El beso de la libélula

Capitulo 90

LAIA SALERNO

Despertamos muy temprano, mi madre también tenía que viajar al sur. Mi padre no había podido venir, pero la próxima vez vendrá a conocer a Murat o quizás vayamos nosotros.

Durante estos tres meses me había hecho dependiente de mi madre, y no quería que ella notara mi tristeza. Quería que se fuera feliz a nuestra casa en el sur.

Toda la mañana, mientras desayunábamos, mi madre se peleaba con los padres de Adem para alzar a Murat. –Sonreía por lo bajo, y sentía un cosquilleo en mi estómago-.

En cuanto llegó el momento de saludarlos, entonces, fue el momento de descargar emociones. Comencé a llorar y aferrarme a Murat, que lo tenía colgado de mi pecho. Elián y Aylin me abrazaban. Mientras Adem se fundía en un fuerte abrazo con los suyos.

Mi hermano abrazaba a mi madre, con algunas lágrimas en sus ojos. Mientras su novia le decía unas palabras a mi madre. Se escucha por el portavoz del aeropuerto la llamada para subir al avión.

-Bueno, llego el momento de la despedida. –Dice Cansu-. Quiero que sepas que no voy a dejar de llamarte y escribirte, hasta que no te aparezcas por la puerta de mi casa con estas hermosuras. –Asiento con la cabeza y la abrazo-.

-Fue un gusto compartir con tu familia estos días, y mucho más grato, saber que Murat está fuera de peligro. –Dice Banu, mientras beso su mano y apoyo mi frente en ella-.

-Lo mismo digo; gracias por hacerme feliz con su grata presencia sr. Banu. –Le digo, entonces ella me abraza-.

-Cuida mucho de estos chicos, y espero verte pronto por mi país. –Me dice el padre de Adem-.

Se acerca, besa a Murat en la cabecita y luego pone su mano, para que repita el mismo saludo que con Banu.

-Es un placer poder conocerlo sr. Emir. –Le respondo, y luego me abraza-.

Por último se despiden de Aylin; la niña esta con sus ojos llenos de lágrimas. Se aferra a Adem, quien no puede disimular la emoción y nostalgia de ver a sus padres irse.

Mi madre se despide de mí, la abrazo fuerte y le susurró al oído cuanto la amo. Luego ella hace lo mismo conmigo. Besa a Murat, Elián y Aylin,

Lo último que veo, es a ambos caminar para abordar el avión. Cansu no deja de saludar con su hermosa sonrisa. Sus padres evitan mirarnos, para esconder la tristeza. Mi madre nos saluda, hasta perderse en la escalera mecánica.

Lo siguiente que hacemos los cinco, es abrazarnos y darnos contención. Después de despedir a nuestros padres, tuvimos una hermosa cena familiar, los 5 juntos. Me sentía bendecida y feliz de poder compartir la mesa con mis hijos, y el hombre que amo. Sentía un nudo en la garganta, pero esta vez no de tristeza, sino de felicidad.

Aylin lavo los platos conmigo, mientras Elián secaba. Adem, se encaraba de darle la mamadera a Murat y hacerlo dormir.

Una hora después, ya estaban todos en sus habitaciones. Mi pequeño Murat, en su cunita durmiendo.

Me coloco un poco de crema en  mis brazos y rostro. Mientras me miro al espejo, Adem está orando como siempre; arrodillado en su alfombrita, mientras recitaba palabras en turco.

Me tuerzo el pelo para arriba, haciéndome un rosquete. Miro a Murat en su cunita antes de meterme a la cama.

Pero cuando estoy a punto de hacerlo, siento que unos brazos se enredan en mi cintura, y seguido unos besos en el cuello. Sonrío por lo bajo, mientras giro mi cabeza y le doy un beso corto en los labios a Adem.

-Hoy es nuestro primer día solo. Los niños están durmiendo, lo que indica que tenemos tiempo para nosotros, y de paso recuperar el perdido. –Me dice Adem-.

-Tenes razón…hacia mucho que no podíamos estar juntos, relajados, como en los viejos tiempos. –Le digo, mientras giro mi cuerpo-.

El me abraza, se aferra a mi cintura, pegándome a su cuerpo. Entonces enredo mis brazos en su cuello y nos besamos con mucha pasión.

Despegamos nuestros labios, mientras nos dejamos caer en la cama. El acaricia mi pelo, mientras yo su rostro con mis dedos.

-Te amo tanto Laia. –Me dice, con sus ojos brillosos-. Agradezco a la vida que te haya puesto en mi camino, sin dudas nuestras almas estaban destinadas desde hace tiempo; pero solo pudieron unirse después de cumplir su destino marcado por Allah. –Me dice; sonrío y acaricio su espalda desnuda con mis dedos-.

-Yo también te amo, y agradezco a Dios porque te haya puesto en mi camino. –Él sonríe. Con su nariz, choca la mía-.

Sonreímos, mientras nos miramos como dos locos enamorados. Lentamente nos desprendemos de nuestras ropas y hacemos el amor, después de tanto tiempo. Más distendidos, relajados y con mucha pasión contenida.

Al otro día, despierto temprano. Murat tenía hambre, entonces preparo su mamadera, luego lo siento en mis regazos y le doy de comer.

Todos están durmiendo, entonces aprovecho para hacer el desayuno, mientras Murat está en su huevito, recostado, mirando como giran unos caballitos alrededor de él. Le llaman los colores, entonces se emboba con eso.

La primera en levantarse en Aylin; aun esta con su pijama puesto. Se refriega los ojos, al momento que se acerca y me saluda.




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