El beso de la libélula

Capitulo 81

ADEM SADIK

Sé que está mal lo que hice, pero decidí venir al restaurante y supervisar que todo esté bien. Me senté cerca de la zona vip. Me elegí un risotto, y me pedí un vino tinto.

Ya casi estaba terminando mi plato, cuando veo salir a Laia corriendo y dirigirse al baño. Me levanto de la mesa y la sigo. Entonces entra en el baño, me quedo esperando fuera. Mientras escucho como vomita.

Segundos después sale del baño, con su cara pálida. Al verme se sorprende, pero la veía un poco débil.

-¿Te sentís bien? –Ella asiente con la cabeza-.

-Tuve nauseas, es típico en mi estado. –Me responde, mientras acaricio su rostro con mis dedos-.

-¿Qué fue lo que comiste? –Me pregunta, serio-.

-Bacalao, con mahonesa de pera o algo así. –Responde, mientras me mira fijo- ¿Qué estás haciendo acá, Adem? –Me pregunta, seria-.

-Vine, por si necesitabas algo. Y ya ves que no me equivoque. –Revolotea sus ojos, y beso su frente-.

-Adem, estoy bien. Puedo ponerle un freno a sus coqueterías, y ser responsable en mi trabajo. –Siento celos al escuchar lo que acaba de decirme-.

-¿Ese imbécil te está coqueteando? –Le pregunto, y ella pone sus ojos en blanco-.

-Un poco, pero se dio cuenta que no le sigo el juego. –Me pongo furioso, y ella me abraza-. ¿En serio te sentís bien, amor? –Ella asiente, mientras se aferra a mí-.

-Necesitaba de tu abrazo. –Me dice, mientras su rostro comienza a tomar color-.

-Laia, creo que deberías terminar la entrevista, no estás en condiciones de seguir.-Le respondo, mientras acaricio su pelo-.

-Amor, ya me siento bien. Fue solo un poco de nauseas, pero ya estoy bien.-Me responde-.

-Mi hijo no le cae bien ese imbécil, por eso reacciona así. –Ella sonríe, y me mira fijo-.

-Tu hijo, es un porotito todavía, no puede pensar de esa forma-Me responde, mientras sonreímos juntos-. El acaricia mi vientre, y luego besa mi cabeza con mucha ternura.

-Me queda dos preguntas y termino la entrevista. Espero no estés mirando muchas mujeres –Me responde, entonces niego con la cabeza, sonrío y ella se marcha- Me dirijo a mi mesa, mientras veo a mi mujer, hermosa caminar hacia la zona vip del restaurante.

Llegamos a la casa, después de que Laia se despidiera de Cristian, el cual por cierto, no aceptaba su rechazo. Estaba acostumbrado a tener a todas las mujeres que quisiera a sus pies.

Pero mi Laia, sin dudas, era diferente. Lo primero que hizo al llegar, fue ducharse, luego nos acostamos a dormir.

Ella se pegó a mi cuerpo, mientras que yo besaba su cabeza, y acariciaba su brazo, con mis dedos de la mano.

-¿Segura estás bien? –Le pregunto, entonces ella asiente con la cabeza y se aferra a mi cintura-.

-Si estoy con vos, siempre voy a estar bien. Sin duda sos mi medicina. –Me dice, mientras bosteza-.

-Vos también sos mi medicina, y cuando te tengo en mis brazos, me siento el hombre más afortunado del mundo.

Lentamente, comienzo a notar sus ronquidos. Se quedó dormida, entonces apago el velador, y me acomodo, luego me duermo.

Al otro día, me levanto temprano. Siento el cuerpo de Laia, pegado con el mío. Intento moverme, pero ella se aferra más a mí.

-Laia, amor, tenemos que ir a trabajar. –Le respondo, mientras beso su cabeza-.

-No quiero, tengo mucho sueño… -Me responde, y se remueve en la cama-.

-Pero tenemos que hacerlo amor… ¿te sentís mal? –Le pregunto, mientras se aparta de mí y se acomoda de un costado, abrazando una almohada-.

-No quiero ir… -Me responde, balbuceando-. Me levanto con una sonrisa, y me dirijo al baño. Me pego una ducha, y luego me visto. Preparo el desayuno.

Laia, se levanta de muy malhumor, la llevo en mi auto. Durante todo el camino va callada, trato de no molestarla. Lo menos que quiero es discutir, así que, la dejo con su malhumor.

Llego a mi oficina, me siento en mi silla, luego levanto la tapa de mi laptop. Comienzo a revisar mi correo.

Suspiro profundo, me coloco los anteojos de descanso y comienzo a trabajar. Una hora después, recibo un mail, con el resumen de la nota de Cristian Vega.

No alcanzo a leer, que aparece Mariano, con una copia en la mano. Me saluda con su clásica sonrisa.

-Tu mujer tiene mucho talento. –Me dice, al momento que se sienta en la silla-. La entrevista está muy bien redactada, sus preguntas son las correctas y ni hablar con la buena impresión que se llevó Cristian de ella. –Sonríe, mientras lo fulmino con la mirada-.

-No alcance a leerlo, pero si me das unos minutos podre hacerlo. –El me deja leer-

Terminó de leer, suspiro profundo y luego miro a mi amigo, quien está expectante, esperando mi devolución de la entrevista.

-Tenes razón, está muy bien redactada. Las preguntas fueron las correctas, y además trabajo con mucha profesionalidad.




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