el beso de un conde

capitulo 11

Mientras el sol se escondía, Vladimir le hacia el amor a su esposa, bajo las sábanas de ceda. Ella jadeaba, besando sus labios, disfrutando cada aroma que él traía. Sus deseos eran desesperantes, él respiraba en su cuello, besándolo con premura, mientras su hombría enloquecía la intimidad de Kiara.

—Oh Dios Vladimir, dime que no es un sueño—gimoteó ella, antes de darle un beso en el hombro.

—No lo es mi amor, he vuelto… Mi reina, no puedo vivir sin ti.

Él se movía suavemente, bailando de arriba hacia abajo, mirándola desfallecer ante él, gimiendo como si el mundo se fuera a acabar, hasta que ambos se sintieron estallar en un éxtasis.

Pero las caricias no cesaron ahí, seguían abrasados, Vladimir se la comía a besos, besos que le debía por su ausencia.

—Y dígame Condesa ¿Qué ha hecho en mi ausencia?

—No mucho. Bueno, quizás esto te enfadará, pero, pasé la mayor parte del tiempo en el hospital… La hija de Stephan está muriendo Vladimir, tiene tifus.

—Claro que no me enojo, pero mi amor, esa enfermedad es contagiosa, te estás arriesgando demasiado.

—No lo es, lo juro ¿Te molesta?

—No, mi cielo, tienes el corazón tan noble que nada me enfadaría.

—Mi amor… Hay otra cosa que debes saber, bueno, yo no debo decírtelo, pero Diana sí.

—¿Qué pasó? ¿Tienes algún reclamo? Kiara, te dije que debiste investigar más de ella antes, pero tú eres quien manda en esta casa.

—No, no es eso mi cielo, es algo que solo les compete a ti y a ella… Prométeme que mañana hablarás con ella, por favor.

—Ok, ok, usted manda Condesa. Dios ¿Sabes la falta que me has hecho?

—Y tú a mí, gracias a Dios has vuelto.

[…]

Mariksa no aguantó más y le reveló su mayor temor a su esposo. Dimitri no reaccionó como pensaba, y esa noche, después de un poco de romance, él comenzó a destrozarlo todo.

—¡Maldita zorra! ¿Tienes el descaro de decírmelo así?

—¡No fue mi intención, lo juro! Lo lamento, Dimitri, yo te amo a ti.

—Sí, claro y te revuelcas con el Duque. Yo como un imbécil te lo doy todo y tú… —suspiró—Se acabó y si piensas que te daré el divorcio para que sigas ensuciando mi apellido, no lo conseguirás, ese será tu castigo.

—Pero… Dimitri, te lo juro, él…. Solo pasó. No sé qué me pasó, quizás la soledad, o quizás necesitaba sentirlo otra vez para darme cuenta de que es a ti a quien quiero ¿Crees que te lo habría dicho?

—¡Claro que sí, lo haces porque sabes que lo sabría de todas formas, quieres que te de la libertad para que puedas vivir como tu amante, que él te mantenga y te coja cuando desees, eso es lo que quieres!

—No, no es cierto… Dimitri, por favor.

—Escúchame bien maldita—escupió mirándola a los ojos, con el rostro envenenado—Desde hoy tu vida será un infierno, a donde yo vaya tú irás, seré tu sombra y tu castigo y esto—agregó empujándola con brutalidad hacia la cama—esta será la última vez que sentirás mi hombría dentro de ti.

—No, no, así no ¡Dimitri, para! —gritaba con miedo—¡Dimitri, por favor, haré lo que tú quieras, pero así no!

—¡Cállate—bramó—porque cada palabra que sale de tu boca es una mentira!

Mariksa podía sentir su respiración llena de furia, mientras todo lo bueno que había alcanzado a sentir por él se iba esfumando. Mientras él la violaba sin contemplaciones, ella no decía nada, solo las lágrimas corrían por su rostro. Cuando acabó, él se apartó de ella y solo la miró, sin decir nada, salió de allí y cerró la puerta de su alcoba con llave. Ella comenzó a llorar desconsoladamente, Dimitri no pensaba, solo actuaba. Salió de su casa y fue a un bar a beber y coger con cuanta prostituta se le ponía en frente, estaba furioso, hasta que decidió enfrentar al causante de su desgracia: Dimitri iría por el Duque.

[…]

Al siguiente día, Vladimir esperaba a Diana en el despacho mientras llamaba por teléfono a la casa de Dimitri, pero él no estaba, y como Mariksa no hacía más que llorar, no se dieron cuenta de que estaba encerrada en su cuarto.

—Ok, avísenme cuando Dimitri llegue, por favor… Sí… Sí, gracias—colgó.

—¿Pasa algo? —inquirió Kiara al ver la preocupación de Vladimir.

—No lo sé, algo me huele mal. Dimitri no llegó a la oficina y no está en su casa… No sé Kiara, Dimitri jamás ha llegado tarde, me preocupa.

—Quizás está con mi prima haciendo sus locuras, locuras que deberíamos copiar.

—No Condesa, porque si eso pasa jamás trabajaría, mi amor ¿Ya te he dicho que te amo hoy?

—Mmm… no—respondió la chica, sonriendo.

—¿Me llamaba, Conde? —Diana entró al despacho, cortando la conversación de ambos.

—Sí Diana, pase… Mi esposa me dijo que debe decirme algo… Adelante, hágalo.

—No señor, no es el momento—contestó Diana, poniéndose nerviosa.

—Sí lo es, Diana. Ya es hora, dígale a Vladimir la verdad—insistió Kiara.

—Basta ya, dejen de rodeos, si es chisme mejor dejemos esto. Kiara, por favor, ya déjala, si no quiere hablar, que no hable.

—Lo sé, pero tiene que decírselo Diana, o se lo diré yo.

—No. Lo siento, pero no puedo—culminó antes de huir.

—¡Diana, por favor! Vladimir detenla, detenla.

—Déjalo Kiara, no quiere hablar, por Dios ¿Por qué tanta urgencia?

—Vladimir, la mujer que acaba de salir… Ella es…

—Kiara…

—Diana es tu madre… Lo sé, debí decírtelo antes, pero no era mi deber, ella se avergüenza y yo…

—¿Qué? —cuestionó él, confundido—Kiara ¿sabes lo que me estás diciendo? Que… Dios—se sentó— Ella es la mujer que me abandonó ¿Lo entiendes? ¿Por qué no me lo dijiste?

—Porque ella es quien debía decírtelo Vladimir. Perdóname, pero tuve que callar porque se avergüenza.

—¿Se avergüenza? ¿De qué? ¿De abandonarme? Kiara, era un niño y se fue, dejándome con una bestia que me trató como su peón, quien me daba latigazos para hacerme confesar algo que no sabía, me culpó por mi madre. Kiara, mi madre…—sus ojos se cristalizaron y Kiara lo abrazó fuerte. En ese instante Igor vio a Diana intentando escapar y a duras penas logró detenerla por el brazo.




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