El beso de la libélula

Capitulo 89

ADEM SADIK

Cuando entramos, somos sorprendidos por todos nuestros familiares y amigos. Habían organizado y decorado la casa, con el nombre de Murat y dando la bienvenida.

No podemos no emocionarnos. Laia comienza a llorar, mientras se aferra a Murat. Su madre, hermano e hijo la abrazan. Juntos lloran emocionados, mientras besan a mi hijo.

Mi familia hace lo mismo conmigo. Mi padre ya había hecho las paces conmigo, así que estábamos más que unidos.

Mi hija también se une al abrazo, mientras nuestros amigos emocionados corean nuestros nombres. Venus y Félix están enloquecidos ladrando, nunca habían visto tanta gente junta en la casa.

Minutos después Les agradecemos a todos por el recibimiento. Mientras que mi madre se apodera de mi hijo, lo alza y comienza a cantarle en turco. Una canción de cuna que me solía cantar a mí.

-Estoy feliz que mi hermanito este en la casa, Laia. –Le dice Aylin-. Entonces la abrazo y lleno de besos.

-Yo estoy feliz de que estés con nosotros en este hermoso momento familiar. –Le responde, mientras acaricia su pelo , y sonreímos juntas-

-Creo que tu madre se apodero de mi sobrino, Adem –Dice Thomas, entonces mi hermana sonríe-.

-Déjalos, extrañaban a su nieto. –Le digo, mientras abrazo a mi hermano-.

Veo a mi padre recostar en sus regazos a Murat, y hablarle en turco. Mientras lo llena de besos. Nada me emociona más que ver esa imagen.

Mi hermana se acerca y sentada en cuclillas besa la cabecita de Murat. Media hora después, ya estamos todos sentados en la mesa. Murat está en el cochecito, durmiendo.

-Siento nostalgia de saber que mañana partimos a Turquía de nuevo. Estos tres meses fueron maravillosos para mí. Desearía quedarme, pero nuestros compromisos nos llaman. –Dice mi hermana, mientras juega con el tenedor en su plato-.

-No estés tristes cuñada, porque el próximo mes iremos a visitarlos ¿no es así amor?-Me dice Laia-.

-Por supuesto que sí. –Le respondo, mientras bebo un poco de vino de mi copa-.

-Los voy a recibir con mucho amor en mi casa. –Dice mi madre-.

-Espero estén contando con nosotros para ir –Dice Elián, señalando a mi hija-.

-No lo sé, todo depende de cómo se comporten. –Elián se pone serio y luego sonreímos juntos-.

-Yo me siento feliz que mi hija haya sido bien recibida en tu familia, Adem. –Dice mi suegra-.

-Y yo me siento feliz de que usted me acepte, Susana –Le respondo, y ella sonríe tímidamente-.

-Bueno, yo propongo un brindis porque después de mucho sufrimiento, Murat está en la casa, con sus padres; disfrutando de su familia, como debe ser.-Dice Mariano, elevando su copa alto-.

Todos levantamos las copas y sonreímos. Le agradezco, en silencio a mi amigo y nos emocionamos internamente. Nadie mejor que él, sabe cuánto sufrí, y siempre estuvo a mi lado.

Un par de horas después, ya se habían ido todos. Laia lavaba los platos con mi hermana. Mientras que mí madre y padre estaban haciendo dormir a Murat.

Elián se había ido a su habitación, mientras que Aylin apoyaba su cabeza en mi regazo, mientras su cuerpo estaba acomodado en el sofá. Acaricio su pelo rubio, mientras la escucho roncar.

-Tenes dos hermosos hijos, mi amor –Me dice mi madre-.

-Lo sé, y agradezco a Dios por la familia que me dio. –Le respondo, ella sonríe-.

-Es muy parecido a tu abuelo. –Me dice mi padre-.

-Parece que saco un 70% sangre turca, y un 30% argentina. –Le respondo; él sonríe y le da pequeños besos en la cabecita, mientras duerme-.

-Hijo, no quiero meterme en tu vida. Pero tu ex mujer no es un buen ejemplo para Aylin. Está llena de ira, envidia y rencor. Tengo miedo que termine lastimándolos a todos con su veneno. –Me dice, con su semblante serio-.

-Tranquila madre, puedo controlarla. No voy a permitir que siga entrometiéndose en nuestras vidas, te lo prometo –Ella asiente con la cabeza-.

-Ojalá nunca haya aparecido en nuestras vidas –Dice mi padre, con su mirada pérdida-.

-Maldigo el día que la conocí, pero agradezco por mi hija, porque sin ella, jamás la hubiera tenido junto a mí. La amo demasiado, es una parte de mi vida. –Le respondo, mientras acaricio su pelo con mis dedos-.

Una hora después, todos estamos descansando. Mis padres viajan mañana, y la verdad  que sentía una opresión en mi  pecho. Me había acostumbrado a ellos, y sentía que me harían falta.

Pero el próximo mes, iré a visitarlos, quiero que mi mujer conozca mi país. Y volver a mis raíces me hará bien.

Abrazo a Laia, mientras la escucho dormir tranquila, relajada, después de tanto tiempo. Beso su cabeza, y me aferro a su cuerpo. Lentamente mis ojos se van cerrando, hasta quedarme completamente dormido.

 

 

 

 




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.