El beso de la libélula

Capitulo 80

LAIA SALERNO

Me despierto, había amanecido. Me remuevo en la cama, acaricio el lado de Adem, pero no lo encuentro. Abro lentamente los ojos, y lo busco con mi mirada.

Me siento en la cama, y el olor que viene de la cocina me llama. Me levanto, me meto al baño. Me lavo los dientes y luego la cara. Me quedo en pijama, mientras me pongo el salto de cama de color azul.

Camino hacia la cocina, entonces me encuentro con Adem en la cocina. Está preparando huevos revueltos, con tomates, salchichas, entre otros ingredientes en la sartén.

Mientras que en el desayunador está preparada parte del desayuno. Me acerco hacia él, y lo abrazo de atrás, beso su espalada.

-¡Buen, día mi amor! –Me dice, mientras apaga la hornalla-.

-¡Buen día! –Lo saludo, y nos damos un beso corto en los labios-.

Nos sentamos en el desayunador, en los banquitos. El deja la sartén en la mesada. En la mesa, hay tomates pelados y cortados perfectamente, pepinos; aceitunas verdes y negras; queso de cabra. Una panera con pan, cortados en rodajas, y los tés en la mesa.

-Esto tiene muy buena pinta… no sé por cual empezar. –Digo, Adem sonríe-.

Entonces agarro una rodaja de pan, y la unto con los huevos revueltos que hizo, agarro la mayoría de ingredientes posible, y me lo meto en la boca. Adem me mira comer, y sonríe.

-¿Por qué te reis? –Le respondo, con mi boca llena-.

-Porque me encanta verte disfrutar cuando comes. Prepare todo este desayuno para vos y nuestro hijo. –Se lo agradezco, y él sonríe-.

Una hora después, termino de desayunar. Adem me dijo que me sentara, mientras el lavaba los platos.

Desde el sillón, con una colcha encima, acaricio mi vientre, mientras Félix lengüetea mi mano. Segundos después, Adem se sienta junto a mí.

Prendo la televisión y vemos una película. El me abraza, y me aferro a su cintura, al punto de quedarme dormida, con Félix en mis regazos.

Al otro día nos vamos al trabajo, juntos. Elián avisó que lo fuéramos a buscar por la tarde.

Decidí ponerme una calza, de color negra. Con una camisola suelta, de hombros caído, bicolor, de color negro con blanco. Y unos borceguís. Mi pelo lo recogí en una cola.

Llego a mi oficina, me dejo mis cosas en el perchero. Luego me siento en la silla, levanto la tapa de mi laptop y comienzo a revisar mi correo.

Me pongo los anteojos de descanso, mientras leo los correos. Me sorprendo al ver un mail de Mariano.

-El empresario de zapatos, Cristian Vega, solicito que lo entrevistara yo… -Me acomodo los anteojos, y suspiro profundo-. ¿Por qué yo? –Me pregunto para mis adentros-.

Termino de leer el mail, y veo la presencia de Mariano y Adem en mi oficina. A juzgar por el rostro de mi novio, es evidente que no le gusta para nada la idea, de que entrevista al soltero más codiciado de la Argentina.

-¿Leíste el mail? –Me pregunta Mariano, mientras se sientan ambos en las sillas-.

-Sí…pero, ¿es cierto qué quiere que lo entreviste yo? –Le pregunto, un tanto errática-.

-Sí, me dijo que leyó tus columnas durante 5 años, que le pareces una mujer excepcional, la cual no está siendo explotada en su potencia.

Que solo aceptaría que lo entrevistemos, si la periodista sos vos. ¿Estímo qué vas a decir que sí? –Pregunta Mariano, mientras mi hombre lo fulmina con la mirada-.

-Sí, tendría que preparar las preguntas. Estudiar un poco sobre él, para no quedar mal parados en la entrevista. –Le respondo; entonces Adem suspira profundo-.

-¿No entiendo por qué no lo puede entrevistar otra persona, Mariano? –Le pregunta, molesto-.

-Simple, porque cuando lo llamamos para entrevistarlo, él dijo que solo aceptaría ser entrevistado por Laia. –El revolotea sus ojos molesto-.

-Ese tipo es un casanova en potencia, no quiero que intente coquetear con mi mujer. No me parece una buena idea que Laia vaya a entrevistarlo, me niego a que eso suceda. –Sus palabras despiertan mi ira-.

-Yo voy a entrevistar a Cristian, primero, porque considero que tal y como te tuve confianza a vos, creo que también la tendrías por mí.

Segundo, porque soy una profesional, y no voy a permitir que nadie me diga lo que tengo o no que hacer ¿quedo claro? –Adem y Mariano me miran atentos-.

-Perfecto… -Me responde de mala gana- ¿Dónde será la entrevista? –Le pregunta a Mariano-.

-En el restaurante donde frecuenta, en la zona vip. No quiere ser molestado, y entendemos que no podemos entrevistar a un famoso en medio de miles de personas deambulando por el lugar. –Responde Mariano; entonces mi novio se enfurece-.

-¿Acaso pretende una cita? –Responde, molesto, mientras se levanta de la silla-.

-Adem, por favor, necesito que confíes en mí. –Le respondo, nerviosa y seria-.

-En vos confío, pero es en él, en quien no confío –Respondo, mientras se apoya en el respaldo de la silla-.




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