LAIA SALERNO
Pasaron 5 meses, ya tenía un embarazo de 6 meses. En una semana sabría con exactitud el sexo del bebe. Hasta el momento todo parece estar bien, aunque el mioma avanzo un poco más. La doctora tenía esperanza que el embarazo llegara a término.
Mi panza estaba grande; Elián me consentía todo el tiempo, al igual que Ana y Manuel. Joaquín se había alejado un poco de mí, pero entendía que se había desilusionado, después de que me case con Adem. Además de enterarse lo del bebe, ya sentía que me había perdido, sin haberme tenido.
Adem insistía que trabaje desde casa, pero no quería, porque de hacerlo, terminaría pensando en los riesgos del embarazo. Estando en la editorial mi cabeza estaba ocupada en todo momento.
Mariano y Adem tenía que ir a entrevistar a una cantante mediática del momento. No niego que siento un poco de celos de que Adem la entreviste, sobre todo porque es hermosa y joven. Pero confío en él, sé que me ama y jamás me engañaría.
Desde que desperté, me siento rara. Como cansada, y con unas contracciones leves, de vez en cuando. No quise asustar a Adem, hable con la ginecóloga, y me dijo que tome en cuenta en la repetición de las contracciones, y si la panza se pone dura la llame enseguida o en tal caso vaya a verla.
Por suerte se calmaron las contracciones, y no tengo la panza dura. Me concentro en el trabajo del día de hoy.
Me levanto para ir a controlar como esta todo en los boxes. Camino dos pasos, y siento un dolor en mi vientre. Llevo las manos a mi panza. Ana y Manuel vienen corriendo e ingresan a la oficina.
-¿Te sentís bien, Laia?-Me pregunta Manuel-.
Yo estoy ida, apenas los escucho, mis ojos atinan a cerrarse, mientras mi panza se pone dura. Las contracciones son cada vez más fuertes.
-Ay…me duele mucho. –Caen lágrimas de mis ojos-.No quiero que mi hijo nazca ahora, no quiero que le pase nada… -Digo balbuceando entre lágrimas-.
-Lai, tranquila. Todo va a estar bien, te lo prometo amiga. –Me dice Ana, mientras intentan sentarme, pero mis piernas se aflojan-.
Me sientan en mi silla, mientras Ana me da aire con una carpeta, Manuel agarra su celular. Escucho murmullos, los empleados que se agolpan del otro lado de la oficina y me observan.
-No la veo bien, esta pálida, con dolores. Creo que tenes que venir cuanto antes –Escucho que Manuel le dice a Adem-.
No llego a escuchar su respuesta que me desmayo. Abro mis ojos, lentamente. Me encuentro en una habitación de una clínica. Adem, está tomándome la mano, mientras tiene su cabeza apoyada en mi mano. Miro mi panza, y noto que está un poco deshinchada.
Me remuevo en la cama, con lágrimas en mis ojos. Adem levanta la vista, sus ojos están hinchados de tanto llorar. Aún conserva la cofia, y un camisolín celeste.
-¿Qué fue lo que pasó, Adem? ¿Qué pasó con nuestro bebe? –Le pregunto, mientras intento moverme y el evita que lo haga-.
-No te muevas, te hicieron una cesárea. Los puntos aún están frescos, no podemos moverte. –Lo miro seria-.
-¡¿Qué pasó con él bebe, Adem?! –Le grito, con mucho dolor interno-.
-Él nació prematuro, apenas peso 1.200 gramos. Ahora está en una incubadora, hasta tanto pueda desarrollarse, llegar a su peso ideal. Está teniendo todos los cuidados habidos y por haber, solo necesito que te tranquilices. –Le suelto la mano y comienzo a llorar-.
-Es mi culpa, debí tomar los cuidados necesarios para que llegue a término. –Le digo, un poco ida, y en trance-.
-No es tu culpa mi amor, sabíamos que esto podía suceder, de las dos opciones, créeme que esta es la mejor. –Me responde, entonces lo miro seria-.
-Él está en una incubadora, no creo que sea la mejor opción. –Le respondo, molesta-.
El intenta tocarme, pero lo rechazo. Entonces aparece el doctor, con dos enfermeras. Al verme en una crisis nerviosa, me inyectan un calmante. Adem comienza a llorar, mientras intenta sostenerme. Segundos después, me duermo.
Editado: 19.11.2021