatos, taco alto de color negro. Mi hijo ingresa a la habitación y silba al verme. Félix está en sus brazos. Me doy vuelta y sonrío.

-¿Cómo me queda? –Le pregunto. Él me observa, girando alrededor de mí-.

-Para mí estás hermosa mamá –Me responde; entonces lo abrazo-.

-¡Gracias mi amor, por ser tan bueno conmigo! –Beso su mejilla y acaricio a Félix-

-No me agradezcas por eso má, soy tu hijo. Siempre voy a estar a tu lado, apoyándote; aunque a veces discutamos, y tengamos nuestras diferencias, te amo y eso nunca va a cambiar. –Mis ojos se humedecen y lo vuelvo a abrazar-. Mamá. ¿Estás sensible? –Me pregunta, entonces asiento con la cabeza-.

-No me hagas caso, estoy un poco sensible. –Agarro mi cartera de mano, que está en la cama-.

-Má, no estés triste porque Adem se va a de viaje con su hija. Ella tarde o temprano tendrá que entender que se aman. Y si no lo hace, entonces se lo hare entender a mi modo, y listo. –Me giro, y lo miro seria-.

-No hijo, no quiero que te metas en esto. Suficiente con que esté yo metida en todo eso, y no vos. –Él se encoje de hombros y yo agarro mi saco azul-

-Bueno, avísame cuando llegues a la casa de Adem. –Me dice; entonces le doy un beso en la mejilla-.

-Si papá… -Él me mira y sonríe-. Cuídate, y te amo –Le digo, antes de salir de mi habitación-.

-Yo también te amo madre…y deseo que hoy tengas una linda noche con Adem. –Le tiro un beso con mi mano, y salgo de la casa-. Antes de subir al ascensor, suspiro profundo. Abro y cierro mis ojos, y luego marco PB.

Llego al departamento de Adem. Él me recibe tan elegante; esa camisa entallada de color azul, mangas largas, le quedaba de maravillas. Y estaba a tono con su pantalón de vestir, de color caqui.

Antes de entrar, me hace girar. Luego me mira de una manera especial. Sus ojos tienen un brillo especial. Me da un beso corto en los labios, mientras aferra sus manos a mi cintura.

Cierra la puerta y luego me hace reverencia para que pase. Yo sonrío y me saco el saco. La mesa está llena de velas; la luz esta tenue. La botella de champagne sobresale del recipiente. Dejo mi cartera en la mesa, mientras que el corre la silla, y me invita a sentarme.

-Todo esta tan lindo… -Le digo, mientras observo toda la decoración de la mesa-.

-Digno de una mujer hermosa y de buen corazón como vos. –Me responde, sonrío y él me mira fijo-.Pero si esto te pareció impresionante, espera a ver la cena que te prepare, amor. –Me dice, y se marcha a la cocina-.

Trae dos platos grandes en sus manos, como si fuera un gran mozo. Lo deja en la mesa. Luego se sienta.

-Tiene lindo olor… ¿Qué es? –Le pregunto, mientras observo el plato-.

-Es un kebab, de carne molida, marinada. Acompañado con tomates fritos, espárragos y un poco de arroz, con un huevo frito encima. –Coloca la servilleta en sus regazos, y luego sirve nuestras copas con champagne-.

-Tiene muy buena pinta, estoy ansiosa por probarlo. –Le respondo, entonces el besa mi mano y me mira con sus ojos rasgados y hechiceros-.

-Espero lo disfrutes amor, lo prepare con mucho cariño para vos. –Agarro su mano y le doy un beso-.

-Si están hechas con tus hermosas manos, entonces estoy segura que me va a gustar –Él sonríe y acaricia mi mejilla con sus dedos-.

Entonces comenzamos a cenar. La comida esta deliciosa, tiene una catarata de sabores, los cuales me agradan. El me observa comer, atento, como si estuviera saciándose con solo verme.

Una hora después, terminamos de cenar, bebemos nuestras copas de champagne. Entonces el, pone un poco de música Turca en el centro musical.

-[1]¿Dans ediyoruz? –Me dice, mientras se levanta y extiende su mano-

-¿Qué dijiste? –Le pregunto, al momento que agarro su mano-.

-Dije, ¿bailamos? –Sonrío, y me levanto de la silla-.

Comenzamos a bailar, nuestros cuerpos se pegan. Apoyo mi rostro en su pecho, mientras él se aferra a mi cintura, pegándome a su cuerpo. Cierro los ojos, mientras enredo mis manos en su cuello.

El susurra la letra de la canción en mi oído, sonrío y acaricio su nuca con mis dedos. Suena tan lindo en sus labios la canción, que no sé si es afinado o no. Me siento volar entre sus brazos.

-Sos tan hermosa Laia… -Me dice, mientras acaricia con sus manos mi espalada-.

-Y vos sos tan especial… -Le respondo; dejamos de bailar y me mira fijo a los ojos-

-Vos sos especial, y no solo porque me amas de forma incondicional, sino también porque sanas mis heridas internas.

Me enseñas a dejar de ser tan rencoroso, y que intente volver a retomar la relación con mi familia. –Lo miró y sonrío-. Quiero que sepas que, ayer hable con mi hermana. –Me siento feliz de escuchar eso-.




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