el beso de un conde

capitulo 15

Él la miró fijamente, deseaba arrebatarle un beso y obligarla a perdonarlo, pero no lo hizo, en su lugar solo hizo una pregunta:

—¿Por qué?

—No tengo nada que hablar contigo—alegó ella, queriendo abrir la puerta, pero estaba cerrada.

—Solo dime por qué—insistió—Sí, lo sé, tuve la culpa, fui un celoso enfermo que no puede ver que ningún otro hombre toque lo que más ama en el mundo.

—Mentira, desde el principio te dije que no hay y no habrá nada con Stephan, supongo que ya lo sabes ¿Verdad?

—Sí ¿Por qué no me lo dijiste antes? Claro que estaba celoso, pensé…

—Ay por favor, ahora no me eches a culpa a mí, mataste a nuestro hijo y nada Podrá cambiar eso.

—Yo no lo maté, fue un accidente, kiara ¿Por qué no lo entiendes? No puedo perderte a ti también—se entristeció él, tomando su rostro con sus manos.

—¡No me toques! Y por favor, abre la puerta porque quiero salir.

—Bien, sal, pero no dejaré de insistir, kiara Patchenco ¿Sabes por qué?

—No me interesa.

—Igual te lo diré. No dejaré de hacerlo porque te amo ¿Escuchaste? Te amo y nada podrá cambiar eso.

—Pues no me importa—puntualizó ella, antes de salir del despacho.

Estaba a punto de cerrar la puerta cuando Diana le avisó que su tío había llegado y necesitaba hablar con él.

—Bueno, hazlo pasar. Y ¿Madre? ¿Por qué lo recibiste tú? No es tu deber, no eres una mucama.

—Lo hice porque estaba cerca, cálmate Vladimir, estaré en el jardín si me necesitas, te dejo con…

—¡Diana querida, que hermosa estás! —el Duque entró al lugar sin haber sido avisado.

—Gracias Duque, disculpen.

—Sí y, mamá, si vez a Stephan dile que quiero hablar con él.

—Está bien.

En cuanto Diana se retiró, Vladimir saludó a su tío y se sentaron hablar. El Duque se había enterado de la situación con su esposa. Y de inmediato le ofreció su ayuda.

—Gracias tío, pero esto lo debo resolver solo.

—Como quieras, pero eso no es lo que me trae aquí. El coronel nos ha estado molestando, hace tiempo que no le llegan embarques y los necesita urgentemente, sé que estás pasando por un mal momento hijo, pero creo que deberías alejarte de tu mujer por un mes, ya verás que a tu regreso las cosas cambian, le servirá extrañarte.

—No lo sé tío ¿Por qué te interesa ahora?

—Porque me di cuenta de que tienes razón, la mujer de uno es primero—sonrió con cinismo.

Algo le decía a Vladimir que su tío estaba siendo hipócrita, pero quizás él tenía razón, debía darle tiempo a kiara para perdonar la pérdida de su hijo.

—De acuerdo, tú organiza todo.

—Muy bien—sonrió antes de levantarse para irse.

[…]

La convivencia en casa de Dimitri era insoportable. Él vio a Mariksa hablar con un joven cochero y su furia le hizo despedir al joven.

—¡Dimitri! ¡¿Qué te pasa?! ¡Él no estaba haciendo nada! ¡¿Acaso me viste coger con él o qué?!

—¡Pues poco te faltó! ¡¿Verdad?! ¡Escúchame bien, si crees que voy creer que no planeas nada, te equivocas!

—Bien, me da igual Dimitri, ya no aguanto más, esta situación me tiene cansada, no me crees, me tratas como una extraña, no me quieres dar el divorcio, no quieres perdonarme ¿Qué es lo que quieres de mí?

—¿Qué quiero? Castigarte, quiero que sufras lo que yo sufrí cuando me engañaste ¿Por qué? ¿Por qué lo hiciste? Yo te idolatraba, yo te amaba.

—Entonces mátame, porque sin tu amor ya no quiero nada, mátame y acaba con tu ira de una vez.

—Te gustaría ¿No? Te gustaría que te matara y así pudieras descansar tú y tu amante, ese perro que algún día mataré con mis propias manos.

—¿Quién te entiende, Dimitri? Te doy la opción más fácil y tú no quieres tomarla ¿Prefieres que yo lo haga? ¿Quieres que te de esa satisfacción?

—No, porque yo moriría contigo—por un momento se acercó, olvidando el rencor y queriendo besar sus labios, pero tan pronto como llegó el deseo, se fue.

—Dimitri, por favor perdóname, te juro que solo te amo a ti—susurró ella.

—Mientes—dijo él, apartándola bruscamente—¡Eugenia! —gritó a la ama de llaves—Levanta a la señora y llévala a su alcoba, no quiero que salga de ahí hasta que regrese ¿Okay?

—Sí, mi Lord.

[…]

Al siguiente día, Stephan regresó a su trabajo, sin nada que decir, solo el sufrimiento que llevaba por dentro. Estaba terminando de plantar unas rosas que kiara le pidió para así terminar y poder irse, cuando Diana le habló.

—Stephan, por Dios ¿Dónde has estado?

—Tomando mi duelo, señora, pero descuidé, solo vine a cumplir una promesa, luego me largaré y jamás volveré.

—Te entiendo, pero por favor, ven conmigo, alguien quiere hablarte antes de que te vayas.

—No, no quiero que Vladimir se encele de nuevo, la pobre Kiara debe odiarme por causar el accidente. Si no la hubiese besado, si tan solo no me hubiese enamorado de ella Diana.

—Pero lo hiciste, y como no, si ella es una joven hermosa y llena de vida, pero su corazón es de Vladimir y eso ni yo puedo cambiarlo. Mi hijo la ama tanto que ha decidido hablar contigo, hazlo Stephan, arregla las cosas con tu hermano.

Stephan dudó, pero Diana tenía razón, por lo menos hablar y hacerle saber a Vladimir que su intención no era quitarle a kiara. Vladimir preparaba su viaje cuando la puerta sonó, estaba agachado y lo hizo pasar sin saber quien era.

—¿Dime que se te… A, tú, al fin te dignaste a venir ¿Dónde estabas?

—Estaba de duelo.

—Me imagino, porque yo también lo estaba ¿Crees que eres el único que perdió un hijo? Yo ni siquiera pude conocerlo, por lo menos tú la viste crecer.

—Lo sé y lo lamento, Conde, es difícil negar lo que siento. Sí me gusta su esposa, sí la besé, pero solo fue por que sentí el impulso, impulso que ella rechazó. Solo me despedía de ella y no fue mi intención hacerlo.




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