El beso de la libélula

Capitulo 73

ADEM SADIK

Me despierto, con su cuerpo pegado al mío. Acaricio su pelo, mientras la observó dormir. Es tan bella, hasta cuando duerme.

Cuando la miro, me doy cuenta cuanto la amo. Agarro un mechón de su pelo, ahora con iluminación de color rubio. Le doy un beso, y luego posó mis labios en su frente.

La siento remover, apenas abre sus ojos sonríe. Ahueca su cara en mi pecho, y me aferro a su cuerpo, beso su cabeza, mientras se aferra a mi espalada.

-¡Buen día, mi amor! –Le digo, ella me mira-.

-¿Cómo se dice “buen día”, en Turco? –Me pregunta; sonrío y le doy un beso corto en los labios-.

-Repetí conmigo… -Le digo, ella asiente con la cabeza-. [1]¡Iyi günler aşkım! –Ella repite conmigo, con una mala pronunciación-.

-¿Lo hice bien? –Niego con mi cabeza y ella sonríe-. Voy a enseñarte a hablar mi idioma, pero va a tomar un poquito de tiempo que logres aprender a pronunciar, el resto es fácil. –Asiente y besa mi pecho-.

-No quiero que esto se termine…-Me dice, aún ahuecada en mi pecho-.

-Mi amor, solo serán 15 días, y a mi regreso, te prometo pasar más tiempo con vos. –Ella asiente, y suspira hondo-.

-Espero cumplas tu promesa… -Me dice, y se da vuelta en la cama-.

-Voy a cumplirlo, lo prometo. –Beso su cuello, y la abrazo-.

Después de que Laia se fue de la casa, me pegue una ducha. Luego termine de preparar mi valija.

El clima otoñal estaba comenzando, y la brisa se hacía sentir. Me puse ropa deportiva, luego salí a buscar a mi hija, de la casa de sus abuelos. Una hora después ya estábamos en el aeropuerto, haciendo el check- in.

Dos horas después estamos en vuelo, con destino a las islas Canarias, España. En principio nos alojaríamos allí, pero luego teníamos pensado, visitar las islas Azores, en Portugal; Cerdeña en Italia, y otros lugares en Europa, con hermosas playas.

Nos alojamos en un resort all inclusive. Pero obviamente iríamos a las playas. Mi hija se encargó de organizar las vacaciones, y estimo que habrá recibido ayuda de sus abuelos.

Dejamos nuestras cosas en la habitación compartida. Abro la ventana, del ventanal, con vistas al mar azulado ibérico.

-Estoy feliz de que podamos compartir esté viaje juntos, baba –Me dice, al instante que se deja caer en la cama-.

-Me alegra que lo estés disfrutando, mi amor –Le respondo, mientras sacó la ropa de mi valija-.

-Estoy segura, que en este lugar, vas a conocer muchas mujeres que valen la pena. –Me responde, mientras sostiene su cabeza con el brazo-.

-Aylin, ya hablamos sobre eso, creí que te había quedado claro mis sentimientos. –Ella pone sus ojos en blanco-.

-Y yo creí que te había quedado en claro, que nunca aceptaría a esa mujer, como mi segunda madre. –Se levanta de la cama, y abre su valija-.

-No pienso discutir ese asunto en nuestro viaje; solo te aviso de ante mano, que no voy a mirar a otras mujeres. –Le respondo; ella revolotea sus ojos y suspira profundo-.

Segundos después, mi hija, tiene puesto su traje de baño. Lleva encima un vestido, fresco, estilo hindú. Se pone unos anteojos, y recoge su pelo en una cola. Al verla, notó el cambio, de niña a adolescente.

Lejos quedo mi niña, la que dependía de mí. Ahora está hecha toda una adolescente, y eso un poco me asusta. No sé, como vaya a actuar en este proceso de su adolescencia.

Suspiro profundo, mientras mis ojos se humedecen. Ella me hace señas para que salgamos de la habitación.

No sin antes aprobar mi vestuario. Tengo puesto un short de baño, tricolor: Azul, rojo y blanco. Y una remera de algodón, de color azul.

Salimos de la habitación, mientras la observo, sacar de su bolso, un folleto, con los lugares, que tiene en mente visitar. Subimos al ascensor, y ella me dice:

-Baba, deberías agradecerme, que haya elegido el mejor resort en Tenerife. Dicen que aquí las playas son hermosas.  –Me dice, con sus ojitos llenos de ilusión-.

-No dudo de tu buen gusto hija. Estoy seguro que nos vamos a divertir nadando en esas aguas azules, con vistas al frente de África occidental. –Le respondo, y con mi dedo golpeo su nariz, amistosamente-.

-Baba, ¿te gustaría surfear conmigo? –Bajamos del ascensor, tomados de la mano-

-No se surfear, pero puedo aprender, si es lo que a vos te gusta. –Ella sonríe, y caminamos juntos hacia la salida del resort-.

-Pero antes, yo creo que deberíamos almorzar ¿no te parece? –Nos detenemos, antes de salir-.

-Tenes razón, tengo mucha hambre. –Caminamos rumbo al bufete del hotel-.

Mientras mi hija busca que almorzar, yo estoy sentado, cerca de la ventana. Revisó mi celular; luego le envío un mensaje a Laia.

Ella me responde que me extraña, y que cuenta las horas para que nos volvamos a ver. Está trabajando, mientras que yo estoy almorzando en un lujoso hotel, extrañándola.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.