el beso de un conde

capitulo 18

Dos días después, Stapleton se encontraba con Vladimir en la oficina, ya que a Vladimir le urgía saber la decisión de kiara, aunque no era muy alentadora.

—Lo siento, Vladimir, ella quiere el divorcio, pero sus ojos me dijeron otra cosa, así que sí, te ayudaré. Tengo un plan, pero deberás cumplir mis indicaciones.

—De acuerdo, lo que sea, solo quiero que ella me perdone.

—¿Enserio no recuerdas nada de lo que pasó?

—No, nada—expresó, mientras tomaba el teléfono para llamar a su secretaria—Pam, llama a mi tío, dile que acepto el viaje… ¿Cuándo? —preguntó, dirigiéndose a Stapleton.

—¿Te parece bien en cinco días?

—Bien, en cinco días. Dile que me llame, por favor.

—Sí, señor—contestó Pam.

—¿Estás seguro de lo que vas hacer? —inquirió Stapleton.

—Sí, es ahora o nunca.

—Bien, te veré en la noche. Ahora me retiro, debo recoger a mi madre en el salón de belleza—se despidió Stapleton.

—Está bien.

Mientras tanto, en otro lado, una pareja se había escabullido a su alcoba para amarse con tranquilidad. Dimitri acariciaba a Mariksa, besándola y haciendo todo para disculpar su fechoría, había ultrajado lo que más deseaba sin pensarlo.

—Ya no sé qué hacer para suplicar tu perdón.

—Pero Dimitri, ya te perdoné. Sí, por un tiempo te odié, pero ya no, ahora no podrás hacerme nada, aunque lo desees, porque llevo a tu hijo en mi vientre y sé que no lo lastimarías.

—A ti tampoco, tú y él son lo más preciado que tengo—musitó Dimitri, mientras Mariksa se movía encima de él—Espera… Él bebé.

—Nada le pasará, solo tengo ganas de ti—gimoteó, respirando con dificultad—Oh Dimitri…

agitada, ella suplicaba por más, mientras el pudor de su seducción insoportable irrumpía más y más en ella; sin aliento, él mantenía el silencio para que nadie los oyera. En su mente divagaba si le decía o no que pronto se irían a altamar, pero nada podía distraerlo de su acto.

—Dímelo. Sé que quieres decirme algo, dímelo.

—No hay nada que decir mi amor, solo que te amo.

—Por Dios, Dimitri, yo sé todo de ti—se levantó—. Es tonto que calles, sé que te irás en unos días.

—¿Cómo lo sabes?

—Escuché a Diana hablar con Igor ¿Cuándo?

—En cinco días.

—¿Tan pronto?

—Lo sé, te pediría que vinieras, pero estás embarazada.

—Sí, sí quiero ir, aún no es peligroso. Si quieres, hablaremos con el doctor, pero yo no quiero quedarme sola aquí.

—Está bien, pero si vienes conmigo, hay algo que debes saber y debes guardar silencio, tu prima no debe saber nada.

—Bien, cuéntamelo—cuchicheó ella, sentándose en su regazo.

[…]

Esa noche, Stapleton llegó a la mansión buscando a Vladimir, ya que la primera parte de su plan debía realizarse. kiara no aguantaba la hipocresía que Olivia mostraba con su embarazo, Vladimir la esquivaba, pero Olivia sabía como sujetarlo.

—Vladimir, es hora de que termines con este jueguito, ya es hora de que te divorcies y nos casemos, nuestro hijo necesita un padre.

—No, Olivia. Te lo advertí, jamás me casaré contigo, así que tu embarazo fue en vanon y si es mío, como dices, le daré lo que corresponde, pero jamás dejaré a kiara.

—Pero mi amor, ella ya te dejó—protestó ella, señalando hacia el jardín—Mira, parece que Stapleton ya encontró distracción ¿Ves? Tu esposita no es el angelito que piensas.

—¡Cállate! —gritó, antes de encerrase en su despacho.

—¡Eres un grosero! ¿Cómo te atreves a cerrarme la puerta en la nariz? ¡Ábreme, Vladimir!

Pero a Vladimir lo único que le importaba era lo que veía, sabía que Stapleton era un buen amigo y jamás pondría sus ojos en su esposa, pero en el fondo sentía muchos celos al verlos, deseaba con toda el alma ir allí y tomarla en sus brazos. De pronto la puerta sonó.

—¡Dije que me dejharás en paz, Olivia!

—Calma muchacho, tu querida ya se fue a dormir—aclaró Igor—Que mal te ves.

—Igor, lo lamento, juro que Olivia me tiene harto. Algo me dice que ese niño no es mío, pero también me llena la duda y no puedo soportar perder a mi esposa por ella.

—Te lo dije antes de que te casharás Vladimir, no hagas idioteces, y es lo primero que hiciste. Sé que amas a kiara, lo veo, pero si la lastimas, juro que te castigaré, mi hija es lo más importante para mí.

—Aún no sé si eres su padre. Igor, necesito que te hagas cargo de la empresa mientras no estoy, busca a mi hermano e intégralo.

—¿Y qué hay de kiara?

—Ya lo sabrás, y por Olivia no te preocupes, deja que Stapleton se encargue.

—No sé Vladimir, mientras más te demores en solucionar tu problema, más nos demoramos con nuestro plan.

—Lo sé, a mi regreso lo veremos.

[…]

Miriam discutía con su esposo. Adolf levantaba la voz, insultándola, el maltrato no solo eran los golpes, sino también las palabras, pero ella solo pensaba en Zachary.

—¿Acaso crees que no lo sé? Sé que tienes un amante, bruja, dile que en cuanto lo atrape, lo mataré y a ti junto con él. ¡Estoy harto! Pronto obligaré a kiara para que firme este poder y luego, cuando empiece su divorcio haré que le quite todo a Vladimir, el Conde me dará todo a mé.

—Adolf no, no te atrevas a utilizar a tu sobrina ¿Hasta dónde piensas llegar? Eres un desgraciado.

—Ya cállate mujerzuela—bramó él, dándole una cachetada—Ahora te enseñaré a respetarme—soltó, tirándola al piso.

Miriam gritaba, pero nadie la oía. Después de unos minutos, cuando los gritos de Miriam habían cesado, Adolf se levantó y se desabotonó el pantalón, mirándola con desdén. Miriam lo observaba, temerosa, sabía lo que su marido le haría y no pudo pensar más, solo cedió ante la brutalidad de su marido.

[…]

kiara se había despedido de Stapleton.

Estaba sentada en el jardín, secándose las lágrimas, cuando sintió un ruido en los árboles; se acercó, preguntando quién era, pero nadie contestó. De pronto sintió que algo la tomó por detrás y la empujó, kiara se asustó y comenzó a correr hacia la casa, gritando. Entó rápidamente y vio a Vladimir bajando las escaleras.




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