El beso de la libélula

Capitulo 78

LAIA SALERNO

Las semanas pasaron volando. Adem ya había regresado de sus vacaciones. Yo invite a Ana, Manuel y Joaquín a cenar.

Elián fue a la casa de la novia de Thomas. Lo extraña mucho, así que se llevó su play, y tiene pensado quedarse todo el fin de semana con ellos.

Me parecía curioso que no tuviera síntomas típicos del embarazo. Con Elián, me la pasaba vomitando todo el día. Apenas podía retener la comida en mi estómago.

Recuerdo que perdí peso, durante su embarazo. Sin embargo, con este es diferente. No siento síntomas, solo algunos antojos. Y lo curioso, que son comidas Turcas.

Moría de ganas de probar el kebab echo por Adem. Pero como no pensaba pedírselo, les ordene a Manuel y Ana que traigan comida Turca.

Afuera esta lluvioso, además de fresco. Puse el aire, porque me estaba muriendo de frio dentro. Me puse un suéter azul, bastante ancho, para que no se pueda ver mi vientre un poco crecido.

Siento el timbre, abro la puerta y me encuentro con mis amigos. Entran con los menús en mano que les pedí. Félix esta alborotado, por las visitas. Lo alzo y lleno de besos, mientras mis invitados se acomodan en el living. Luego lo bajo.

-Amiga ¿te sentís bien? –Me pregunta Ana, mientras me besa en la mejilla-.

-Sí, estoy muy bien. –Le respondo, al instante que saludo a Manuel y Joaquín-.

-Trajimos los menús seleccionado Señorita Laia. –Dice Manuel, con una sonrisa en sus labios-.

-Perfecto, porque estoy muerta de hambre. –Le respondo; entonces voy por platos-

Ana me ayuda con los vasos, y en segundos ponemos la mesa entre todos. Luego nos sentamos a deleitar los manjares seleccionados.

-No entiendo cómo te puede gustar esa comida amiga –Me dice Ana, mientras come fideos fritos, clásica comida China-.

Me encojo de hombros, mientras lleno mi boca con el kebak, arroz y huevo frito. Lejos está de parecerse al que preparo Adem, pero tenía hambre y estaba pasable.

-Lo que pasa, es que a mi amiga le gusta la comida otomana, porque sale con un turco. –Dice Manuel, mientras come pollo frito, de su clásico kfc, con la mano-.

-Bueno, si tiene antojo, déjenla tranquila. –Dice Joaquín, entonces trago la comida y me quedo seria-.

-No tengo antojos, solo es que extrañaba comer esta comida –Le respondo, mientras bebo un sorbo de agua de mi vaso-.

-Me parece perfecto, a mí nadie me saca de mis verduras. Soy vegetariano, así que no puedo comer carnes, como ustedes. –Responde, mientras come su tarta de verduras-.

-Yo creo que deberíamos repetir esto seguido, el trabajo nos da mucho estrés. Acá nos podemos distender, y ser nosotros ¿Qué me dicen? –Comenta Ana-.

-Me parece una buena idea… -Dice Manuel-.

-Claro, eso decís ahora, pero después tu noviecita te domina como siempre.-Responde Joaquín-.

-Eso no es cierto, mi novia respeta mis decisiones, como yo las de ella. –Todos reímos, mientras él se pone serio-.

-Manu, te volviste un dominado, no me digas que no… -Dice Ana, mientras bebe cerveza-.

-Chicos, no soy un dominado. –Dice, sonriendo-.

Entonces suena el timbre, Félix comienza a ladrar y dar giros en la puerta de entrada. Ana se levanta y va abrir la puerta.

-¿Esperabas a alguien más, Laia? –Pregunta Manuel, mientras bebe cerveza-.

-No, quizás sea algún vecino, a veces tocan la puerta para pedir algo. –Le respondo, mientras términó de comer todo mi plato-.

Me toco con ambas manos la panza y suspiro profundo. Estoy exhausta y hastiada de comer. Me sorprendo al ver la presencia de Adem en frente de mí. Su rostro serio lo dice todo. Es evidente que no le cae bien Joaquín.

-Jefecito, no sabía que estaba invitado ¿quiere sentarse a la mesa? –Le dice Manuel, un tanto irónico-.

-No, gracias Manuel. Solo vine a visitar a Laia, y luego me iré. –Me levanto seria y lo saludo de mala gana-. ¿Podemos hablar en privado?

-Está bien, pero solo unos minutos. Prometí a mis amigos que hoy le dedicaría tiempo, y es lo que pienso hacer. –Me fulmina con la mirada y rasca su barbilla, nervioso-.

-Perfecto, solo necesito hablar con vos unos minutos. –Me responde, y luego cruza miradas con Joaquín-.

Entramos a mi habitación, es el único lugar donde podremos hablar en privado. Cruzo mis brazos y evito mirarlo.

-¿Qué hace ese imbécil en tu casa, Laia? –Me pregunta, molesto-.

-Si te réferis a Joaquín, es un amigo. Estaría bueno que comenzaras a aceptar a mis amigos, y no espantarlos, como soles hacer siempre. –Le respondo, seria-.

-Yo no espanto a tus amigos, más bien les dejo en claro que sos mía. Y que no pueden mirarte con otros ojos, más que como una amiga. –Sonrío, de forma irónica y el me mira serio-.

-Primero, yo no soy de tu propiedad. Segundo, no podes venir a mi casa, y exigir que no vea a Joaquín, cuando vos estuviste con una desconocida vacacionando en las islas canarias. –El abre la boca en forma de una O-.




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