El beso de la libélula

Capitulo 75

ADEM SADIK

Había anochecido, después de recibir el mensaje de Laia, mas después Mariano contándome que no quería saber más nada de mí. Todo eso me puso mal.

Mi hija se estaba duchando, mientras que yo seguía intentando comunicarme con ella. Pero su celular estaba apagado; me dejo caer en la cama, suspiro profundo y maldigo en mi idioma.

-[1]¡Lanet olsun! –Dejó caer de mi mano el celular-.

-¿Por qué maldijiste en Turco, baba? ¿Qué pasó? –Me pregunta, mi hija-.

-Creí que estabas bañándote…-Le respondo, y me siento en la cama-

-Lo estaba, pero ya termine. –Se sienta junto a mí-. ¿Qué pasó? –Me pregunta curiosa-.

-Paso que se filtraron fotos de nosotros con la madre de tu amiga. Al punto de llegar a manos de Laia, y ahora piensa que la estoy engañando, cuando no es así. –Ella me mira y sonríe-.

-Mejor que lo piense, de esa forma te la podes sacar de encima. –La miro seria y ella se pone seria-.

-No está bien lo que acabas de decir hija. Yo nunca renuncie a Laia, que nos hayamos tomado un tiempo, no significa que la deje de amar, y tampoco que no voy a volver a estar con ella. –Le respondo, entonces ella me mira molesta-.

-Me prometiste que te ibas a olvidar de ella ¿acaso me mentiste? –Me pregunta, colérica-.

-Lo hice, porque estabas mal, y no quería discutir con vos. Pero, en cuanto regresáramos a Argentina, entonces pondríamos las cosas en su lugar.

Yo jamás voy a dejar de amarte, y estar cuando me necesites; pero no voy a permitir que te interpongas en mi vida sentimental Aylin.

Sobre todo, porque Laia no es una mala mujer, de serlo, entonces te daría la derecha. –Ella me mira con ira, mientras sus ojos se humedecen-.

-Entonces la amas a ella, más a que mí. En el fondo lo sabía, y eso me lastima. –Se levanta y yo la detengo-.

-Eso no es cierto. Vos sos lo más importante en mi vida, de hecho accedí a tus pedidos, estamos en el lugar que soñabas.

Pero no voy a permitir que intentes separarme de Laia, solo porque no te cae bien a vos. Permítete conocerla, y entonces si júzgala. –Le respondo; ella niega con la cabeza-.

-Jamás, ya te lo dije y te lo vuelvo a repetir. –Se suelta de mi agarre y se acuesta a dormir en su cama-.

Suspiro profundo, mis ojos se humedecen, luego me recuesto en la cama. Creo que hoy no podre pegar un ojo en toda la noche.

Me levanto temprano, me dirijo hacia el baño. Me miro en el espejo, tengo un rostro demacrado. No pegue un ojo en toda la noche. Me lavo la cara y los dientes.

Para cuando salgo del baño, me encuentro a mi hija levantada. A juzgar por su cara matutina, era evidente que tenía mal humor, sobre todo, después de la conversación de ayer.

Pero no iba a permitir que siguiera metiéndose en mi vida sentimental. Yo nunca dejaría de estar con ella, y de amarla. Pero también es justo que me dejara rehacer mi vida de nuevo.

-¡Buen día!- La saludo, ella me fulmina con la mirada y entra al baño-. Parece que hoy va a ser un día bastante cargadito. –Suspiro en voz alta-.

Segundos después sale del baño, se vistió con un mono corto, de color azul. Se hizo en el pelo una cola.

-Aylin, necesitamos hablar. No quiero que estés con esa cara lo que resta de nuestras vacaciones. –Le digo, mientras doblo mi ropa de dormir-.

-Voy a seguir con la misma cara, hasta que entiendas que esa mujer no me gusta para vos. –Me responde, mientras acomoda su bolso-.

-Esto no es un capricho más por cumplir Aylin. Se trata de una persona, que siente. Laia me ama, y yo a ella.

Así que te voy a pedir, que si tanto decís amarme, entonces lo entiendas. De lo contrario, voy a terminar creyendo que no me queres, sobre todo al no aceptar mi felicidad con otra mujer. –Es lo último que digo, dejándola en silencio-.

Luego abro la puerta, la invito a salir, ella sale cabizbaja. Nos dirigimos al bufete del hotel.

Después de desayunar, nos fuimos a la playa. Por suerte Giselle no apareció. Creo que le quedo muy en claro cuando le dije que tenía novia, y que si su intención en pasarla bien conmigo, perdía su tiempo. Bien podría hacerlo con cualquier lugareño de esta hermosa isla. Pero que de mí se fuera olvidando.

Después de un día de playa, nos dirigimos hacia la playa. Me pego una ducha, y luego intento comunicarme con Laia. Le había dado su espacio, pero necesitaba hablar con ella, no quería que se quedara con la idea de que la había engañado.

Mientras mi hija estaba hablando con sus amigas por el celular, aproveche para salir al balcón e intentar hablar con ella. Mis intentos fueron en vano. Entonces decidí comunicarme con Elián.

-¡Hola, Adem! –Me dice del otro lado; mientras se remueve en su cama-.

-¡Hola, Elián! Realmente no quería molestarte, pero tuve que hacerlo, porque tu madre no me atiende el teléfono –Le contesto; mientras suspiro profundo-.

-¿Paso algo para que ella no te atendiera el teléfono? –Me pregunta, con su semblante serio-.




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