El beso de la muerte

CAPÍTULO 1

La muerte no es la mayor pérdida en la vida. La mayor pérdida es lo que muere dentro de nosotros mientras vivimos.

-Norman Cousins

26 de Agosto 2018

El cementerio, mi segundo hogar

Sí existe algo totalmente equitativo en este mundo, es la muerte, un ser o un estado que no le importa que tan bueno hayas sido en vida, cuánto dinero tengas en tu cuenta de banco, tu sexo, raza, religión o creencias políticas, no le importa tu edad y definitivamente no le importa sí has desperdiciado tu vida. Pues la muerte hace un trabajo totalmente honesto, se lleva a todos por igual.

No importa si no tienes dinero para pagar tu lugar en el cementerio, no importa sí serás cremado o enterrado, sí tus restos serán lanzados en el mar y es que la muerte sí lo vemos de alguna manera es piadosa a la vez que egoísta.

Mueres dejando de sufrir pero todos aquellos que te aman o te han amado quedan con un vacío en el alma.

Tienes la libertad de elegir como vivir tu vida, pero ¿la muerte? Acaso no tenemos la libertad de elegir ¿cómo existir en ella? O acaso todo lo que hagamos en vida decide por nosotros, ¿acaso existe un cielo o infierno? Y sí es así ¿cuándo hice suficientes buenas acciones para ganar el cielo? O ¿quién lo decide? ¿Quién tiene el poder de elegir mi lugar en el resto de la humanidad? Y es que sí tenemos libertad de escoger cual sopa tomar, jamás nos muestran todo el menú?

Siempre nos enseñan a vivir la vida al máximo ¿no? Vaya, pero quien mierda decide ¿cuál es el máximo? ¿Cuándo es suficiente? ¿Qué está bien y está mal? Sí se siente bien hacerlo ¿significa que está bien? Entonces ante los ojos de un asesino a sangre fría que matar es bueno ¿por eso merece el cielo? O si mato para salvar a un inocente y me siento culpable, ¿está mal? Después de este intento de vida no estamos seguros de sí hay más.

Es bien sabido que lo único seguro en esta vida es la muerte, no importa como todos somos seres mortales destinados a morir desde el momento que nacemos, así que en todas las demás situaciones de nuestra existencia nos toca dar una sonrisa, pero quien carajo decidió que uno debe ser amable o aparentar estar bien? ¿Quién fue el imbécil?

Y es que conoces cada cambio de ánimo de cada ser que te rodea, puedes saber cuándo  están mal pero ellos no pueden ver a través de ti, no pueden notarte tan rota, tan desesperada, no se dan cuenta de que a veces quisieras huir a un extremo del mundo donde nadie te encontrara.

¿Cómo no se dan cuenta? La respuesta es fácil, con el paso de los años te volviste una experta en el arte del engaño, en el poder de ocultar tus sentimientos, una experta fingiendo, disimulando, haciendo que todos vean solo lo que tú quieres.

Es tan fácil fingir, tan sencillo engañar a las personas para hacerles creer que estas bien, y no sé si debo alegrarme por ser tan buena actriz, o sentirme herida porque nadie me conoce lo suficiente para saber que estoy rota, que no estoy bien.

Todos queremos dejar nuestra huella, ser recordados, ya sea por todo el mundo o por nuestros allegados, al menos yo quiero ser recordada, pero, ¿por quién? No tengo a nadie que me recuerde.

Y eso me lleva a mirar hacia abajo.

Debajo del balcón de la pequeña iglesia en el cementerio

Vaya que está alto, pero si ya fallé dejando mi huella en este mundo, ¿por qué debería seguir en el? ¿Debería darle otra oportunidad a la vida o mejor dársela a la muerte?

Decido dar un paso al vacío

Un paso más.

Un paso más y caigo.




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